«Uno se da cuenta de la fragilidad humana»

Paula Celis, una estudiante MIR incorporada al frente sociosanitario en Cantabria, relata su experiencia en el programa 'Lo de Évole' de la Sexta y se derrumba al contar el fallecimiento su primera paciente durante la crisis del Coronavirus
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El alto porcentaje de contagios entre el personal sanitario llevó al Gobierno central la llamada a filas de estudiantes de Medicina, médicos internos residentes (MIR) que están terminando la carrera y haciendo prácticas, y que se están enfrenando a situaciones muy difíciles para «recién salidos de la cáscara», como informar a familiares del empeoramiento de salud de los pacientes.

Paula Celis, una de las MIR incorporadas a la primera línea en Cantabria, protagoniza una secuencia del último programa de ‘Lo de ‘Evole’, que presenta el periodista Jordi Évole en La Sexta. Es la cuarta entrega de ‘Lo de quédate en casa 4’, en el que el famoso presentador contacta de forma telemática con entrevistados e introduce píldoras de testimonios de esta crisis sanitaria, como es el caso de Paula Celis.

La secuencia refleja el cambio de estado de ánimo de una joven estudiante con inquietudes, desde que se apunta a la bolsa de voluntarios del Colegio de Médicos y es llamada para empezar en un hospital sociosanitario, hasta el fallecimiento de su primera paciente.

En un primer vídeo, Paula explica cómo recibió el ofrecimiento para trabajar con «nervios, emoción, saltos y así», antes de pasar a repasar una parada cardiaca y «todas esas cosas» que conocen en la teoría pero no en la práctica. «Esperemos que todo vaya bien, estoy muy nerviosa y ojalá pueda ser útil y no sea muy complicado», concluye en esa primera parte.

La joven sanitaria explica en un segundo vídeo su paso por una breve cuarentena, tras dar positivo una paciente a la que supervisaba. Como vive con su hermano y sus padres, y su padre atiende a su abuela que es muy mayor, decide contactar con unos «buenos amigos de la familia que tienen un piso en Santander» y se aísla, con algo de comida y de ropa extraida de la «zona contaminada» en que se ha convertido su cuarto.

Sin embargo pronto vuelve al trabajo «porque se considera que la exposición con la paciente positivo no ha sido estrecha», que ha llevado guantes y mascarilla «todo el rato» y, por lo tanto, «según el protocolo, como estoy asintomática, el personal sanitario tiene que incorporarse a trabajar». «Vuelta a la carga y al pie del cañón», se despide enérgica.

Es en el tercer vídeo cuando se derrumba: «Es el primer día que reviento en casa. Hace dos meses estaba haciendo el MIR con mis compañeros, sin experiencia, con muchas inquietudes. Y ahora mismo vengo de hablar con unos familiares de un paciente que está muy malito y  de contarles que en las próximas horas, si se pone peor, el médico de guardia les llamará y les contará que a lo mejor pueden entrar a despedir de él, a dos metros de distancia como mínimo, vestidos como si fueran buzos o astronautas, y decirle adiós, sabiendo que las últimas horas está solo. Y la verdad es que me emociono porque estamos recién salidos de la cáscara y son cosas que en las prácticas nunca das estas noticias, nunca informas de estas o de otras, incluso de que el paciente ha fallecido».

En ese momento recuerda que «el otro día falleció mi primera paciente – se emociona- y es un poco duro». «Uno se da cuenta de la fragilidad humana, que incluso en un mundo desarrollado todo lo puede echar abajo», concluye.

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