Cantabria vacía

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Paisanucos, paisanucas,

Hace un año y medio partí rumbo a lo que un amigo llama «la Cantabria ordenada» (Bélgica) en busca de un futuro -inmediato en aquel momento, vigente hoy, hipotético mañana- que me fue negado en mi tierra.

Un futuro actual brindado por un país que se frota las manos mientras le cedo mi fuerza de trabajo gracias a la formación académica lograda en mi tierra, con fondos de mis paisanos, convirtiendo la inversión en mí en un gasto para vosotros y un beneficio para ellos.

Un futuro en un país al que debo una detención, que ya no es más que una anécdota, por estar donde debía, cuando debía y por los que debía.

 

Celebración del Primero de Mayo

Celebración del Primero de Mayo

Hace un año y medio que cada día chasqueo los dedos diciéndome que ese gesto me llevará lejos de lo que para nada es Cantabria, pues no huele a Cantabria, ni sabe a Cantabria, ni acoge como Cantabria, ni respira como Cantabria.

Hace año y medio que cada día chasqueo los dedos diciéndome que ese gesto me llevará de nuevo a casa. Y no funciona. Y aun así, lo hago.

Os aseguro que lo hago. Cada día.

Vacío. Eso es lo que siento al ver esta Cantabria que ahora siento vacía, sin alma. Me cuesta reconoceros.

Vacías sus escuelas, de recursos pero también de falta de progreso, de trabajo en materia de inclusión, de AMPAS que defiendan a sus hijos e hijas que un día serán trabajadores y trabajadoras.

Vacíos los centros de trabajo, consecuencia de los 80 despidos de Tinamenor o los 50 de Altadis de esta semana, del centenar de Ecomasa o los 20 de Forjas de Cantabria, o los miles de anónimos y anónimas que llenan las cifras de la EPA tras los cierres de la desconocida pero también importante peluquería del pueblo, el discreto bar de la esquina, la ignorada pescadería del barrio o el tan maltratado sector primario.

Vacías las calles, con sindicatos que antaño fueron de y tuvieron clase y, sin embargo, hoy sus cabezas forjan alianzas con los indignos mientras sus bases continúan con los indignados, dando lugar a una dicotomía que siempre paga la misma clase trabajadora indefensa ante el poder del patrón.

Con plataformas, asociaciones y organizaciones incapaces, por motivos propios y ajenos, de coordinarse y movilizar a una sociedad cántabra aletargada en una pesadilla de la que parece no querer despertar. A una sociedad que un día se dejó la voz y la vida luchando en Reinosa por sus derechos como trabajadores y trabajadoras.

Vacías las cabezas de quienes recogieron el mandato de servir al pueblo cántabro dentro y fuera de la Calle Alta, 31, que esperan a que el temporal escampe haciendo creer a la ciudadanía que en Cantabria no llueve.

La realidad es que llueve mucho y que esos aparentes rayos de sol que el período estival traerá, dado el grado de estacionalidad de nuestro mercado laboral, no van a hacer que desaparezcan las ríadas y fuertes oleajes, los baches llenos de charcos, las goteras en los techos y los argayos en los montes.

Paisanucos, paisanucas, ¿dónde estáis? ¿Dónde os metéis? Y lo que es más importante, ¿cuándo vais a salir de donde sea que estéis y vais a llenar, en el sentido más amplio de la palabra, Cantabria?

Espero que seáis muchos los que os suméis a la manifestación del Primero de Mayo (a las 12h,  de Numancia a Pombo). Que salgáis a la calle vacía y la llenéis. Chasquearé los dedos. Quizá mañana funcione. Quizá mañana sienta más que nunca que estoy en Cantabria y que en mi tierra hay gentes que dicen basta, que se niegan a perder más dignidad de la ya robada, que salen para recuperar lo que es suyo. Que dormían y que despertaron.

 

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