La carta de la trabajadora del CAD de Sierrallana que llegó al Congreso de los Diputados

El diputado de Unidas Podemos, Rafa Mayoral, dio lectura a la misiva de Alba Millán Pérez en la que anima a seguir el camino difícil de "construir, aportar, dejarse la piel y buscar soluciones" frente al camino fácil de "la búsqueda de culpables" || FOTO (archivo): Las trabajadoras del CAD de Sierrallana fueron Premio Faradio al Espíritu Crítico
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Texto íntegro de la carta:

En el Centro de Atención a la Dependencia (CAD) de Sierrallana atendemos a personas adultas con grandes necesidades de apoyo tanto físico como cognitivo. Estas necesidades hacen que el día a día normal sea difícil de organizar, así que imaginad la complejidad organizativa en una situación como la actual.

Estamos ante una pandemia que ha puesto en jaque al mundo entero. Muy pocas personas pueden decir que recuerden algo parecido a lo que estamos viviendo. La situación nos ha venido grande y no es para menos; a todo ello se ha sumado el desabastecimiento general de equipos de protección individual, que nos lo ha puesto aún más difícil.

¿Quién puede decir que no haya sentido miedo en algún momento? ¿Quién puede decir que no es una de las situaciones más difíciles que haya vivido? ¿Quién no ha sentido en algún momento, durante estos días, que su mundo se viene abajo? Yo, en el CAD Sierrallana, lo he sentido con mayúsculas.

Personalmente decido seguir el camino difícil, unirme a la gente que suma, que sonríe, que trabaja en equipo, que aporta, que respeta…

Ante esta situación, tenemos la posibilidad de seguir dos caminos: el fácil y el difícil.

Si escogemos el camino fácil sólo tenemos que sentarnos a buscar culpables, a enjuiciar las soluciones que otros proponen, a dejarnos dominar por el miedo, a evadir responsabilidades, etc. No culpo a las personas que han elegido este camino; la situación es muy difícil. Pero hoy no vengo a hablar de ellos, ya se les ha oído demasiado.

Yo quiero hablar de toda esa gente que ha tomado la opción de construir; de aportar; de dejarse la piel todos los días; de buscar soluciones, etc. En el centro son fáciles de identificar porque son las personas que en estos días difíciles no hablan, actúan. Por eso, yo quiero darles voz aquí y ahora, por su valentía; por su solidaridad; por contagiar alegría y esperanza; por dibujar sonrisas en personas tan frágiles; por entrar al trabajo todos los días dispuestas a dar lo mejor de sí mismas a pesar de que el cansancio se acumule hora tras hora, día tras día, semana tras semana.

Yo quiero hablar de todo lo que me estoy encontrando estos días por el camino difícil, un camino que, aunque muy duro, también es bonito y emocionante. Me he encontrado con enfermeras haciendo turnos interminables para atender a todos los usuarios como es debido; a personal de limpieza proponiendo mejoras para facilitar el trabajo de todos; a auxiliares en primera línea de batalla y trabajando y aportando ideas desde el aislamiento de sus casas; a psicólogas y trabajadora social moviendo muebles; a fisios y terapeuta desinfectando estancias; a integradoras apoyando a auxiliares; a ordenanzas corriendo por los pasillos para aportar su grano de arena; a técnicos de mantenimiento trabajando duro para que todo esté a punto; a médicos dejándose la piel todos los días de la semana sin descanso; a trabajadores que se presentan voluntarios para ayudar a coordinar esta situación caótica dejándose en ello hasta la salud. Como una sólida cadena en la que cada eslabón es crucial.

Me he encontrado con equipos más unidos que nunca trabajando sin descanso; a trabajadores llorando por el positivo de un usuario; a personas y empresas donando material; y he compartido aplausos espontáneos para animarnos los unos a los otros cuando las fuerzas se van acabando.

Toda libertad conlleva un riesgo. Personalmente decido con toda libertad seguir el camino difícil, unirme a la gente que suma, que sonríe, que trabaja en equipo, que aporta, que respeta…. Porque estoy segura de que saldremos de ésta reforzados y más humanos. Porque el escalofrío que recorre mi espalda cada vez que veo toda la humanidad y solidaridad que sale de la gente no tiene precio.

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