La indignación del 15M se expande en la sociedad

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Hace siete años, lo que comenzó con una protesta estudiantil se convirtió en España, y se extendió a otros países, en una explosión social de indignación contra la crisis económica, la precariedad, la corrupción y la injusticia.

El 15M llenó las plazas de todo el país de miles de personas, que salieron en multitudinarias manifestaciones unidas por un sentimiento de coraje y que, de un modo u otro, no han abandonado las calles.

Así lo han manifestado este aniversario miles de personas en las redes sociales, recordando ese “despertar” que fue “el principio de todo”. Lo han hecho recordando lemas, analizando el antes y el después e incluso haciendo comparaciones. Y, como no podía ser de otra manera en una sociedad tecnológica, el impacto visual ha sido importante y las fotografías han sido las protagonistas.

Incluso ha destacado el tweet que ha puesto el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, partido que surgió al calor de esa indignación, y que ha usado precisamente una fotografía de una repleta plaza Porticada, en Santander, para demostrar que la indignación fue más allá de las grandes ciudades.

DEL “DESPERTAR” A LA ORGANIZACIÓN

La indignación se ha extendido y expandido en la sociedad, pasando de los jóvenes a los pensionistas y transformándose, en este 2018, en una explosión feminista contra el machismo, que está más instalado en las administraciones de lo que la sociedad tolera ya.

Las calles siguen repletas después de ese 15 de mayo de 2011 que lo comenzó todo. Y, cuando no lo han estado, los colectivos han seguido activos a través de múltiples movimientos que surgieron de ese epicentro de indignación.

Este mismo martes los que se han indignado por las políticas de inmigración, el abandono de los refugiados y el negocio de las guerras, tienen doble cita a las 18.30 horas: en el monumento Machichaco para protestar por la llegada de dos nuevos barcos saudís que cargarán 58 contenedores de granadas y armamento destinadas a guerras como la de Yemen. Y otra acción, en el Centro Cultural Doctor Madrazo, para protestar por los asesinatos en Gaza, que solo esta semana ya se han llevado la vida de casi 60 palestinos y ha herido a más de 1.300 por parte del Ejército Israelí, ante el silencio cómplice de la comunidad internacional.

El miércoles la indignación también será doble: por la mañana, a las 12.00 horas, los pensionistas vuelven a las calles como llevan haciéndolo semanas, abanderando las protestas contra los recortes, las escasas subidas de pensiones y la precarización de sus vidas.

Por la tarde, a las 19.30, en Delegación de Gobierno, la Asamblea Feminista ha convocado una concentración ante “la falta de compromiso político” de un Gobierno que, cuando hace los presupuestos, marca sus prioridades y que no ha financiado el pacto de Estado contra la violencia de género, dejándolo en un compromiso de papel y mirando para otro lado respecto a esta lacra social.

LA TRANSFORMACIÓN

Son tan solo cuatro ejemplos, los de esta semana, de la indignación que ha pasado a una organización de la protesta en estos últimos siete años.

Los más jóvenes han tomado también el relevo, con sus protestas en educación, por la tolerancia y contra el machismo, la LGTBfobia, la xenofobia y el odio que también se ha instalado, hay que reconocerlo, en buena parte de Europa.

Los más mayores, que recuerdan el mayo del 68, se han vuelto a armar de fuerza para salir a las calles para luchar por la vida por la que han trabajado tanto.

Los activistas por los derechos humanos trabajan incansablemente; en la calle, en el terreno, con los refugiados, recaudando fondos, difundiendo injusticias…

Las mujeres tomamos el timón también, hartas de un machismo instalado que normaliza acciones, actitudes, sentencia injustas y políticas que no son propias del siglo en el que vivimos. Donde aún se cuestiona lo primero de todo a la víctima, siempre que el crimen sea sexual o de género y lo sufra una mujer.

Incluso en sectores más concretos como los ecologistas, los vecinos de los barrios, las periodistas del ente público, en el mundo del espectáculo…

La indignación nunca se fue, solo se transformó.

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