El clamor que tapará el debate de los presupuestos

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Estamos en pleno debate de presupuestos, que como cada año tendrá que entrar en el Parlamento de Cantabria antes del 31 de octubre.Y aparte de que vamos más tarde que nunca, de que los agentes sociales denuncian que el Gobierno no está contando con nadie para elaborar las cuentas de la comunidad autónoma, hay un protagonista clarísimo de este periodo que va a tapar cualquier argumento sobre las cuentas para 2017: Salvador Blanco.

El consejero delegado de SODERCAN, o mejor dicho: la conveniencia o no de que alguien señalado como un mal gestor por los funcionarios que tienen la obligación de controlar la acción del Gobierno de Cantabria siga administrando el dinero público de la comunidad autónoma.

Frente a un intento de imputar a Podemos una obsesión con Salvador Blanco, la realidad es que no es el partido de Pablo Iglesias el que cuestiona a Salvador Blanco. No sólo, no en el origen:

Es la Intervención del Gobierno de Cantabria

Los mismos funcionarios independientes de los partidos políticos que elaboraron otra auditoría, la de MARE, que en aquella ocasión difundió la vicepresidenta del Ejecutivo porque afectaba a un político del PP, a Javier Fernández, exconsejero de Medio Ambiente y senador.

Es el Tribunal de Cuentas

Donde se podrá pensar que hay politización, pero no precisamente al servicio de los nuevos partidos, que ni siquiera existían en los años de fiscalización de la actividad de SODERCAN bajo la dirección de Salvador Blanco. Hay incidencias muy serias en ese informe, como deficiencias contables relevantes, amaño de concursospérdida de inversiones europeas por gastos irregulares y

Es la auditoría de Deloitte

Elaborada al llegar el Gobierno del Partido Popular a Peñaherbosa, en el año 2011, y que la administración Ignacio Diego decidió no difundir más que de forma controlada y en un solo impacto, en un contexto de propaganda de la herencia recibida. En aquella auditoría privada se apuntaban los mismos vicios que señaló la Intervención, en especial con relación a las adjudicaciones al grupo de empresas de Fraile y Blanco.

Es el Parlamento de Cantabria

La sede de la soberanía popular, donde tienen mayoría los partidos de la oposición, PP, Podemos y Ciudadanos, que suman 18 diputados frente a los 17 de los partidos que sustentan al Gobierno, PRC y PSOE. En dos ocasiones se ha aprobado instar al Ejecutivo a que devuelva SODERCAN al organigrama de la Consejería de Industria (PRC) y también el cese de Salvador Blanco.

Así, será protagonista en el inicio del curso Salvador Blanco, y no cuánto destinamos a Sanidad, Educación o al pago de la deuda en Cantabria.

Y será así porque el PSOE lo ha querido: por el empeño y por la especialmente llamativa resignación de su secretaria general y vicepresidenta del Gobierno de Cantabria, Eva Díaz Tezanos, al ligar sus destinos políticos a lo más oscuro de la gestión socialista en el pasado.

Es para preguntarse porqué Díaz Tezanos, que representa lo contrario a Salvador Blanco, con una gestión sin sobresaltos y con la impronta de una política social al frente de la cartera de Educación en los 8 años del anterior Gobierno PRC-PSOE (2003-2011), se convierte ahora en abogada defensora de alguien que está señalado por la Intervención General, el Tribunal de Cuentas, una auditoría privada (Deloitte) y el Parlamento de Cantabria.

Y cómo es posible que el PSOE de Cantabria haya llegado a tan extrema identificación con un personaje tan señalado por las irregularidades y las incidencias de mala gestión.

Toda la información obra en poder de los partidos, del Parlamento y a través de medios de comunicación como este, también de los ciudadanos.

El presidente de la patronal: «yo nunca le hubiera contratado»

Y lleva a conclusiones como a la que ha llegado el propio Vidal de la Peña después de leer las 266 páginas del Informe de Intervención.

El presidente de CEOE,  máximo representante del empresariado en Cantabria, no puede ser sospechoso de ser ningún bolivariano. Al contrario, está acostumbrado al funcionamiento de la empresa privada y a la elección de perfiles para desempeñar diferentes cargos.

Y sin embargo, tras leer el informe, no ha dejado lugar a dudas en EL FARADIO DE LA MAÑANA: “Yo nunca le hubiera contratado para ese puesto” (enlace).

La conclusión es evidente. El PSOE nunca debió designar a Salvador Blanco para una nueva etapa de Gobierno. El error fue garrafal, tan inexplicable como otras muchas cosas en políticas, pero un síntoma de autodestrucción evidente.

Llegado este punto, no podemos esperar que los socialistas escuchen el clamor. Si lo oyen todo indica que no harán demasiado caso. Pero el que sí debe escuchar es el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. Alejarse de la ambigüedad, entre el «nadie es imprescindible» y ese «no ceder a caprichos», porque esto no es ningún capricho.

Revilla tiene que entender que es difícil sostener un proyecto de oficina anticorrupción con estos mimbres, y debe asumir su responsabilidad derivada del pacto de Gobierno con el PSOE. Sobre todo porque no es la primera vez que los errores del PSOE arrastran al PRC a la oposición.

 

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