«Mientras no tengamos garantía mínima de protección, seguirán vandalizado el homenaje a los republicanos en Ciriego»
Muchas veces nos hemos referido a José Manuel Saiz Viadero por su labor de recopilar documentos de toda una vida. Una manera de ver su entorno y la evolución que ha tenido con el paso del tiempo. Ahora, todo ese trabajo ya ha quedado digitalizado y está a disposición de quien quiera consultarlo, gracias a la iniciativa y el esfuerzo del propio historiador y de GC Proyectos Digitales, que ha conseguido hacer un archivo con toda esa documentación.
Antonio Ontañón también ha dedicado muchas horas a la recopilación de datos, historias y libros que tienen que ver con el legado de la II República y con la etapa más oscura de la historia de España. De hecho, el fruto de ese trabajo también llegó en forma de libro, que se llama ‘Rescatados del olvido
Ha corrido el riesgo de perder todo ese trabajo, pero justo antes de este nuevo aniversario de la proclamación republicana, el 92, ha podido recuperarlo. Además de libros o recortes, ha recuperado un escudo de la II República tallado en roble macizo, o un busto de Manuel Azaña. Por eso se siente aliviado.
Aliviado y generoso. Ha decidido donar mucho de su material a la asociación Desmemoriados, otro colectivo de Cantabria que se empeña en no olvidar.
Hay muchos pasajes de la historia que permanecen en una penumbra difícil de disolver. Desmemoriados no sólo hace hincapié en los años de la II República o de la dictadura franquista, sino que rememoran otras cosas un poco más recientes, como el caso Almería, en el que tres personas hicieron un viaje desde Cantabria hacia esa provincia andaluza para ir a una comunión, pero por el camino un grupo de guardias civiles les confundió con terroristas de ETA y no pudieron completar el viaje. O también los hechos acaecidos en marzo de 1987 en Reinosa, dónde un trabajador murió en el contexto de unas protestas laborales que fueron duramente reprimidas.
Ontañón tiene ahora el detalle de cederles ese material para que quede a buen recaudo y siga habiendo personas que insistan en no sepultar una parte de la historia. La parte que cuentan los perdedores de la Guerra Civil, porque los ganadores ya tuvieron mucho tiempo para contar e imponer su verdad
Pero también va a donar 15 archivadores a la Fundación Bruno Alonso, y tiene previsto hacer donaciones al párroco Ernesto Bustio y a la Asociación de Vecinos del Barrio de San Francisco.
Todavía hoy se están aprobando leyes, a nivel estatal y autonómico, que pretenden avanzar en la reparación a los familiares de las víctimas de la dictadura, 84 años después del final de esa trágica guerra, y 48 después de que concluyera el no menos trágico régimen.
Sin embargo, todavía hay quienes no toleran que se revisen aquellos años. Y una muestra la tenemos en el cementerio de Ciriego, en Santander. Ya son tres las veces en que se han vandalizado los elementos de homenaje a las víctimas, como lamenta Ontañón en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA.
El investigador vaticina que esto no termina aquí. Que volverá a pasar. Por eso pide que se instalen cámaras en el lugar. Sería una forma de dificultar que los vándalos actúen de nuevo y que lo hagan con total impunidad.
Su trabajo, principalmente, ha sido identificar a personas asesinadas cuyos restos descansan en el camposanto santanderino. Cuenta que muchos fueron «enterrados anónimamente».
Un acuerdo entre la jerarquía eclesiástica y el dictador Franco tenía como objetivo que «de los rojos no quedase ni rastro. Por eso no anotaba sus nombres» el párroco de la época, Juan Soto Vidal. Ontañón explica que se les aplicó una «doble ejecución, la física con bala y la jurídica con el desconocimiento en el registro de Ciriego.
Sin embargo, el investigador fue capaz de identificar a 1.225 víctimas. «Crucé los datos de personas en el cementerio con los datos de las cárceles de las que salían para ser fusilados». Fue la manera de dignificar a aquellas persona
Este viernes volverán al cementerio. Lo llevan haciendo desde 1980, cuando solicitaron colocar un trilito para homenajear a las víctimas. Su petición fue aceptada por el alcalde de entonces, Juan Hormaechea, que les dejó utilizar la manzana 52 del cementerio, la más grande de todas. «Ese 14 de abril vino mucha gente. Y se trajo tierra de las demás fosas comunes de Cantabria y se depositó en el centro», recuerda.
En 2001 fue cuando se instalaron nueve monolitos con todos los nombres certificados por Ontañón, puestos por orden alfabético. Por dos veces los vándalos se llevaron la placa conmemorativa, que después se incrustó en el suelo «para que no la pudieran levantar». «Ahora nos han machacado el símbolo de la República. Nos ha costado 700 euros cambiarlo», porque el Ayuntamiento de Santander dice que esos elementos no pertenecen a la ciudad, por lo que la asociación ha tenido que correr con los gastos.
Este año regresarán para leer unos versos de Antonio Casares, poeta lebaniego fallecido hace justo dos años y que dedicaba algunos versos a los republicanos caídos. Es un evento abierto donde cualquiera puede participar. También se leerá un manifiesto y sonará el himno de Riego.
Pero además, Ontañón va a cantar en el evento. Concretamente, una canción de los trabajadores unidos que fue compuesta en la prisión provincial de Santander en mayo de 1968, aunque sigue siendo una canción muy desconocida.
No le cuesta dedicar unos versos a quien quiera escucharlos. Es otra manera que tiene de recordar que hace ya cerca de un siglo se intentó modernizar a España con un régimen democrático. Un intento de que entrara luz en un país repleto de sombras. Se impuso la reacción ante eso, y todavía se sigue recordando lo que pudo ser y se torció hasta límites verdaderamente crueles. Queda el homenaje, y también las ganas de reclamar una mayor memoria democrática.