Los vecinos de Primero de Mayo, dispuestos a ir a los tribunales

Tras 10 años pagando un alquiler con opción a compra, la promotora privada tasa ahora estas viviendas de protección oficial en el máximo permitido. Conocemos la historia de Begoña.
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Cuando en 2011 Begoña consiguió una de las 140 viviendas de protección oficial de Primero de Mayo pensó que por fin podía reiniciar su vida.

Separada, con dos hijos menores a su cargo, un contrato a media jornada en un supermercado y todas sus pertenencias calcinadas en el incendio del piso en el que había vivido hasta ese momento, se encontraba en un momento vital en el que no sabía por donde tirar.

La casualidad hizo que una de las clientas del supermercado donde trabajaba, enterada de su historia, le hablara de la promoción que hoy protagoniza la polémica. Ella era secretaria de la empresa que construía estas Viviendas de Proteción Oficial y animó a Begoña a apuntarse en las listas de solicitantes de vivienda protegida para poder optar a uno de los pisos. La suerte se puso de su lado y así es como  accedió a ese piso de 57 metros cuadrados que comparte desde entonces con sus dos hijos.

VOLVER A EMPEZAR

«Para mí, conseguir esa vivienda fue como abrir una ventana y que comenzara a entrar aire fresco», nos cuenta.

En aquel momento fue una oportunidad para volver a empezar tras un pasado, cuanto menos, difícil.

Sus padres la animaron y le ofrecieron ayuda para ir saliendo adelante.

«Cuando fuí a la oficina a formalizar el contrato, me explicaron que necesitaba un aval bancario, que me tuvieron que firmar mis padres. Además, me dijeron que tenía que dejar una mensualidad en depósito, que en el precio del alquiler iba prorrateado el IBI y que incluía el IVA correspondiente y que, si después de 10 años como inquilina, quería comprar el piso, me descontarían el 33,3% del dinero que iba pagando cada mes. Me explicaron también que era difícil calcular cuál sería su precio pasados esos diez años, pero hicieron una estimación en torno a los 90 ó 98 mil euros. Yo lo vi factible y me sentí afortunada por tener ante mi esa oportunidad», explica Begoña.

Como desde el principio tuvo claro que ella iba a ejecutar ese derecho a compra, no dudó en hacer ciertas mejoras en la vivienda «siempre pidiendo permiso», especifica.

Así, cambió la bañera por un plato de ducha, pues padece artritis crónica y llegó un momento en que la obra se hizo necesaria. También cambió el suelo de baldosa del salón por uno de madera, más cálido y confortable. Todo con mucho esfuerzo, trabajando por las tardes en el supermercado y por las mañanas en donde podía, pues en su casa solo entraban sus ingresos.

SATISFACCIONES PERSONALES

Su gran satisfacción durante esos años fueron sus hijos. «Son buenos chicos, la verdad. Entendieron la situación y se adaptaron a lo que tocaba. Luego, gracias a la ayuda de mis padres, han podido estudiar lo que han querido. Uno en la universidad y otro un grado de FP. Ellos comparten la habitación que es un poco más grande y yo me quedé con la pequeña. Y contentos. Si venían visitas, se quedaban en el salón. Este piso lo sentimos desde el principio como nuestra casa. Nos ha permitido ser felices y así ha sido hasta ahora que nos dan este susto», nos cuenta.

Tan convencidos estaban de que iban a poder comprar el piso por una cantidad ‘razonable’, que cuando sus padres necesitaron ayuda, pues su padre tiene pérdida de memoria y su madre se quedó ciega, buscaron la forma de que pudiesen quedarse, en las mismas condiciones que ella, con el piso de al lado que se había quedado vacío.

«Ellos necesitan ayuda y yo no quiero que vayan a una residencia mientras yo pueda echar una mano, igual que ellos me la echaron a mí cuando lo necesité. Nuevamente la secretaria de la promotora me echó una mano con los papeles y aquí llevan ya tres años, puerta con puerta», explica Begoña.

10 AÑOS PAGANDO ALQUILER, IBI E IVA

En abril se cumplen los 10 años de su contrato de alquiler. Justo ahora, cuando veía que por fin iba a poder comprar el piso, le llega por correo una notificación de la constructora en la que le recuerdan que dos meses antes de que venza ese plazo, tiene que decidir si quiere hacer uso de la opción de compra o no y, a continuación, le informan de que su piso de 57 metros cuadrados tiene un precio de 210.000 euros.

«Imagínate», me dice, «es que no me lo podía creer. Desde que recibí esa carta no pienso en otra cosa. No puedo ni dormir, porque no se que voy a hacer. En ningún momento pensé que pudiera pasar algo así. No sé, no sé…. «

‘VIVIENDAS ASEQUIBLES PARA PERSONAS VULNERABLES’

Los 140 vecinos de la urbanización se encuentran en una situación similar. Las tasaciones de la empresa les han cogido totalmente por sorpresa. Begoña es de las primeras que llegaron y, por eso, para ella es urgente solucionar este trámite, pues sus 10 años como inquilina vencen en junio y en abril tiene que confirmar si sigue como inquilina, si compra o si se va a otro sitio. Una decisión nada fácil dadas sus condiciones. «Es que la publicidad de estos pisos decía: ‘viviendas asequibles para personas vulnerables’. Tu me dirás si estos precios que nos dan ahora son para personas con ese perfil. Nosotros, los vecinos somos gente trabajadora y ahora con 51 años los bancos no te tratan como cuando tienes  35 o 40, que es la edad que tenía cuando me metí en este piso», se lamenta.

EL GOBIERNO NO PUEDE CAMBIAR LOS PRECIOS

EL FARADIO ha hablado con la directora general de Vivienda, Eugenia Gómez de Diego, quien explica que las condiciones de venta de la promoción del Primero de Mayo están reguladas en el Plan de Vivienda 2005-2008, al que se acogió el promotor para construir el inmueble, y que “por mucho que personalmente la cuantía me pueda parecer elevada, no está en mi mano poder modificar un Plan que se aprobó hace 15 años”.

“Me gustaría poder ayudar a los vecinos, pero legalmente el promotor no está cometiendo ninguna ilegalidad, por lo que no está en mi mano modificar unas condiciones de compra que se firmaron en el año 2011”, ha explicado Gómez de Diego, que ha pedido a los servicios jurídicos del Gobierno que estudien si existe algún resquicio legal para poder intervenir.

Por último, Gómez de Diego, que se ha reunido con el promotor para pedirle que ajuste los precios a la realidad del mercado actual, ha recordado que asumió la responsabilidad de la dirección general de Vivienda tras las elecciones celebradas en mayo de 2019, de modo que ha querido aclarar que no ha tenido ninguna participación en la fórmula estipulada para calcular el precio máximo de venta de las viviendas, como interesadamente han querido atribuirle.

ACUDIR A LOS TRIBUNALES

Los vecinos han hecho una piña y han apostado por la unión para tener más fuerza. Han acudido a un despacho de abogados para solicitar asesoramiento y están dispuestos a ir a los tribunales.

Preferirían no tener que llegar tan lejos y conseguir antes un acuerdo con la promotora. Por eso, su prioridad pasa por negociar.

No tienen mucho tiempo y sí algunas esperanzas pues creen que la información que han recibido durante todos estos años ha sido engañosa por parte de la empresa promotora. Todos cuentan historias parecidas de sus reuniones individuales con  los representantes de la constructora a la hora de firmar contratos y consultar cuestiones determinadas. Siempre entendieron que tras diez años tendrían opción a comprar la vivienda a un precio acorde con esas ‘personas vulnerables’ a las que aludía la promotora cuando promocionaba los pisos. Por eso no se van a quedar de brazos cruzados.

Begoña es una mujer fuerte, obligada por la vida que le ha tocado vivir. Intenta, también ahora, ver algo de luz en esta situación tan oscura. «Me planteo poder llegar a un acuerdo con la promotora. Yo, con un precio justo, podría, con mis padres meterme en una hipoteca por algo parecido a lo que estoy pagando, pero si veo que es inviable, me tendré que marchar, porque la opción que nos dan es seguir otros siete años de alquiler. ¿Y luego?», se pregunta.

«Se han burlado de las ilusiones y del esfuerzo de mucha gente. Yo estoy sola y he luchado mucho para llegar hasta aquí. Justo ahora que parecía que empezaba a respirar, con mis padres aquí al lado, con los niños que han podido estudiar lo que han querido, ahora nos dicen esto y es que te hunden. Esta casa era una esperanza, una ilusión y ahora todo eso pende de un hilo».

 

 

 

 

 

 

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