Al aire libre en tiempos revueltos

Comienza julio, que señala ya el año y medio de pandemia, y los hosteleros de Torrelavega no saben en qué situación se encontrarán tras el verano. La incertidumbre y las dudas siguen marcando sus pasos. Hoy hablamos con algunos de ellos.
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“Dos cafés, por favor”. Mientras esperamos a que los sirvan, Cristina de Souza, propietaria de la cafetería Morrison de Torrelavega, pone en silencio su teléfono móvil y comienza a explicar la cronología de los acontecimientos ocurridos desde que tuvo que cerrar su negocio (que comparte con su socio Javier González) por primera vez como consecuencia de la pandemia, el 14 de marzo de 2020.

“Antes de la pandemia éramos seis empleados, de los cuales cuatro entraron en ERTE, aunque en cuanto se pudo, salieron y volvieron a trabajar”, asegura Cristina, que recalca que la experiencia ha sido difícil, pero que, al tiempo, ha vivido momentos que le han demostrado la empatía de las personas.

“Me siento afortunada por las personas que me rodean. Las propietarias de los locales (se refiere además del de la cafetería, al almacén contiguo), nos contactaron en abril y nos dijeron que pagaríamos solo la mitad hasta volver a la normalidad”. Por tanto, los meses de abril, mayo y junio solo abonaron la mitad de los alquileres. Además, Cristina recuerda que varios proveedores retrasaron el cobro de las facturas pendientes hasta verano, cuando, según afirma, “se volvió casi a la normalidad”.

LA CRUDEZA DEL OTOÑO

Las cosas cambiaron con la llegada del otoño, cuando las restricciones empeoraron las cosas: “Desde octubre a marzo abrimos solo las mañanas de días sin lluvia. Echamos números y nos salía mejor estar cerrados que abrir. Sé que es difícil creerlo, pero así es”. Además de todos estos aspectos, la situación sanitaria ha obligado a los locales a adaptar sus espacios, tanto interiores como las terrazas, cuyo impuesto ha sido congelado por el Ayuntamiento de Torrelavega durante 2020 y 2021.

Sobre este respecto, la concejala de Comercio del consistorio torrelaveguense, Cristina García Viñas, ha asegurado a este diario que “desde el Ayuntamiento hemos puesto todo de nuestra parte y tienen todo nuestro apoyo” y que la actitud de los hosteleros de la ciudad, a los que califica como “un ejemplo”, les hace sentir “orgullosos”. Concreta que “el ocio nocturno, que ha permanecido más de un año cerrado, ha sido una de las secciones de la hostelería más afectadas, pero ha demostrado ser un ejemplo intachable, como el resto del sector”.

OCIO NOCTURNO

Y es que las discotecas, pubs y locales de apertura nocturna han sido los más perjudicados, junto con los que no disponían de espacio para habilitar una terraza y han tenido que cerrar en los meses más duros de la pandemia. Así lo confirma Manuel Blanco, propietario del restaurante y discoteca el Refugio de Tanos: “Desde marzo de 2020 la discoteca ha permanecido cerrada, salvo dos fines de semana del verano. Ahora hemos abierto de nuevo con todas las medidas exigidas, aunque no queremos que se masifique ni correr riesgos, porque la salud de todos es lo primero”.

A las pérdidas, hay que sumar las inversiones. Cristina y su socio han invertido alrededor de 9000 euros en mobiliario, adaptación de la terraza y en material sanitario y de limpieza en el Morrison. En declaraciones a El Faradio, Ángel Cuevas, presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC) alerta sobre la “delicada” situación de la hostelería en general y de la de la capital del Besaya en particular, al tiempo que asegura que “la facturación de la hostelería de Torrelavega bajó alrededor de un 60% en 2020 y en lo que va de año se ha podido perder sobre el 30%”. Cuevas considera “insuficientes” las ayudas recibidas, y pese a que muestra confianza en que con los fondos europeos mejore algo la situación, afirma que “no creemos que estas ayudas cubran más del 10% de las pérdidas ocasionadas por la pandemia”.

DESGASTE

Pero a todos estos factores hay que añadir el desgaste psicológico de los trabajadores de la hostelería. Según aseguran, se han sentido señalados como culpables de los contagios, objetivo de la crítica y constantemente afectados por las medidas que Sanidad ha ido aplicando desde otoño y hasta la llegada de la primavera. En este sentido, Irene Ceballos, propietaria de Bodegas Monasterio, confirma que el cansancio es “mental y físico”. Tal y como detalla, “el trabajo ahora es más físico y más en nuestro caso, que no tenemos acceso directo a la terraza. Además, las labores de limpieza y desinfección se han multiplicado”. Irene es la tercera generación que gestiona el negocio y recuerda que “hay muchos clientes de toda la vida a los que no hemos visto desde el inicio de la pandemia”.

Muchas de estas personas han sufrido los efectos de una crisis que ha afectado a nuestra salud, ha roto nuestros moldes y que nos ha demostrado que somos un conjunto y que las acciones de uno pueden afectar a muchos. Quizás, y gracias a la vacuna, se pueda atisbar el final de la crisis sanitaria, pero, sin duda, será difícil recuperar esa normalidad que todos anhelamos tanto.

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