Vivir en la calle, dormir ¿en dónde?

No hay espacios para la gente sin hogar en Santander. O tal vez sí, pero es evidente que algo falla, cuando cada noche encontramos personas pasando la noche a la intemperie. Celebramos el Día de las Personas sin hogar y hemos hablado con algunas de ellas.
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Paloma vive en la calle. Es una más de las personas que pasan el día sentadas en algún banco de la zona centro, caminando por las calles o pidiendo unas monedas en cualquier esquina. Lleva consigo una mochila con todas sus pertenencias y desde hace ya cinco años, allá donde va lo hace acompañada por su perro. Con ella pasa gran parte del tiempo también su amiga Celia, que ocupa las horas de forma parecida. A veces tienen pareja, a veces no. A veces pasan hambre, a veces no. A veces sienten frío, a veces no. A veces discuten, a veces no. Lo que nunca tienen es un techo bajo el que cobijarse cuando cae la noche, así que hay que buscarse la vida cada día. Un garaje, un soportal, la entrada un poco resguardada de un local vacío o, en el mejor de los casos, un cajero cerrado, con el frío y  la lluvia al otro lado del cristal. Pero tampoco eso es siempre posible. Las entidades bancarias no están aquí para ofrecer cobijo a las personas, y si no, que se lo pregunten a la gente de la Pah o a Stop desahucios. Pero en este caso es literal: las oficinas bancarias no están para que vaya cualquiera allí a pasar la noche.

Sara también conoce bien lo que es vivir en la calle, con lo puesto. En sus mejores tiempos pudo pagarse una habitación en distintos pisos compartidos: «en uno había tal cantidad de cucarachas que se metieron dentro de la televisión y se estropeó», me cuenta. «En los cajeros tampoco es fácil. Si tienes suerte, puedes dormir hasta las siete de la mañana, que hay que salir de allí porque ya van a limpiar o a abrir la sucursal y, entonces, recoges tus cosas y sigues durmiendo en un banco en la calle o donde puedes. Pero hay veces que los cajeros detectan por las cámaras que hay gente allí y te avisan por los altavoces de que te tienes que ir, que ese no es sitio para dormir y, si no lo haces, mandan a la policía. También es frecuente que venga personal de seguridad a echarte y, en algunos cajeros, para que no puedas dormir y te tengas que marchar, te ponen música a todo volumen», cuenta. También hay cajeros automáticos que han optado por tirar tabiques y puertas para no resultar tan ‘acogedores’.

«A veces me han ofrecido ir a dormir a algún piso compartido o así, pero es que no aceptan perros y yo no me voy a separar del mío. Lo hice una vez y no aguanté, porque piensa que lleva conmigo desde pequeño y yo estoy muy acostumbrada a estar con él, es el único que me da cariño», me contaba Paloma la semana pasada ya acostada en su saco de dormir dispuesta a pasar la noche en un cajero de La Caixa. Al salir del recinto, una pareja esperaba fuera para sacar dinero. Miraba a Paloma metida en su saco dentro del cajero: «como que no hay sitios donde ir», dijeron. Pero está claro que la solución no es tan fácil cuando sigue habiendo personas viviendo en las calles.

Hace unas semanas, el Ayuntamiento de Santander  con el apoyo de la Fundación La Caixa y CaixaBank (los mismos de los cajeros)  ponía en marcha un año más  la iniciativa ‘Ola de Frío’: un equipo que cada día entre las once y las dos de la madrugada recorre las calles de la ciudad para ofrecer comida y abrigo a quienes duermen en la calle.

Gema Igual, alcaldesa de Santander, recordaba entonces que ‘Ola de Frio’ se establece como un programa complementario a la iniciativa ‘Educadores de Calle’ que se lleva a cabo con la Cocina Económica y que ha atendidos a 40 personas: «los primeros datos nos indican que son unas 20 las personas que habitualmente viven en la calle», unas cifras muy por debajo de los que manejan otras organizaciones. Pero es difícil cuantificar su número y, por otra parte, tampoco es fácil definir exactamente qué se entiende por ‘sin hogar’, porque además de las personas que literalmente viven en la calle, están las que hacen su vida en garajes sin suministros, en lugares precarios o en pisos compartidos con otras familias, entre otras situaciones puntuales.

CIUDAD HOSTIL

El mobiliario urbano se concibe contra los sintecho

Lo cierto es que resulta difícil encontrar un lugar dónde pasar la noche en una ciudad como Santander. En realidad, a juicio de Román San Emeterio-Pedraja, vicedecano del Colegio de Arquitectos de Cantabria el problema es que las ciudades no favorecen que las personas nos ubiquemos en un lugar determinado y permanezcamos largo rato.

«Los bancos son incómodos, distantes o se colocan mirando hacia una pared en vez de hacia un espacio abierto. Hay escasez de espacios donde permanecer quietos. Puede haber piezas de mobiliario estupendas, pero son insuficientes. El espacio urbano es hostil para quedarse quietos. Se está expulsando del espacio público a las personas que no están en movimiento», explica a EL FARADIO.

San Emeterio-Pedraja considera que este es un fenómeno que se ha agravado en los últimos años y que afecta todo el mundo occidental. Se fomenta que los ciudadanos estén en el espacio público, pero que lo hagan siempre en movimiento y, en caso de permanecer quietos, que sea en lugares ligados al consumo, como las terrazas de los establecimiento de hostelería.

«Es que permanecer en un espacio determinado ya casi es un acto de rebeldía, pero no es una cuestión que tenga tanto que ver con las personas sin hogar, porque afecta a la ciudadanía en general. Es difícil encontrar un lugar para sentarse en el centro de la ciudad. Como mucho, se puede encontrar un banco para descansar un rato, pero no para permanecer allí toda una tarde sin más. En los aeropuertos, por ejemplo, es imposible tumbarse, porque los lugares de descanso tienen reposabrazos por todas partes, para dificultar que la gente se acueste a descansar», explica.

Por otra parte, considera que los cajeros  los portales o las entradas de los comercios tampoco son sitios para dormir. «Al final son espacios privados que tienen otro uso. Entiendo que las personas que están en la calle busquen espacios más o menos adecuados, pero es que no nos podemos conformar con eso. Hay que buscar soluciones y está claro que hay algo que falla en el sistema tal y como lo tenemos montado, porque aunque existen lugares para dar cobijo a esas personas, las casuísticas son muy diferentes y no todos encajan en lo que se ofrece ahora mismo».

CONCENTRACIÓN EN SANTANDER

Este jueves a las doce, con motivo del Día de las Personas Sin Hogar, Cáritas Diocesana de Santander ha convocado una concentración en la Plaza Porticada de Santander para visibilizar esta situación. A falta de datos oficiales se calcula que en nuestra región puede haber unas 300 personas sin hogar, incluyendo viviendas inadecuadas (chabolas, chupanos, lonjas o espacios similares), viviendas inseguras por el hacinamiento o malas condiciones de salubridad o directamente en la calle, encontrando cobijo en cajeros bancos, puentes, etc…

Cáritas invita a organizaciones sociales, instituciones y ciudadanos en general a sumarse a la concentración de este jueves, para mostrar con este gesto su solidaridad con las personas sin hogar y para visibilizar una situación que con la Covid19 no ha hecho otra cosa que empeorar. En el transcurso de la concentración se leerá un manifiesto de apoyo a las personas que se encuentran en ese laberinto, cuya salida resulta imposible de encontrar.

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