“Esto es una rueda y nos tenemos que ayudar los unos a los otros”

Librerías, peluquerías y pequeñas tiendas de barrio comienzan su particular desescalada.
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Después de dos meses de este parón económico, muchos servicios esenciales y de primera necesidad han reabierto esta semana sus puertas. La pandemia del Covid-19 ha supuesto enormes pérdidas económicas para el pequeño comercio.

Pérdidas que algunos comerciantes no han podido sufragar, por lo que se han visto obligados a echar el cierre definitivamente, mientras que otros confían en la solidaridad de los ciudadanos.

Del rosa al amarillo

“Esto es una rueda y nos tenemos que ayudar los unos a los otros”, apunta Victoria Bueno, propietaria de la tienda santanderina de ropa Del Rosa al Amarillo.

Para el sector textil, el escenario ha coincidido con el inicio de la nueva campaña de verano,; por lo que se plantean introducir rebajas para poder sacar adelante el stock. “Tú tienes que incentivar la compra y animar a la gente ahora mismo a que compre”, recalca.

Todo se hace cumpliendo con las estrictas normas higiénicas del Gobierno: ahora se atiende a un cliente y bajo cita previa.

Es el caso de las librerías, donde antes podías pasar tranquilamente para hojear un libro. Ahora esto ha cambiado y es el librero o librera quien te lee la contraportada del libro que te pueda interesar.

Como explica Paz Gil, propietaria de la librería Gil, en la Plaza Pombo, “no se pueden tocar los libros y no hemos dejado que toque la gente ningún libro”.

Durante este período de confinamiento hemos tenido mucho tiempo libre para poder disfrutar de nuestro ocio, o actividades que en nuestro día a día no podíamos dedicarles tiempo. Es el caso de la lectura, cuya actividad se ha incrementado durante estos duros meses. Poder adentrarnos en otros mundos, viajar en el tiempo, o engancharnos a una historia de ciencia ficción nos ha permitido por un momento desconectar de la realidad.

Y eso ha supuesto que las librerías han aumentado sus pedidos online: “la gente en general nos escribía pidiéndonos libros y diciendo que necesitaban lecturas”, relata Paz Gil, que aprovechó la cuarentena para impulsar una tienda online que ya tenía, pero en un papel secundario dada la especial importancia que le dan en la librería al trato con el lector.

Agradecida a las muestras de cariño y apoyo recibidas durante las semanas de la cuarentena, Paz Gil recalca que “lo más importante para nosotros es que se mantenga la cadena del libro”. Es decir, insiste en que ahora debemos acudir a los libreros para adquirir títulos y no directamente a las editoriales si queremos mantener esta cadena.

Frente a esta incertidumbre, el sector de las peluquerías parece ver un poco la luz. Tras semanas de retoques en casa, melenas y raíces, ha sido el más demandado y han comenzado esta desescalada con las agendas llenas.

Como nos cuenta Chema, propietario de la peluquería Chesan: “ahora mismo sí parece que hay una afluencia, ha sido mes y medio sin acudir a la peluquería, ahora mismo las agendas están llenas”.

Como todos, este sector también se ha tenido que adaptar a los cambios para garantizar la seguridad de sus clientes, de modo que la imagen habitual de peluquerías llenas, charlando seguramente de la “crónica del corazón” con revista en mano, ya no va a poder ser, al menos, durante un tiempo.

No sólo se han quitado las revistas, también se han desechado esos frascos inútiles que se acumulaban año tras año, se han quitado algunos muebles y decoración, todo ello para mantener las superficies lo más limpias posibles y cumplir con las distancias de seguridad.

Al igual que el resto de comerciantes han adoptado las medidas higiénicas necesarias. “Tenemos el felpudo desinfectado en el que tienen que limpiarse los pies, tenemos el gel, tenemos unas batas desechables que se la damos a la clienta para que ella misma se la ponga. A partir de ahí, ya tiene una atención personalizada para ella desde que entra hasta que sale y la intentamos aislarla lo máximo posible”, enumera.

Ahora es estrictamente necesario acudir con mascarilla. “Hay gente que le molesta y claro, es algo que no podemos permitir, pero, creo que la gente está viniendo dentro de todo eso muy concienciada”, afirma.

Este sector se ha visto obligado a reducir el número de clientes. “Ahora mismo estamos atendiendo cuatro clientas por turno porque tenemos la suerte de tener los metros suficientes para distanciarlas dentro de lo que es el local”, informa. No obstante, el propietario, confía poco a poco en poder adaptarse.

Si esta ‘nueva normalidad’ ha elevado al primer plano la importancia de los cuidados y evidenciado que cuidarse uno también supone cuidar a los demás, los comerciantes apelan a extender este criterio.

La compra en el comercio local no sólo supone ingresos para mantener su actividad, sino que es algo “circular” que supone “ser solidarios con nosotros mismos” ya que incentiva el consumo y el empleo en otros sectores y permite sumar ingresos a las arcas públicas para financiar servicios o ayudas a quienes lo necesiten. “Tenemos que estar juntos, me parece fundamental que haya mucha colaboración con la ciudad, porque va a ser difícil”, insta Paz Gil.

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