Polanco, un pueblo en silencio

Desde que el pasado jueves entrase en vigor el confinamiento del municipio, la vida social en Polanco ha desaparecido. (Foto: Trini Herrera)
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Desde que el jueves entrase en vigor la orden de confinamiento perimetral de Polanco, los vecinos siguen con sus rutinas diarias respetando las normas sanitarias impuestas.

El único bar que existe en el centro del pueblo, el ‘Sotileza’, está totalmente cerrado y su terraza, siempre muy animada, está estos días totalmente vacía.

Junto al bar sí encontramos abierto el quisoco y también la pequeña tienda que vende pan y otros artículos de primera necesidad, pero cerrada está la puerta de la peluquería y también la del banco.

Abierta está también la tienda de ultramarinos regentada por Vero. Está abierta ahora, porque ha tenido que cerrar un par de semanas recientemente ya que su responsable tuvo que autoconfinarse por contacto con un positivo. Pero estos días, si que atiende en horario de mañana y tarde a los vecinos que se acercan para hacer la compra, siempre cumpliendo con las medidas sanitarias exigidas.

Un poco más allá, la iglesia, que tiene limitado el aforo a 10 personas y que dejó de dar misas pero parece que esta semana retomará la misa diaria a la que habitualmente asisten las monjas del colegio La Milagrosa y dos o tres feligresas más, con lo que se respetan las exigencias de aforo.

Cerradas encontramos a pocos metros tanto la Casa de Cultura como la Biblioteca. Cerradas al público, porque dentro de la bilioteca está María, el alma de este premiado centro que irradia amor por la lectura a grandes y pequeños vecinos de Polanco. «Tenemos paralizado el préstamo de libros durante estos 15 días que nos han confinado, pero aquí hay mucho que hacer. A finales del año pasado nos distinguieron como una de las 10 mejores bibliotecas de España en municipios de 5.000 habitantes y nos dieron 10.000 euros para comprar libros y otros materiales necesarios para el centro, así que estamos ahora mismo invirtiendo esos fondos. Cuando volvamos a abrir, vamos a tener la biblioteca fantástica, llena de novedades», nos cuenta.

Cerca de ella está Ana , que lleva el Centro Joven de Requejada, trabajando en nuevos proyectos para poner en marcha cuando puedan volver a realizar actividades.

Les preguntamos si conocen algún positivo en el pueblo y Maria nos cuenta que sabe de un niño que comenzó con una erupción cutánea y ha dado positivo, pero no conoce ninguno más. A ella el virus ya le impidió disfrutar del momento en que concedieron el premio a la biblioteca, porque justo entonces ella estaba confinada. «dimos positivo los tres de casa y también mi madre, pero, afortunadamente lo pasamos como si fuese una gripe», explica.

Cerradas están también todas las instalaciones deportivas, incluidos pabellones, skate park y pumb track, aunque estén al aire libre.

En general, se ha clausurado toda actividad no esencial y se han limitado los contactos sociales, ya que dentro de los domicilios solo se permite estar a las personas convivientes y en los espacios públicos, se reduce a un máximo de cuatro personas.

En las calles apenas se ve gente. Tampoco es habitual ver más bullicio que el de la terraza del bar, o el de los padres recogiendo a los niños a la salida del colegio,  pero los vecinos parecen estar concienciados de que lo mejor es quedarse en casa.

«Después del duro confinamiento del mes de marzo, este es mucho más liviano, porque podemos salir, no nos tenemos que quedar en casa como la otra vez y, en ese sentido, se lleva mejor. Yo creo que con los datos que tenemos, es necesario tomar medidas de este tipo, así que aquí estamos, dando paseos y poco más, porque con el bar cerrado, la vida social sí que se limita mucho. Al final son 14 días, que se pasan rápido. Confiemos en que los datos mejoren y podamos ir recuperando la normalidad». Quien habla así es Tino Barrero, un vecino muy popular que ha sido responsable de la Casa de Cultura hasta su jubilación hace unas semanas.

La gran paradoja de Polanco es que después de  que los vecinos hayan estado meses  pidiendo un autobús para poder ir a Torrelavega, el servicio se ha puesto en marcha coincidiendo con el confinamiento perimetral del municipio con lo que ahora tienen medio para ir a la capital del Besaya, pero no pueden hacerlo porque no está permitido salir de Polanco.

Trini ha sido una vecina muy activa en redes haciendo ver la necesidad de contar con un autobús. «Es que si no tienes coche, solo te queda la opción de coger un taxi. Aquí siempre hemos tenido autobús, pero lo quitaron y nos dejaron sin servicio. Hemos estado meses pidiendo que restablecieran el servicio y, ahora que hasta nos han construido una parada, no podemos utilizarlo», se lamenta. Trini que, al igual que los otros usuarios, tampoco entiende muy bien que hayan tardado tanto en poner en marcha el servicio para después hacerlo con unos horarios imposibles. «Es que si vas a las diez, por ejemplo, y resulta que los comercios cierran a la una, pues hasta las tres menos cuarto no puedes volver. Dicen que han tenido en cuenta un estudio de la universidad para organizar los horarios. Digo yo que nos podían haber preguntado a los usuarios, que es más fácil, pero así se ha quedado», nos explica.

También se nota algo menos de tráfico. Por la acera pasan Mari Cruz y Mari Juli, dos vecinas que hace tiempo superaron la edad de jubilación y que salen a dar su paseo diario de una hora. Después, cada una a su casa, como siempre «que hay que cuidarse y, por el bien de todos, respetar lo que nos piden que hagamos», nos dicen.

 

 

 

 

 

 

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