Hay muertas que no merecen ni homenajes

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Cuando se dice que hay muertos de primera clase y muertos de segunda no es una frase hecha.

Lo vemos todos los días por las diferencias raciales, económicas, sociales e ideológicas. Y, por desgracia, lo vemos también en los motivos de género.

Porque lo sucedido estos días en un homenaje a mujeres asesinadas por la violencia machista habría sido impensable en otros escenarios.

Las velas y flores puestas como homenaje a las víctimas de la violencia machista han sido retiradas y sus impulsoras identificadas.

El acto de homenaje a un fallecido, en muchas ocasiones sin que importe que éste lo haya sido por muerte natural o violenta, es uno de los elementos que nos describen como sociedad. Un modo de expresar dolor, respeto y condolencias a los seres queridos que dejan atrás.

Hemos visto ese impulso en multitud de ocasiones en todas partes del mundo. Es un acto que nos une como humanidad, sin entender de diferencias de nacionalidad, color, ideología o religión.

Cada vez que alguien importante se nos arranca de la vida u ocurre un acto desalmado surge esa imagen. En cada atentado terrorista o muerte de un personaje público la estampa siempre es la misma: Flores y velas. Mensajes, dibujos y pancartas o incluso banderas.

En Cantabria, hemos visto esa imagen en multitud de ocasiones por personas y situaciones que nos han robado el aliento.

En 2015, en Santander se rindió tributo a Amparo Pérez, la anciana fallecida tras luchar contra el desahucio de su casa por parte del Ayuntamiento. Las velas y las flores llenaron el lugar donde se ubicaba su hogar y también la plaza del Consistorio de Santander, la institución que ordenó su derribo.

Unos años antes, los racinguistas homenajeamos también al histórico Manolo Preciado tras su muerte, llenando de pancartas, pero también de flores y velas una parte del estadio de El Sardinero; como también hicieron los gijoneses en El Molinón.

Hace apenas unas semanas, asesinaron fríamente a una joven Celia Barquín que tenía todo un futuro prometedor pero, sobre todo, una larga vida por delante. Tanto en Cantabria como en Iowa, su ciudad de adopción donde acudía a la universidad y se estaba haciendo un gran nombre como golfista, hemos homenajeado a esta chica, con el corazón en un puño por su injusto final. Las imágenes de la vigilia que realizaron sus compañeros en Iowa con velas han dado la vuelta al mundo, emocionándonos a todos con su despedida.

Porque eso es lo que es: Un homenaje de despedida tan extendido y generoso que cuesta creer que haya quién lo vea con malos ojos.

Pero eso hemos visto este fin de semana en Cantabria. Cuando unas pocas mujeres, representantes de las Asambleas Feministas de Cantabria y de la Comisión 8 de Marzo han sido apercibidas por realizar este homenaje.

Tras la muerte de Amparo Pérez se colocaron velas en homenaje a la anciana en la entrada del Ayuntamiento.

Porque un agente de policía ha considerado este homenaje un delito y ha movilizado varias unidades móviles, provocando que aquellos que paseaban este viernes por el centro de Santander temieran que hubiera ocurrido algo grave.

Lo grave ha sido que se arrancaran las esquelas con las que estas activistas recordaban y homenajeaban a las mujeres asesinadas en el mes de octubre por la violencia machista en España. Lo grave ha sido que se apagaran sus velas y se apartaran las flores sin más miramiento, como si no significase nada.

Porque se considera que hasta los homenajes a algunas muertas supone un delito por el que se ha identificado a tres personas, amenazándolas con multarlas por la aún vigente -pese a tantas promesas- Ley Mordaza. Todo ello en una interpretación no solo partidista –porque es la primera vez que se denuncia un acto así- sino que tendrá que esperar si es confirmada por un Delegado de Gobierno que se ha manifestado públicamente en contra de esta ley o queda en un acto desproporcionado y absurdo de alguien que se ha excedido de sus funciones.

No puedo evitar comparar todos los casos para darme cuenta, una vez más, que las víctimas de la violencia machista están más solas y en peligro que nunca. Tras el mes de septiembre más negro de los últimos años, vivimos en un país en el que se da altavoz desde instituciones públicas a un partido que niega esta violencia (una de sus dirigentes ha llegado a afirmar, sin sonrojarse y sin ningún dato que le ampare, que el 80% de las denuncias son falsas) y que pide eliminar la ley que las protegería mejor si estuviera dotada económicamente y no fuese casi poco más que palabras bonitas y un conjunto de normas que cada juez interpreta como prefiere.

Es esa sensación de congoja, de saber que hasta alguien que fallece en un accidente de coche tiene derecho a unas flores en el punto fatídico donde acabó su vida pero que homenajear a varias mujeres asesinadas es visto, para algunos, como un delito a perseguir hasta con un número de policías propio de quien ha atracado un banco o provocado una pelea multitudinaria.

Las muertas de segunda no merecen justicia, pues a algunos solo les han importado para molestarles cuando sus asesinatos salen en los informativos y se expone una realidad social abrumadora.

Las muertas de segunda no merecen homenajes, pues se trata de multar a quienes los organizan.

Las muertas de segunda no merecen homenajes, porque se las sigue considerando muertas de segunda clase.

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2 Comentarios

  • Miriam
    5 de noviembre de 2018

    Es lo más grave, indecente e indignante que he visto en mi vida. No se que han pensado los policias, ni el delegado de gobierno cuando ha confirmado las sanciones, ni cuando ha tenido el valor de convocar a una reunión para hablar. ¿De qué quiere hablar? Que pida disculpas en nombre de sus policias o no hay nada que hablar.
    Ni olvido ni perdón

  • Fernando Diaz
    6 de noviembre de 2018

    La sensación que da el ver ciertas reacciones sobre este asunto es que lo que se espera es tener una especie de Bula. Sí, es como echar de menos un privilegio una vez te acostumbras a él.
    En este suceso habrá que esperar a ver qué ha ocurrido realmente. La pinta que tiene es la de que las protagonistas, con la ley en la mano, han dado por buena una libertad que no les corresponde: concentración ante un edificio público incluyendo “decoración exterior” no autorizada.

    Si este tipo de acción no está permitida, sin autorización previa, a cualquier colectivo en general. ¿Por qué tiene que estarlo para uno en concreto?

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