Un Puerto con pocas fisuras antes de instalar las concertinas

Durante los últimos cuatro años se ha venido hablando de un gran volumen de intentos de saltar la valla del Puerto, pero son muy pocos los que han resultado fructíferos
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La Autoridad Portuaria de Santander (APS), tanto con el actual presidente, Francisco Martín, como con su antecesor en el cargo, Jaime González, ha ido advirtiendo de las consecuencias que podía tener para el Puerto la presencia de personas migrantes tratando de franquear la valla. En su intento por salvaguardar la actividad económica y empresarial que allí se desarrolla, han querido remarcar siempre la importancia de la seguridad para evitar que los migrantes se convirtieran en polizones a bordo de barcos con destino al Reino Unido.

Sin embargo, la APS no está reuniendo, o no los comunica al menos, datos que reflejen la urgencia de la situación. En la actualidad tienen colocadas concertinas en parte del perímetro de la instalación portuaria, y desde el PRC, partido al que pertenece Martín, se ha insistido en la necesidad de reforzar la seguridad con medios humanos y materiales. Y, una vez que el Ministerio del Interior acceda a ese refuerzo, se quitarán las cuchillas.

La asociación Pasaje Seguro ya se ha dejado oír en varias ocasiones respecto al tema de la seguridad en el Puerto y el trato inhumano hacia los migrantes que tratan de marcharse de Santander hacia Reino Unido. Más ahora cuando se está recurriendo a un elemento como las cuchillas, que pueden suponer un problema de salud grave si una persona que trata de saltar la valla se corta con ellas.

Ahora pretenden reflejar que no hay datos que avalen las tesis de la APS. Dicen que no se trata de negar un problema, pero piden que el Puerto sea más transparente mediante la transmisión de los datos que tiene sobre los intentos de saltos y las personas que acaban consiguiendo colarse dentro del Puerto.

En 2018, la Guardia Civil decía haber impedido unos 900 intentos de salto. Y también daba cuenta de que la efectividad que tenía a la hora de evitar los saltos de la valla superaba el 93%. Además, reflejaba también que en verano se concentraban el 35% de los intentos de todo ese año, pero el porcentaje de intentos evitados en ese momento fue del 98%. 63 personas lo consiguieron en 2018, y sólo siete en el periodo que va de julio a septiembre.

En ese año fue cuando la valla se elevó hasta los cuatro metros de altura. Es lo que la APS consideró como la solución que detendría los intentos de los migrantes por entrar en el perímetro del Puerto.

2019 fue un año donde aumentaron notablemente los intentos de salto, llegando hasta los 2.400. Sin embargo, no se dio el dato de cuántos de ellos fueron exitosos y cuántos fueron frenados por los elementos de seguridad que protegen este espacio.

En 2020, el año de la llegada de la pandemia, las cifras del Puerto hablan de 1.400 intentos de salto, pero la efectividad de las fuerzas y cuerpos de seguridad fue mucho más alta, pues sólo lograron evitarla el 0,5% de las personas que lo intentaron. Un total de siete.

Cuando nos situamos en 2021, la APS decía, en el mes de mayo, que se estaban produciendo del orden de 10 o 15 intentos diarios, pero sin querer decir que hubiese migrantes que lo estuvieran consiguiendo. En octubre, hace cuatro meses, ya se hablaba de una veintena de tentativas diarias.

Por eso se anunció un aumento de la seguridad. El pasado mes de junio se habló de siete vigilantes de seguridad adicionales, y una convocatoria para un proceso de contratación de otros 13 agentes para la policía portuaria, que se sumarían a los 45 que ya había. Sin embargo, este incremento en el personal no se consideró suficiente y se decidió colocar las concertinas.

A la vista de estos datos, Pasaje Seguro cree demostrado que el Puerto de Santander «no es un coladero», sino que la seguridad es de una gran efectividad y por eso no cabe ahondar en medidas cada vez más lesivas para el grupo de migrantes albaneses que sigue intentando marcharse de Santander.

La asociación exige datos de personal que logran colarse en los barcos, o las sanciones recibidas por empresas por no evitar llevar polizones en su interior, o cuántas son las embarcaciones que dejan de venir a Santander por este problema. Y se preguntan también de qué sirven las concertinas y con qué objetivo se colocaron.

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