La dimisión por falsear currículums nos había hecho soñar repentinamente con una democracia avanzada, nórdica, casi Sueca, irreal, tanto como la de ficción danesa de Börgen.

Pero al hacer zapping nos quedamos un rato en el streaming del Pleno municipal de Santander. Y vimos, no sólo el enroque en la posverdad curricular, sino la negativa a que la Web del Ayuntamiento recoja los currículums de los miembros de la Corporación.

Sería una herramienta muy útil, por ejemplo, para comprobar el paso previo de los ediles por la empresa privada (dos concejales de la corporación trabajaron en una constructora adjudicataria habitual) y vigilar si esa relación sigue o no en lo que es una cuestión de mínima higiene democrática. Si no hay nada malo, no debería suponer ningún problema.

La alcaldesa primero era diplomada y luego no. Da igual. Ahora figura como empresaria. ¿Es empresaria? Lo cierto es que si lo es, no tuvo ninguna empresa. Eso es lo que dice Internet por las vías oficiales, pero a este paso para conocer las grandes verdades de Santander –-como las sentencias judiciales–, vamos a tener que buscar en Forocoches.

Lo que dice el registro mercantil es que su única posición directiva como empresaria ha sido en el Casino de Santander y el Palacio de La Magdalena, es decir, dos empresas públicas municipales a las que llegas por la condición de concejal o alcalde. Llamamos a nuestra gestoría y nos dice que un autónomo puede ser empresario o profesional. Podía haber puesto autónoma, pero eso en un currículum, por lo visto, no queda igual.

No puedes controlar lo que dice la gente, pero si distanciarte y mostrar tu rechazo

Ese PP de Santander –que formalmente no existe– sigue instalado en unas reglas de funcionamiento que no casan con el 2017. El traer a militantes a aplaudir al líder –al líder en el poder, que ya está en bastante posición de fuerza respecto al que discrepa—suena más a aclamación necesaria para mantener el sindicato de intereses y entorno social local que a una participación plena democrática. Es el te vienes aquí y aplaudes mucho.

Y entonces suena entre ellos, una voz, un grito de “Viva Franco”. Evidentemente, no puedes controlar lo que dice la gente, por mucho que les hayas instigado a acudir a apoyarte. Pero si puedes distanciarte, como lo harías del terrorismo, de la violencia de género o como criticas otras cosas de otros países de los que alguno se pasa la vida hablando. Puedes rechazarlo, puedes criticarlo, a menos que no te sientas libre para afear una conducta de alguien que sospechas está entre los tuyos.

En este pleno se ha perdido una gran ocasión para desmontar esa imagen de un PP que no termina de renegar de una dictadura, todo en la última ciudad en quitar una estatua ecuestre, la misma ciudad que demora y demora un paso tan sencillo como cambiar unas placas.

Superada la esperanza de tener democracias avanzadas en materia de responsabilidad o transparencia, constatamos que difícilmente cumpliremos ese objetivo si entre las asignaturas que nos quedan se encuentra democracia básica. Ahora ya sabemos que da igual.