El Vietnam árabe: fin de una guerra subsidiaria

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Según un informe de Amnistía Internacional fechado a mediados del pasado marzo relativo a la guerra civil que sufre Yemen desde hace cuatro largos años, “hasta fechas recientes, gran parte del mundo ignoraba la existencia de este encarnizado conflicto y apenas tenía noticia de sus devastadoras repercusiones para las personas atrapadas en medio del conflicto».

Guerra en Yemen

«Sin embargo, el año pasado el conflicto adquirió mayor notoriedad y ha aumentado la presión sobre todas las partes implicadas. Varios países, como Países Bajos Bélgica y Grecia, respondiendo a la presión de la opinión pública, han suspendido total o parcialmente las ventas de armas a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y otros miembros de la coalición. A raíz del asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, varios Estados europeos anunciaron la suspensión de las transferencias de armas a Arabia Saudí, como Noruega, Finlandia y Dinamarca”, añade el informe

Nada nuevo bajo el sol. EL FARADIO informó en numerosos artículos que Occidente no sólo ignoró uno de los peores conflictos de inicios del siglo XXI y que va camino de superar en brutalidad a la guerra en Siria. También suministró armamento pesado al país que lidera la “Coalición Islámica frente al terrorismo” (Arabia Saudí), cuyas acciones contra el régimen rebelde houthi con base en Sana’a -capital del país-, se han cobrado la terrible cifra de 60.000 muertos y más de 19.500 heridos según cifras de la Comisión Europea y han obligado a dejar sus hogares a no menos de 2 millones de personas sobre un total de 21 millones de habitantes. Unido a ello, las terribles condiciones de insalubridad causaron una pandemia de cólera por la cual uno de cada veinte niños del país se han visto infectados por dicha bacteria.

Tampoco se citó que la economía en ruinas de un ya denominado “estado fallido”, junto al bloqueo naval y aéreo, dio pie a una hambruna que podría llegar a afectar a casi la mitad de la población.

Mientras, obscenamente, embarcaciones como el Bahri Jazán tomaron la ciudad de Santander como puerto de referencia para cargar armas con destino a la guerra de Yemen, sin que ninguna autoridad gubernamental tomase parte activa para preguntar el cómo, cuándo y a dónde iban destinados los contenidos de dicho buque.

Sólo organizaciones cívicas como “Pasaje Seguro” , desde mediados de 2018 se manifestaron junto al Cabo Machichaco exigiendo a los Gobiernos autonómico y central, junto a la Administración de Capitanía Marítima que ejercieran medidas ante la violación continua del derecho internacional por parte de dichos cargueros y del país cuya bandera portaban. Esta organización recogió el testigo de la comisión vasca “Ongi Etorri Errefuxiatuak” que logró que dichos buques no pudiesen fondear en el puerto de Bilbao.

Ahora, en su cuarto año de larga guerra, el conflicto yemení ve una simetría con lo que fue la Guerra en Vietnam de 1954-1974.

Uno de los principales países de la “coalición”, los Emiratos Árabes Unidos ha planteado su progresiva retirada de primera línea de combate tras sufrir 200 bajas y perder 4 aviones de combate y 7 helicópteros.

Ya desde 2017 los líderes del emirato, ante la continua sangría de efectivos, optaron por contratar subrepticiamente a mercenarios de nacionalidades tan dispares como australianos, nepalíes, panameños o estonios mediante la tristemente conocida Blackwater Inc. (hoy rebautizad a como Academy Global Services), cuyo fundador, Eric Prince, ha sido acusado de crímenes de lesa humanidad por las tropelías cometidas por sus empleados -rebautizados como “contratistas”- durante la ocupación de Irak entre 2003-2011.

El miedo igualmente a que dicha guerra lleve a un conflicto regional en el cual se mediría el pulso entre dos potencias de credo islámico, pero cada una con su agenda particular (Arabia Saudí, apoyada sin fisuras por la Administración Trump e Irán, con el apoyo entre bambalinas de Rusia y Turquía), hicieron que el primer ministro de los Emiratos, el jeque Al Maktum optase por decir secretamente en una reunión de la Liga Árabe “no aguantamos más, nos retiramos”.

Cita que posteriormente fue desmentida por la prensa oficial del país admitiendo que “es cierto que han ocurrido ciertos movimientos de tropas pero en modo alguno se trata de un redespliegue». «Seguimos plenamente comprometidos con la coalición saudí y no vamos a dejar un vacío en ese país”, agregaban.

Mientras, Yemen se desangra y si bien durante casi 35 años el país estuvo dividido en dos (época más dura de la Guerra Fría, con un sur gobernado por un partido marxista y un norte integrista financiado desde Riyadh), hoy día tal cual en Libia, el país se encuentra despedazado en cuatro áreas de influencia controladas por milicias:

El norte, con el movimiento Ansar Allah / Houthíes (yemeníes de credo chií, supuestamente controlados por la teocracia iraní), una zona central bajo el dominio de la rama más beligerante de Al Qaeda (la sección de la Península Arábiga -autores entre otros muchos ataques del sufrido por la redacción de Charlie Hebdo), la zona oriental donde se reagrupó el mal llamado Estado Islámico y un sur con aspiraciones secesionistas que combate el último reducto del presidente reconocido de malas maneras por Occidente (Mansour Hadi). Lamentablemente, la sangría no cesa. El síndrome de Vietnam, 45 años después; ha pasado de las selvas asiáticas al desierto arábigo.

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