Los tanques Leopard que España cede a Ucrania parten este viernes desde Santander

España manda seis tanques Leopard, de momento. Han sido reparados, testados y enviados hasta el Puerto de Santander
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Finalmente, será el barco holandés Bore Wave el que se encargará de transportar los tanques hasta Polonia. Por ahí entra la ayuda militar que recibe Ucrania, debido a las dificultades que entraña el Mar Negro. Este barco ha llegado esta mañana de viernes hasta Santander, y tiene prevista su salida a las 19:00.

Según publica Europa Press, los tanques fueron reparados en la factoría de la empresa Santa Bárbara en Alcalá de Guadaíra (Sevilla), después pasaron pruebas de certificación en Cerro Muriano (Córdoba), en la base del Ejército de Tierra, y después fueron trasladados por carretera hasta el Puerto de Santander.

La agencia de noticias comenta también que hay 20 vehículos blindados para el transporte de personas que también van a ser entregados a Ucrania en este mismo lote. Además, se está trabajando en otros cuatro tanques para que puedan volver a ser operativos y entregárselos, de igual forma, al país presidido por Volodimir Zelenski.

En el muelle Margen Norte es donde se alojan estos carros de combate. Los materiales que tienen que ir hacia Polonia están guardados en una nave de la empresa Cantabriasil.

El envío de armamento a Ucrania ya se ha convertido en una constante desde que empezara la invasión rusa de ese país. Es algo en lo que se han puesto de acuerdo los miembros de la OTAN, pese a que Ucrania no es un Estado miembro. Y ha habido cierta contestación ante el hecho de que haya un apoyo militar dentro de este conflicto, en parte por las posibles represalias de Rusia. Pero también por no haber tenido el mismo comportamiento en otros conflictos abiertos.

El envío de material militar desde el Puerto de Santander no es nuevo. Ya se vivió cuando la naviera saudí Bahri pasaba por aquí a recoger armas y llevarlas a su país, para después utilizarlas en la guerra de Yemen.

Son varias las ONGs que señalan ese conflicto como el mayor desastre humanitario de los últimos años, pero eso no ha servido para que la respuesta desde Occidente haya sido notable. Aquí no hay un acuerdo para defender a quienes son atacados, sino que se vende armamento a los atacantes y se les deja venir a recogerlo.

Primero fue en el Puerto de Bilbao donde pasaban a cargar armas. Pero allí comenzó un movimiento de resistencia, con el bombero del puerto bilbaíno Ina Robles como cabeza más visible. Bahri cambió entonces de destino, y empezó a hacer paradas en Santander y también en algunos puertos mediterráneos españoles como Motril y Sagunto.

En Santander también hubo movilizaciones, promovidas por la asociación Pasaje Seguro, para que el Puerto no acogiese esos barcos, cuya finalidad era servir armas y munición para una guerra que seguía alargándose y que aún no ha concluido.

Bahri hace ya un tiempo que no pasa por aquí, que se sepa. Pero sus paradas en el Puerto de Santander eran una confirmación de que hay determinados discursos que sirven para determinadas situaciones y que no se atienden para otras. El tráfico de armas es un comercio excepcional, o así es como se le trata muy a menudo.

Y esto colisiona con otra actitud muy distinta del Puerto de Santander. Y es el trato a los migrantes albaneses que permanecían en un edificio abandonado de Nueva Montaña, con la intención de ir a Reino Unido para reunirse con familiares suyos.

En este caso hemos vivido discursos de criminalización de personas migrantes. También que serían la ruina del Puerto, y que las empresas que operaban en él se acabarían marchando a otros lugares.

Se denominaba a los migrantes como polizones, una palabra utilizada de manera despectiva contra personas que no habían conseguido colarse en ningún ferry. Por lo tanto, no eran polizones.

Se llegó a hablar del Puerto como un «coladero» o «la casa de tócame Roque» por parte de partidos políticos representados en el Parlamento de Cantabria. Discursos que nunca defendían a las personas en situación de vulnerabilidad, sino que mostraban la cara más xenófoba de nuestra clase política.

Pero la acción contra los migrantes no quedó en meros discursos, sino que el Puerto acabó por instalar cuchillas en parte del vallado de esta instalación. No vieron otra posible solución. De nuevo, contestación social e incluso denuncias ante el Defensor del Pueblo, que acabó considerando que ese sistema de defensa no se correspondía con la defensa de los derechos humanos. Y menos teniendo en cuenta que los intentos de saltar la valla han sido infructuosos en un porcentaje uy alto de los casos.

Finalmente, el puerto ha ido encontrando mejores sistemas de seguridad que no hieran a personas. Cámaras y drones de videovigilancia o mayor personal de seguridad han sido soluciones posteriores, demostrando que las concertinas no eran necesarias, aunque todavía no han sido retiradas.

Y mientras tanto, los hechos iban desmintiendo a la propia Autoridad Portuaria de Santander. Por un lado, porque se llegó a decir que prescindir de las paradas de la naviera saudí Bahri sería una muy mala noticia económica, y por otro porque se vaticinaba el desastre por el efecto de los migrantes que querían.

La realidad es que el Puerto ha ido presumiendo de resultados económicos de récord en los últimos años. Incluso en tiempo de pandemia han podido sortear las dificultades que han ido surgiendo. Y ahora ya se centran en los problemas que causa la guerra de Ucrania y el alza de precios, y ven ahí una posible amenaza para las cifras de actividad que tiene la Autoridad Portuaria.

Sin embargo, se acaba de inaugurar la nueva terminal de Boluda, una empresa encabezada por todo un expresidente del Real Madrid como Vicente Boluda, y que no tendría mucho sentido que viniera a un sitio donde no pudiera hacer negocio. Se prevé que se aumente en un millón el número de toneladas que lleguen hasta el Puerto a partir de este proyecto.

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