Scorpions vuelve a conquistar Torrelavega 11 años después

Tiempo de lectura: 19 min
Triunfo total de Scorpions en El Malecón. Foto: Junior

Triunfo total de Scorpions en El Malecón. Foto: Junior

La capital del Besaya ya está acostumbrada a eventos vestidos del clásico color negro que se asocia al rock y al heavy metal. Pero no está tan habituada a citas señaladas como la visita de una banda legendaria como Scorpions.

Los Campos del Malecón no acogieron, como de costumbre, a aficionados futboleros con los colores de la Gimnástica de Torrelavega (aunque alguno había). Por primera vez, recibieron a miles de personas dispuestas a disfrutar de varias horas de música.

Es cierto que Scorpions ya habían visitado la ciudad anteriormente. Y con el mismo motivo, el Año Jubilar Lebaniego, pero de 2006. Sin embargo, en aquella ocasión el emplazamiento elegido fue el Mercado de Ganado. Un sitio que admite un gran aforo, pero con una calidad de sonido bastante más limitada que un lugar al aire libre.

LOS PRIMEROS TELONEROS, LOS CÁNTABROS ARANEA ADVENTUS

Esa buena sonoridad se hizo patente ya desde los teloneros. Y es que la banda alemana no aterrizaba sola sobre el campo de fútbol de la segunda ciudad cántabra (por población). Mouro Producciones y Get In, las empresas encargadas de organizarlo todo, también incluyeron en la cita a la banda Aranea Adventus, que hizo buenos los casi 40 minutos de actuación que tuvieron, aprovechando además que jugaban en casa.

Los cántabros Aranea Adventus, todo esfuerzo dedicado al heavy metal

Los cántabros Aranea Adventus, todo esfuerzo dedicado al heavy metal

Es esta una banda que hace un heavy metal clásico, muy reconocible para los fans del género. Precisamente ese es el espíritu de sus conciertos, ensalzar al máximo este estilo musical, incluso como forma de vida. Y más estando en una cita como esta, teloneando a una banda que ha resucitado a lo grande como Avalanch, y a unos auténticos creadores de himnos imperecederos como el cabeza de cartel de la velada.

Aranea Adventus tuvo algún contratiempo, pero nada que desluciera decisivamente su puesta en escena. Es cierto que el micro de la segunda voz se oía muy bajo, y que se rompió la cuerda de una guitarra, pero los cántabros no podían no salir triunfadores, loando al heavy metal desde el principio, con temas como ‘La doncella de hierro’, dedicada a Iron Maiden, ‘Fuera de la ley’, o ‘El llanto del lábaro’, una canción verdaderamente especial.

Este tema, que fue con el que cerraron su tiempo sobre las tablas, es una ópera rock dedicada a las Guerras Cántabras y que se ve que ha llevado mucho trabajo componer. Es un tema muy largo, no muy rápido, quizá se le pueda hacer pesado a quien no esté acostumbrado a este estilo, pero merece la pena detenerse a escucharlo. Además, contaron con varios colaboradores para cantarla, como por ejemplo Mario Galván, el cantante y bajista de Emboque, banda referente del heavy metal en Torrelavega.

Curiosamente, Aranea Adventus no interpretó una canción que les ha hecho ganar cierta fama. Se trata de una versión del clasicazo de Maiden ‘Run to the hills’, que ellos españolizan para decir aquello de «vamos p’al prau, que hay que segar» y que, en sus conciertos, corea todo el público con una sonrisa en la boca, por ser un rato divertido.

LA COLECCIÓN DE ESTRELLAS DE AVALANCH

En el momento de finalizar el primero de los conciertos, quizá se pudiera hablar ya de 2.000 personas en el interior de El Malecón. El volumen de público creció más deprisa cuando arrancó la segunda de las actuaciones, la de Avalanch.

Avalanch presentó en Torrelavega su nueva colección de estrellas

Avalanch presentó en Torrelavega su nueva colección de estrellas

El grupo asturiano, que había estado apagado durante un tiempo, ha vuelto a revivir, y lo ha hecho de una manera especial, que genera expectación y también críticas. Alberto Rionda, su guitarrista y líder de la banda, ha buscado la forma de montar un grupo repleto de estrellas de la música, pero no sólo española.

La base rítmica del grupo está formada por Mike Terrana, uno de los mejores baterías que hay sobre la faz de la tierra y que ha pasado por bandas de gran reconocimiento a nivel europeo y mundial como Rage y Masterplan, y el bajista Magnus Rosen, que fue componente de otro combo de mucho renombre como Hammerfall.

Rionda ha escogido a un compañero a la guitarra de auténtico lujo: Jorge Salán. Español, ha podido tocar con figuras internacionales como Joe Lyn Turner o Jeff Scott Soto, pero su trayectoria no depende sólo de con qué grupos ha tocado. Está reconocido como uno de los más virtuosos guitarristas de nuestro país, al menos dentro del mundo de la eléctrica. La denominación podría ser la de ‘guitar hero’.

El cantante es Israel Ramos, también compañero de Rionda en el grupo Alquimia. Sin embargo, el guitarrista intentó convencer a un excantante de Avalanch, Víctor García, que lleva ya un buen puñado de años tocando en otra banda asturiana, Warcry. Estos han tenido, hasta ahora, más éxito que sus paisanos, y serán una de las figuras del Rock en la Feria de Torrelavega del próximo mes de agosto.

Y el teclista de la banda es Manuel Ramil. En este puesto ha llegado la última polémica del grupo, porque hace sólo unas semanas que reemplazaron a su anterior ocupante, José Paz. Esto acabó derivando en un cruce de declaraciones que no resulta agradable contemplar.

Al crear esta unión, Rionda decidió no dejar el nombre como estaba. Ya no son simplemente Avalanch, sino Avalanch All Star Band. El nombre quizá suene demasiado pretencioso, aunque haya fichado a músicos de muchos quilates.

Si nos ceñimos a su actuación en Torrelavega, hemos de decir que el resultado es bueno. Seguramente mejorable, porque, con el paso del tiempo, si no hay más cambios en la formación, todos se acabarán compenetrando más y entonces acabarán logrando un resultado aún más convincente.

Avalanch contó con una hora de tiempo para mostrar su propuesta. En este caso, muy basada en el disco ‘El ángel caído’, que han vuelto a poner en las tiendas con una nueva grabación con los actuales componentes (excepto el teclista, claro). Tocaron 11 temas, y los 7 primeros pertenecientes a esa obra. Después, rebuscaron un poco más en otras composiciones casi tan antiguas como esa.

Comenzaron como comienza ese disco, con una corta pieza instrumental llamada ‘Hacia la luz’, que consiste en dar ya un primer toque de guitarra. Es como si Rionda mandara un mensaje. Ha fichado lo que ha fichado, pero el jefe es él. Poco a poco, eso sí, fue dejando espacio a Salán para que sacara a relucir toda la clase que lleva dentro. Y regalaron un momento divertido, en medio de la canción ‘Corazón negro’, cuando hicieron un duelo de guitarras entre los dos.

Todo en la actuación iba saliendo bien, el público lo refrendaba con sus aplausos, pero lo que más llamaba la atención era ver a Terrana detrás con las baquetas y los bombos. A sus 57 años, sigue teniendo una potencia descomunal. Al lucir cresta en su cabeza, parece como si se estuviera contemplando a un caballo salvaje galopando sobre un instrumento, y fija una potencia sonora que hace que nadie se despiste. Vibra todo lo que hay alrededor. Hasta en un corte lento como ‘Antojo de un dios’ sigue dejándose notar en ciertas partes y la concluye por todo lo alto.

El show terminó también muy arriba con ‘Lucero’, un tema de su álbum ‘Los poetas han muerto’ que dejó muy buen sabor de boca y provocó que la ovación final fuera de las que dejan huella. El grupo se marchó muy agradecido por haber podido participar en un día tan especial.

Israel Ramos, el cantante, merece comentario aparte. Él no es una estrella del heavy metal. Y tiene antecesores de mucho peso en Avalanch. Sin embargo, ha sabido cogerle el punto a los temas, llevárselos a su terreno y que le queden francamente bien. El público podía estar, quizá, más atento al resto de componentes, pero a Ramos también hay que añadirle al bando de los grandes vencedores de la noche.

ÚLTIMOS DETALLES PARA LUCIR UN GRAN ESPECTÁCULO

Al marcharse Avalanch del escenario, la noche empezaba a caer sobre Torrelavega. Al igual que cayó un telón para tapar lo que sucedía sobre las tablas. Los técnicos debían colocar todo para el gran momento. Faltaba media hora para lo que nadie quería perderse. Y los minutos, posiblemente, se convertían en horas para algunos asistentes.

El telón que escondía el secreto mejor guardado de Scorpions

El telón que escondía el secreto mejor guardado de Scorpions

Las 22:30 era la hora fijada para el inicio, y el grupo se retrasó sólo unos pocos minutos. Las luces se apagaron y se encendieron las pantallas gigantes, que todavía no se habían estrenado. Una a cada lado del escenario y otra al fondo de este. Y otras más dispersas por el escenario, entre la parte de abajo y la de arriba, donde estaba la batería. Proyectaron un vídeo espectacular, un recurso cada vez más usado por las bandas que se presentan ante el público en grandes pabellones o estadios.

Tras el vídeo, saltaron los cinco ídolos de la noche. Por las pantallas aparecieron los colores de la bandera de España, y Scorpions hizo sonar ‘Going out with a bang’, el tema que abre su última obra discográfica, ‘Return to forever’. Un buen ritmo, canción efectiva para los conciertos y que no contiene grandes complicaciones. Perfecta para engrasar la máquina.

Una vez que los aplausos eran generalizados en El Malecón, cayeron dos clásicos de los de siempre, ‘Make it real’ y ‘Bad boys running wild’. Ahora sí, Torrelavega era un hervidero. Arrancaba una gran fiesta.

Sin demasiado tiempo para hacer comentarios de cómo se estaba desarrollando todo en los primeros compases, empezó a sonar ‘The zoo’, una de las que raramente faltan en un concierto de los alemanes. Y tiene un momento particular este tema, que es cuando Matthias Jabs, mientras toca la guitarra, también se pone ante el micro, pero distorsionando su voz y obteniendo un sonido que se puede confundir con el instrumento de las seis cuerdas. Siempre efectivo.

LA VOZ DE MEINE

Cuatro canciones en el zurrón, y una de las cosas que ya llamaba la atención es el estado vocal de Klaus Meine. Le acaban de caer 69 años y canta igual que siempre. Se le notan las arrugas en el rostro, pero su voz sigue mostrando la misma particularidad y no se le notó ningún fallo en toda la velada. No se sabe si tiene un misterio oculto, pero ojalá no le falle nunca.

Una de las cosas que vienen bien para que un cantante no se agote durante un concierto es darle respiros a su garganta de vez en cuando. Y eso fue la quinta canción del show, la instrumental ‘Coast to coast’. ¿Quién dijo que Scorpions sólo sabe hacer baladas? No. Scorpions es un grupo de heavy metal con más de 50 años de carrera y han sacado muchos temas referentes para los amantes del rock duro.

Meine vuelve al escenario para reivindicar que Scorpions ya hacían discos (unos cuantos) en los años 70, así que se dispusieron a tocar un medley de cuatro temas de esa década, ‘Top of the bill’, ‘Steamrock fever’, ‘Speedy’s coming’ y ‘Catch your train’. Y nada oye, que los temas tienen más de 40 años y que no se quedan viejos.

Para contrarrestar, volvieron al momento actual para tocar ‘We built this house’, de su último disco, y ‘Delicate dance’, una pieza instrumental compuesta por Jabs y que estrenaron en su ‘MTV Unplugged’ de Atenas en 2013. Un signo claro de que, aunque Rudolph Schenker sea el guitarrista carismático del grupo, porque tiene 68 años y es el otro miembro fundador de la banda que queda (junto a Meine), Jabs tiene calidad para dar y tomar, y no da pocas muestras a lo largo de un concierto. En este tema, por cierto, Schenker no estaba, salió otro guitarrista al escenario, que no supe reconocer, aunque su cara sí me era familiar (posiblemente era Ingo Powitzer, técnico de Jabs).

Scorpions, en acción sobre el escenario de los Campos del Malecón. En la pantalla, Klaus Meine

Scorpions, en acción sobre el escenario de los Campos del Malecón. En la pantalla, Klaus Meine

Y, hablando de acústicos, llegó el momento de que Scorpions tuviera un momento más suave. Han compuesto algunas de las mejores baladas de todos los tiempos, aunque no suelen abusar de ellas en directo. Esta vez, prepararon otro medley de temas lentos, donde incluyeron ‘Always somewhere’, ‘Eye of the storm’ y ‘Send me an angel’. Y con todos los miembros del grupo en la pasarela delantera del escenario, incluida una pequeña batería.

Al terminar el medley, todos volvieron a sus puestos habituales, excepto Meine, que se quedó en el mismo sitio para interpretar una balada inmortal como ‘Wind of change’. Todo el mundo sacando el teléfono del bolsillo, y algún nostálgico tirando de mechero. Venían los aires de cambio, y esta canción los simbolizó perfectamente. Salió justo un año después de la caída del Muro de Berlín.

Posteriormente, Scorpions llegó a sacar una versión del tema en castellano, y Meine hizo el guiño cantando una pequeña parte en nuestro idioma. La canción acabó con esa calma característica y el símbolo de la paz en las pantallas gigantes. La ovación fue atronadora. Es imposible imaginar un concierto de esta banda sin que suene este tema.

EL ACIERTO DE FICHAR A MIKKEY DEE

Tocaba un último paso por el ‘Return to forever’ con ‘Rock ‘n’ roll band’ antes de regresar a los años 70 para que nos deleitaran con la enérgica ‘Can’t get enough’. Sí, Meine y Schenker ya son bastante mayores, y Jabs tampoco es ningún jovenzuelo. Es verdad que tocan algo más despacio que hace unos años, pero aún así se mantienen en una forma envidiable.

Y en parte ocurre esto por el que se iba a convertir en el gran protagonista de los siguientes minutos del show. El año pasado, una vez que los problemas del batería James Kottak con el alcohol requerían de más tiempo del que se pensaba para resolverse, Scorpions decidieron fichar a un músico que se había quedado sin banda: Mikkey Dee.

Sueco de nacimiento, el principal trabajo de su vida fue ser el batería de Motorhead. Pero, a finales de 2015, el alma de la banda, Lemmy Kilmister, murió de cáncer y el grupo fue disuelto. Ahora, a sus 53 años, ha recalado en un grupo más suave, pero donde él aporta la gasolina necesaria para que el público no piense que está ante una pandilla de jubilados que ya no son capaces ni de moverse. Para nada. Todos en forma, y Dee aportando una dureza con las baquetas muy sana para la música de Scorpions. Y con Pawel Maciwoda de telonero al bajo.

En este momento, Meine le presenta ante el público como nuevo miembro fijo de la banda y deciden interpretar ‘Overkill’, tema de los más reconocibles de Motorhead, y con Dee sintiéndose el amo del escenario durante unos minutos, alargados por un solo suyo después de la canción. El solo fue arrollador, apoteósico, un chute de energía que el público reconoció con otra ovación bestial. Mientras lo ejecutaba, la batería se iba elevando, para que fuera aún más visible.

El resto de la banda volvió y aprovechó la fuerza del momento para sacar punta a dos clasicazos, de los típicamente heavies de Scorpions: ‘Blackout’ y ‘Big city nights’. No cabe duda de que la banda está muy viva, y el fichaje de Dee ha podido incluso acrecentar esto y cargarles más las pilas.

Llegaba aquí la despedida del grupo del escenario, y se marcharon para después volver a hacer los bises. De momento no era un concierto muy largo, había que esperar a ver cuántas canciones quedaban. Siguieron con la vena potente de su repertorio, porque cayó un ‘Coming home’ delicioso.

En la mente, dos canciones imprescindibles. Y ahí llegaron. Primero, ‘Still loving you’. La balada. Una canción que es posible que tarde décadas o siglos en desaparecer de la cultura colectiva entre los amantes del rock. Tan tierna, tan cuidada. ¿Quién no se ha enamorado nunca con esta canción? A pesar de ser una balada, el trabajo final de la guitarra eléctrica es un punto importantísimo, aunque esta vez no lo disfruté tanto como en otras ocasiones.

Y faltaba el colofón, claro, no podía ser de otro modo: ‘Rock you like hurricane’, un último trallazo para dejar a todo el mundo saciado de rock. Otra canción imperecedera que pervivirá. No cabe otra. Va más allá del heavy. Es un superhit de la música, en general.

UNAS POCAS CONCLUSIONES FINALES

Y, ahora sí, Scorpions se reunían en la pasarela para darnos su adiós. Todo El Malecón aplaudía entusiasmado por lo que acababa de vivir. Acoger a una banda de este calibre no sucede todos los días, por mucho que la actividad de conciertos y festivales en Cantabria haya mejorado bastante en los últimos años.

Sensacional puesta en escena visual en todo el concierto

Sensacional puesta en escena visual en todo el concierto

Se podría decir, como mensaje hacia las instituciones que han organizado los conciertos del Año Jubilar Lebaniego, que la elección podría haber sido otra. Como ya se ha dicho más arriba, en 2006 el grupo elegido para el gran show de rock/heavy también fue Scorpions. Podrían haberse planteado otra opción, otro gran grupo que no haya pisado nunca nuestra comunidad.

Evidentemente, no todo fue perfecto. El concierto duró alrededor de una hora y 40 minutos, y de Scorpions siempre se espera más. Más de 50 años y con 18 discos de estudio editados, esta banda tiene para hacer un concierto de cuatro horas sin que nadie se aburra. Pero a Meine y a Schenker, si se les quiere en un buen estado, como fue el caso, no se les puede apretar demasiado las clavijas. A mí se me vienen a la cabeza varias canciones que hubieran sido un gran añadido para el repertorio, pero todo no podía ser.

Una de las críticas que han recibido en los últimos años ha sido referente a la gira de despedida que realizaron hace pocos años, y que al final no supuso la despedida del grupo. Es todo muy opinable. Tan cierto es que en esa gira sacaron un plus económico por el gancho que supone dejar los escenarios, como que, hoy día, sigue siendo un lujo poder presenciar una actuación suya. Cada uno es libre de sacar sus propias conclusiones.

Los precios no eran abusivos, al menos ese es mi punto de vista, pero es cierto que las entradas no se agotaron del todo. Las gradas estaban prácticamente a rebosar, pero la zona trasera de la pista estaba vacía. Esa zona tenía un precio poco por encima de los 40 euros. Y fue ese porque las instituciones han echado la carne en el asador para poder traer a una banda de este calibre. Si no, los precios hubieran sido más elevados con toda seguridad.

Podríamos decir que Scorpions está en el segundo escalón de los megaconciertos a nivel mundial. En el primero están los U2, ACDC, Rolling Stones o la gira de reunión que está llevando a cabo Guns ‘n’ Roses. Los alemanes no llenan recintos con 40 o 50.000 espectadores, pero arrasan en giras de pabellones de 20.000.

Y el espectáculo estuvo a la altura. El sonido se fue incrementando por cada grupo que pasaba por las tablas, y fue bueno, en general, salvo algún detalle mínimo. Y, durante Scorpions, el juego de luces fue soberbio, dando ambientaciones diferentes a cada tema, y el apoyo de las pantallas fue sensacional, porque tener tantos dispositivos permite jugar con diferentes clases de dibujos, algunos muy psicodélicos, con colores variopintos, e imágenes de lo que los componentes ejecutaban sobre el escenario. Visual y acústicamente, el show fue una maravilla. La gente salió del estadio verdaderamente contenta y satisfecha de lo que acababa de ver.

La lógica dice que Scorpions ya no volverá nunca más por aquí. Torrelavega les ha disfrutado dos veces, y es un lujo que un lugar tan pequeño y con tan poca población pueda tener a alguien de tanto renombre. Podría venir al caso una frase tan española como «que nos quiten lo bailao». Habrá que esperar unos años para ver qué próximo gran grupo se acerca cuando tengamos un evento como el Año Jubilar Lebaniego.

Como último detalle, a nivel profesional, sí me gustaría comentar un detalle a mejorar por la organización para una próxima ocasión. Los periodistas que acudimos acreditados como redactores (no los fotógrafos, obviamente) tuvimos una entrada en grada de preferencia. Para asistir como mero espectador, un sitio francamente bueno, totalmente escorado, pero sin problemas de agobios y pudiendo escuchar bien lo que sucede en el escenario. Sin embargo, lo mejor para poder realizar un trabajo correcto y hacer una crónica detallista es mejor poder tener una mayor posibilidad de moverse por el concierto, poder vivirlo más de cerca o incluso palpar sensaciones desde distintos sitios, para tener más puntos de vista que añadir al relato de lo ocurrido. Es el único pero a una organización que pareció funcionar más que correctamente durante el evento.

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3 Comentarios

  • Aranea Adventus
    15 de julio de 2017

    Muchas gracias por la parte que nos toca a Aranea Adventus.

  • Saul
    17 de julio de 2017

    creo que el guitarrista que acompañaba a matthias era Ingo Powitzer (un técnico de guitarra de Jabs)

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