Concentración frente al Puerto de Santander por las armas que salen desde él hacia Ucrania

Los seis tanques Leopard que, de momento, España envía para ayudar a la defensa de Ucrania pasaron por el Puerto de Santander antes de ir hasta Polonia, para terminar el camino hasta el destino por tierra. En su día, por el Puerto también pasaron barcos de la naviera saudí Bahri que cargaban armas utilizadas más tarde en la guerra de Yemen
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Este domingo un grupo de personas se ha concentrado delante de las rejas que delimitan el recinto del Puerto de Santander para señalar que esas rejas «están llenas de dolor y de sangre, de las personas que no pueden entrar tratando de evitar los conflictos en sus lugares de origen y de las que morirán bajo el fuego de tanques que salen del Puerto», dice la asociación antimilitarista CEBRA en una nota de prensa. Exigen que el puerto de Santander deje de participar en el tráfico de armas. Y también piden al Gobierno central que exija el fin de la guerra en Ucrania mediante negociaciones de paz.

La invasión rusa de Ucrania lleva más de un año destruyendo la vida de muchas personas. Se trata de un conflicto muy complejo con raíces históricas profundas y un entramado que implica a muchos países en la actualidad. La intervención de la OTAN en esta guerra indica claramente que lo que está en juego va mucho más allá del conflicto territorial entre Ucrania y Rusia, sostiene este colectivo.

CEBRA afirma sentirse preocupada por la apuesta, tanto del Gobierno español como del resto de países de la OTAN, por militarizar cada vez más la sociedad. Y piensan que eso queda patente con el incremento del gasto público destinado a industria militar y en la política exterior que blinda y militariza las fronteras. Pero lo que más les alarma es el que se naturalice que el único modo de resolver los conflictos entre sociedades y personas es la violencia.

Para resolver el conflicto entre Rusia y Ucrania estima esta asociación que hay que sentarse a negociar. «Las guerras no terminan en el frente sino mediante firmas de tratados de paz. Si el Estado español quiere acabar con la guerra y el dolor de tantas personas debería trabajar en esa dirección», defiende. En lugar de ello, se ha dedicado a reparar antiguos tanques obsoletos para regalárselos a Ucrania. Estos tanques se están embarcando en el puerto de Santander rumbo a Polonia. No sólo el estado español de este modo participa directamente en la guerra, lo que nos implica como parte en este conflicto, sino que además utiliza nuestro puerto como lanzadera.

El envío de material militar desde el Puerto de Santander no es nuevo. Ya se vivió cuando la naviera saudí Bahri pasaba por aquí a recoger armas y llevarlas a su país, para después utilizarlas en la guerra de Yemen.

Son varias las ONGs que señalan ese conflicto como el mayor desastre humanitario de los últimos años, pero eso no ha servido para que la respuesta desde Occidente haya sido notable. Aquí no hay un acuerdo para defender a quienes son atacados, sino que se vende armamento a los atacantes y se les deja venir a recogerlo.

Primero fue en el Puerto de Bilbao donde pasaban a cargar armas. Pero allí comenzó un movimiento de resistencia, con el bombero del puerto bilbaíno Ina Robles como cabeza más visible. Bahri cambió entonces de destino, y empezó a hacer paradas en Santander y también en algunos puertos mediterráneos españoles como Motril y Sagunto.

En Santander también hubo movilizaciones, promovidas por la asociación Pasaje Seguro, para que el Puerto no acogiese esos barcos, cuya finalidad era servir armas y munición para una guerra que seguía alargándose y que aún no ha concluido.

Bahri hace ya un tiempo que no pasa por aquí, que se sepa. Pero sus paradas en el Puerto de Santander eran una confirmación de que hay determinados discursos que sirven para determinadas situaciones y que no se atienden para otras. El tráfico de armas es un comercio excepcional, o así es como se le trata muy a menudo.

Y esto colisiona con otra actitud muy distinta del Puerto de Santander. Y es el trato a los migrantes albaneses que permanecían en un edificio abandonado de Nueva Montaña, con la intención de ir a Reino Unido para reunirse con familiares suyos.

En este caso hemos vivido discursos de criminalización de personas migrantes. También que serían la ruina del Puerto, y que las empresas que operaban en él se acabarían marchando a otros lugares.

Se denominaba a los migrantes como polizones, una palabra utilizada de manera despectiva contra personas que no habían conseguido colarse en ningún ferry. Por lo tanto, no eran polizones.

Se llegó a hablar del Puerto como un «coladero» o «la casa de tócame Roque» por parte de partidos políticos representados en el Parlamento de Cantabria. Discursos que nunca defendían a las personas en situación de vulnerabilidad, sino que mostraban la cara más xenófoba de nuestra clase política.

Pero la acción contra los migrantes no quedó en meros discursos, sino que el Puerto acabó por instalar cuchillas en parte del vallado de esta instalación. No vieron otra posible solución. De nuevo, contestación social e incluso denuncias ante el Defensor del Pueblo, que acabó considerando que ese sistema de defensa no se correspondía con la defensa de los derechos humanos. Y menos teniendo en cuenta que los intentos de saltar la valla han sido infructuosos en un porcentaje uy alto de los casos.

Finalmente, el puerto ha ido encontrando mejores sistemas de seguridad que no hieran a personas. Cámaras y drones de videovigilancia o mayor personal de seguridad han sido soluciones posteriores, demostrando que las concertinas no eran necesarias, aunque todavía no han sido retiradas.

Y mientras tanto, los hechos iban desmintiendo a la propia Autoridad Portuaria de Santander. Por un lado, porque se llegó a decir que prescindir de las paradas de la naviera saudí Bahri sería una muy mala noticia económica, y por otro porque se vaticinaba el desastre por el efecto de los migrantes que querían.

La realidad es que el Puerto ha ido presumiendo de resultados económicos de récord en los últimos años. Incluso en tiempo de pandemia han podido sortear las dificultades que han ido surgiendo. Y ahora ya se centran en los problemas que causa la guerra de Ucrania y el alza de precios, y ven ahí una posible amenaza para las cifras de actividad que tiene la Autoridad Portuaria.

Sin embargo, se acaba de inaugurar la nueva terminal de Boluda, una empresa encabezada por todo un expresidente del Real Madrid como Vicente Boluda, y que no tendría mucho sentido que viniera a un sitio donde no pudiera hacer negocio. Se prevé que se aumente en un millón el número de toneladas que lleguen hasta el Puerto a partir de este proyecto.

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