Hagamos Justicia literaria, en el Día de las Escritoras

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Este 14 de octubre se celebra el Día de las Escritoras, conmemoración iniciada en España en octubre de 2016 para recuperar el legado de las mujeres escritoras, hacer visible su extensa producción literaria y combatir la discriminación que han sufrido a lo largo de la historia y que siguen padeciendo hoy en día.

Esta exclusión resulta palpable en varios frentes. El primero sería el de los premios literarios que en su gran mayoría siguen recayendo en hombres. El segundo sería la extremadamente reducida presencia de libros escritos por autoras tanto en bibliotecas como en librerías (a excepción de aquellas especializadas en temas de género). La mayoría de los fondos literarios de las bibliotecas de nuestro país están compuestos fundamentalmente por literatura escrita por el género masculino. Un buen ejemplo de ello nos lo proporciona el catálogo bibliográfico de la Biblioteca Nacional de España, de cuyos 1.351.143 títulos registrados en el año 2019, tan sólo 232.047 corresponden a autoras (es decir aproximadamente el 15%).

Para visibilizar esta realidad la asociación feminista Clásicas y Modernas ha llevado a cabo la actividad “El misterio de las mujeres desaparecidas en las bibliotecas” para la que se reserva una estantería separada de las demás y en ella se van colocando las obras escritas por mujeres. El resultado visual es totalmente revelador al igual que demoledor. El tercer lugar en el que resulta flagrante la escasa presencia de mujeres es en los libros de texto de Lengua Castellana y Literatura, donde ésta es del 12% e incluso, a medida que los contenidos ganan en profundidad, las féminas pierden relevancia en ellos.

Frente a toda esta invisibilización literaria, hace años tomé la decisión de priorizar la literatura escrita por mujeres, para intentar compensar de alguna manera todos los años anteriores en los que tanto desde la escuela, como desde las bibliotecas se promovía y se sigue haciendo, fundamentalmente, la literatura escrita por varones. Esta decisión me ha llevado a leer y a descubrir a grandes referentes femeninos.

En este ejercicio de justicia literaria he podido descubrir a mujeres fascinantes que me conmueven y a las que admiro plenamente, no solo por su obra literaria, sino también por su vida personal que me parece ejemplar. A pesar de que son muchas, hoy quiero mencionar especialmente a dos que han pasado bastante desapercibidas dentro del panorama literario.

La primera es la poeta ultraísta española, Lucía Sánchez Saornil y la segunda la escritora y exploradora franco-belga, Alexandra David-Néel. A la primera, la descubrí hace ya años al investigar sobre la publicación feminista que se editó entre 1936 y 1938, Mujeres Libres. Al aprender que junto a Amparo Poch y Mercedes Comaposada, Lucía fue una de sus fundadoras, me empecé a interesar por su vida y obra. Fue una grata sorpresa evidenciar que fue una mujer adelantada a su tiempo. Publicó poesía y ensayo en las grandes revistas del momento, especialmente en publicaciones anarquistas como Tierra y Libertad o Solidaridad Obrera. Durante toda su vida tuvo un fuerte compromiso político y fue una gran defensora de la emancipación de las mujeres. Al estallar la Guerra Civil en 1936, participó activamente como periodista en el frente y formó brigadas femeninas de trabajo. Su manera de vivir y amar la hicieron pionera en el mundo homosexual ya que su relación con América Barroso era visible dentro de sus círculos político-sociales. Al ganar la guerra civil el bando nacional, ambas huyeron a Francia y más tarde, con la II Guerra Mundial, volvieron para vivir anónima y discretamente en Valencia. Fue tras conocer su vida tan comprometida con la justicia social, cuando empecé a interesarme por su obra y sus poemas se encuentran hoy en día entre mis favoritos.

Alexandra David-Néel llegó hace ocho años a mi vida, cuando mirando en una librería entre las estanterías de literatura de viaje me topé con una de sus obras Voyage d’une Parisienne à Lhassa, cuyo título ha sido traducido al español por Mi viaje a Lhasa. Me cautivó todo lo que leí en él, las sugerentes descripciones de los paisajes y la gente y sobre todo el espíritu aventurero y valeroso que Alexandra tenía, ya que se convirtió en la primera mujer europea en entrar en la capital prohibida del Tíbet, Lhasa, vestida como mendiga. Y si a todo eso le sumamos que esta hazaña la logró a principios del siglo XX, aún tiene más mérito. Al mismo tiempo que leía este relato empecé a investigar sobre su vida y me sorprendió lo polifacética que había sido. No solo se dedicó a viajar por Túnez, la India, Tíbet, Nepal, Japón, Corea, China y Mongolia, aprendiendo el sánscrito y la lengua tibetana; sino que también fue cantante de ópera, periodista, activista política libertaria, pianista, compositora, fotógrafa y conferenciante. Se convirtió en una importante librepensadoras del S. XX, al igual que en un ejemplo de mujer independiente que tuvo una vida fascinante, a la vez que desarrolló una extensa producción literaria.

Para concluir, os invito a descubrir y a leer a mujeres escritoras y a disfrutar de su producción literaria, no solo en este día sino siempre. Y extender esta invitación a todas las personas de vuestro alrededor, porque necesitamos tener referentes femeninos en nuestras vidas.

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