Problema resuelto

El Ayuntamiento de Santander recomienda a los propietarios de locales comerciales vacíos en Isabel II instalar barreras para evitar el acceso de personas sin techo a la parte exterior de estos establecimientos
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El Ayuntamiento de Santander ha instado a los propietarios de locales vacíos en Isabel II a instalar vallas que impidan el acceso a ellos (no al interior, sino a la parte exterior) de las personas sin techo que dormían allí. Problema resuelto.

El Diario Montañés apuntaba recientemente en un artículo a la situación de esta centriquísima calle de la capital cántabra.

Locales vacíos, poco tránsito de personas, suciedad y abandono eran algunos de los síntomas que enumeraba la información, que además llamaba la atención sobre que esto sucedía en una calle del centro que en el pasado concentraba cafeterías, zapaterías, mercerías. Y el Ayuntamiento de Santander anunció que tomaría medidas

La conversación en torno al artículo (comentarios, mensajes en redes, etc) acabó centrándose en uno de los aspectos (en el que el propio texto no se centraba): la presencia de personas sin techo en la zona. Y las medidas del Consistorio se tradujeron en esas barreras. Problema resuelto.

La pregunta era cuál era ese problema.

La lectura parcial del fenómeno por muchas voces obvió muchas de las cosas que estaban pasando allí, como, por ejemplo, la presencia en la misma calle de negocios de hostelería importantes, de los de locales grandes que no eligen cualquier zona, que funcionan bien; o que una calle en realidad forma parte de un conjunto más amplio y en esa hay gigantes como Zara, justo en la paralela, con un importante efecto tractor.

La situación, por cierto, contradice determinados discursos dominantes: desde el buen momento general de Santander al impacto del Centro Botín en su entorno, pasando por la recurrente alerta de que la restricción al tráfico prevista -e incumplida- en las Zonas de Bajas Emisiones perjudica al comercio, cuando esta es precisamente una calle por la que pasan coches sin problema.

Ninguno de los diagnósticos aludió a un problema que existe en la ciudad pero que pocas voces, muchas veces ni siquiera los propios perjudicados, hablan en alta. Sí hemos escuchado a las organizaciones de trabajadores autónomos, como UPTA  o UATAE, ponerlo en la mesa del debate: las altas rentas de los locales, con precios que no bajan pese. Los costes salariales, los impuestos o las subidas de los precios en general están en la agenda, pero el rentismo, su poca adaptación al mercado y sus consecuencias en el comercio, no (más allá del intento de la Cámara de Comercio de salir al rescate de las cifras en la pasada campaña).

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El propio Ayuntamiento anunció medidas, y seguramente sean de los más conscientes de el poco efecto duradero o estructural que habían tenido las adoptadas hasta la fecha hasta la fecha: porque Isabel II, y las calles aledañas (Cádiz, Lealtad, Emilio Pino…) han sido objeto de distintas actuaciones: obras físicas de renovación urbana , acciones de dinamización comercial y distintas ayudas al comercio.

Se puede entender el sesgo o la dificultad para mantener una visión global en las múltiples valoraciones que suscitó el artículo, pero cuesta más seguir que la anunciada reacción de lo público y más cercano al respecto se centrara en las barreras (la solución para todo lo que tenga que ver con la pobreza, como vimos en el Puerto, con las cuchillas antimigrantes).

¿CUÁL ERA EL PROBLEMA?

Parecía, por tanto, que el problema, era la presencia de personas sin hogar en la parte más expuesta de los locales. La solución, sin embargo, no ha parecido ir a la atención a esas personas. Y evidentemente es un asunto en el que trabaja: el Ayuntamiento tiene recursos municipales para atender las situaciones de pobreza y este año suma la partida presupuestaria del Gobierno de Cantabria para el albergue, recurso existente y que cubre algunas situaciones, pero no todas, porque es por definición un uso temporal y las personas sin hogar requieren de procesos más amplios (desde la formación hasta recursos material)

Quienes trabajan más directamente con las personas sin hogar nos anticipan ya que lo que sucederá es que esas personas que estaban en Isabel II se desplazarán a otro sitio. La atención a las personas sin hogar debe ir marcada, remarcan, desde una atención individual e integral, porque no todas las situaciones son la misma y en la calle confluyen muchos factores. Pero también apuntan como recientemente la presión vecinal tumbó otro recurso para personas sin hogar, distinto al albergue, planteado detrás del Ayuntamiento.

Desde Nueva Vida añaden que el Consistorio debe buscar soluciones, recalcando que la conocida como arquitectura hostil –aquella que disuade físicamente de acceso–“no es una solución”porque “invisibiliza” el problema de la exclusión, y citando ejemplos que se vienen poniendo en otras ciudades, como Madrid o Málaga, entre otras.

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