«Las pegatinas de los 90 servirían para hoy»: el militarismo vuelve a las aulas

Un padre denuncia que el instituto Leonardo Torres Quevedo acogió una conferencia sobre las funciones del Ministerio de Defensa de manos de las Fuerzas Armadas españolas, en la que se explicaron además los requisitos de acceso.
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Hace unos días, Álvaro del Rincón, padre de una alumna de 3º de la ESO en el instituto Leonardo Torres Quevedo, se sorprendía cuando su pareja le enseñó una publicación del centro educativo santanderino en Instagram.

Junto a la foto, el texto  «Capitanes de las FF.AA. visitan al alumnado de bachillerato con una conferencia sobre las funciones del Ministerio de Defensa y los requisitos de acceso a las FF.AA», acompañado de los hastags #fuerzasarmadas y también #orientacionlaboral.

Álvaro mezcla en este caso la preocupación familiar por la educación con su trayectoria activista: ha estado militando y participando en movimientos sociales desde los 14 años. Y entre las campañas que promovieron se encontraba precisamente una contra el militarismo en las aulas, allá por el año 98. Por eso mismo le resonó tanto cuando vio la publicación: «las pegatinas y carteles que preparamos servirían a día de hoy», enfatizaba en conversación con EL FARADIO.

Incluso ya antes de esa fecha se movilizaba por la insumisión en un contexto donde la mili era aún obligatoria. Una época en la que por el Ejército debían pasar todos, así que no tenían que «salir a la calle a buscar reclutas, a buscar carne de cañón». Por eso le afloró un sentimiento de impotencia: no puede ser que sigamos igual.

¿Cuál es el principal problema de mostrar las funciones de un Ministerio del Gobierno central? La cuestión no es esa, ya que «nos guste más o nos guste menos, las Fuerzas Armadas juegan un papel dentro del Estado», precisa. La cuestión es, según explica, ir a «vender» las bondades o facilidades de tener un sueldo y sacarte un título, con el fin de encontrar posibles futuros reclutas. Pero, contrapone, esa estrategia oculta «la realidad de cuarteles plagados de denuncias por abuso, acoso, racismo…»

Con este caso, Álvaro del Rincón detecta una contradicción en la enseñanza: los valores de espíritu crítico y diálogo que se les enseña a los jóvenes «chocan de raíz con el ejército, el militarismo y todo el lenguaje bélico».

Él considera un error introducir esta vía militar como una salida más en lo laboral.

Sin embargo, ha querido dejar claro que, si bien no le parece acertada la conferencia del ejército, tampoco entiende la visita de ninguna otra empresa en oferta de empleo. «El objetivo de estudiar o formarte no debe ser el tener un puesto de trabajo, sino adquirir unos conocimientos que te sirvan para desarrollarte en lo que tú quieras». Y pone un ejemplo: independientemente de querer ser bombero, te puede interesar mucho la filosofía y una cosa no debe estar reñida con la otra.

Educación en España

Los planes educativos han ido variando en reiteradas ocasiones, intentando convertir la educación progresivamente «en lo que siempre ha querido el sistema capitalista», afirmaba Álvaro del Rincón, lamentando que el Plan Bolonia, dirigido a las carreras universitarias, favorece mayormente la mercantilización y privatización.

Apunta que el sistema cada vez está más interesado en que la educación prolifere en puestos de trabajo y rentabilidad económica, más que en una generación de jóvenes formados con pensamiento crítico y conocimientos que puedan utilizar en su día a día.

El no conseguir llegar a un acuerdo claro y duradero en el ámbito de las leyes educativas lo estima como «uno de los grandes déficits que tenemos en el Estado español», ya que es el pilar donde se va a sustentar el futuro de nuestro país. Reflexiona sobre los nuevos presupuestos que se están negociando para los ministerios, ascendiendo el de Defensa a la vertiginosa cifra de los 10.000 millones y dejando a Educación en apenas la mitad.

Debate público

Si bien la comunidad educativa la forman los trabajadores de la enseñanza, los propios alumnos y las familias, «sigue siendo uno de los pilares de la sociedad y, por lo tanto, lo que ocurre ahí dentro debería importarnos a todos».

«Hay ahora mismo todo un debate para derogar la reforma laboral, evidentemente hay que hacerlo; hay un debate para derogar la ley mordaza, evidentemente hay que hacerlo», pero reitera en añadir a la educación en un debate público altamente necesario. Y, al menos, tener en cuenta el debate de fondo.

No solo se refiere al intento de sacar la filosofía de las aulas mientras la religión católica gana terreno, sino en prestar atención a preguntas más generales que aún parecen no tener cabida en la mente de los ciudadanos: ¿qué es la educación, qué papel juega en la sociedad y cómo queremos que se desarrolle?

Quizás, apuntaba, se podría comenzar por las asociaciones familiares que forman parte de los centros educativos: las AMPA. «Encontramos pocos espacios y, en general, las familias no hacen mucho por participar», lamentaba.

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