
«Rara vez se conocen las experiencias de los niños en situaciones dramáticas»
Nunca se sabe qué caminos puede tomar una persona a lo largo de su vida. Esto vale para el lugar donde te vas a establecer y vas a vivir, si vas a mantener la misma profesión siempre, de qué manera vas a utilizar tu tiempo de ocio… Alejandro Ahumada, en su infancia, seguro que no sabía que acabaría viviendo en Cantabria ni que terminaría siendo escritor, entre otras cosas.
Conocida es su faceta como activista climático, algo que le ha llevado incluso a pertenecer a un partido político como Verdes Equo Cantabria. Y fue precisamente una compañera de partido, Dolores Póliz, la que le dijo que las historias que circulaban por su mente debían trasladarse al papel o a Internet. Un rato de viaje n plena campaña electoral fue cuando le dio pie a que desatara su vena artística. Él no estaba seguro de que esas historias pudieran interesar, que es algo que seguramente «le pasa a la mayoría de los escritores cuando empiezan», dice en una entrevista a EL FARADIO.
Lamentablemente, hoy en día publicar con una editorial es complicado. «No encontré absolutamente ninguna que estuviera interesada en autores tan nuevos como era yo, en las editoriales actuales tú tienes que tener un recorrido ya, y un recorrido importante, y ya casi ser bastante conocido antes que te tomen en serio». Pero eso no frenó su disposición a escribir relatos. Al ser informático, hizo su propia página web y allí va publicando lo que escribe. Es ahumada.es.
De momento, tiene publicados dos libros. Uno es una compilación de relatos, que se llama ‘Entre sueños y realidades. Relatos de magia cotidiana’. Un libro para adultos jóvenes de espíritu. El otro está pensado para un público mucho más joven. Se titula ‘Hermano Dragón’ (que recomienda leer después del atardecer) y está pensado para niñas y niños de entre 8 y 14 años. Se pueden adquirir en las librería La Vorágine y La Libre de Santander y en DLibros, en Torrelavega, además de poder encargarlo vía Amazon. Y también se ha lanzado a convertir los relatos en podcast, que se pueden encontrar en la misma web y se pueden escuchar también en Radio Argayo.
No ha parado ahí su producción. Sigue publicando relatos, «con un toque de realismo mágico». Y eso pese a que él desconocía su existencia. Cuenta que fue su hijo universitario quien le dijo que tenía ese toque. Él leyó desde pequeño a su compatriota Isabel Allende, y sospecha que algo le debió de quedar para escribir como escribe.
Explica Ahumada que muchos de los relatos que escribe están basados en situaciones personales suyas, aunque hay otros totalmente inventados. Mira mucho hacia su infancia, con las dificultades que vivió junto a su familia cuando escaparon de su Chile natal durante la dictadura de Augusto Pinochet, cuando él sólo tenía 10 años. «Mis padres eran activistas políticos, y salí con mi madre escapando de la dictadura. Ellos estuvieron detenidos, torturados, etcétera, etcétera, y cuando la cosa fue a peor, después, mi madre un día dijo pues, mirad chicos, mañana coged un libro y un juguete y nos vamos de aquí». Primer destino, Argentina, para después irse hasta Gran Bretaña.
Aunque asegura que los relatos no cuentan cosas terribles, la experiencia de ponerse en su visión de niño refugiado le ha servido como «sanación», y le parece muy importante sacar esas experiencias vitales. «Rara vez se conocen las experiencias de los niños en situaciones dramáticas», dice, y pone el ejemplo más claro de la actualidad, lo que están viviendo los niños en Gaza. Lo normal es contar esas experiencias con los ojos de un adulto, pero a él le interesa también reflejar lo que sienten los más pequeños.
Algunos de sus relatos también caminan por el sendero de la ciencia ficción, pero sin viajar a épocas muy lejanas en el tiempo, ni trasladándose a otros mundos, sino mirando hacia este planeta dentro de sólo unos pocos años. «Me gusta que la gente se siente identificada con el personaje y tú no te vas a sentir identificada con un personaje que viaja más rápido que la luz», refleja.
En uno de esos relatos aparece incluso Solabria, la cooperativa comercializadora de energía renovable de Cantabria, de la que él es socio. «Para mí Solabria tenía que ser ciencia ficción, porque cuando veo todo lo que hemos logrado es que parece ciencia ficción», reivindica.
Su trayectoria como activista es algo que trasluce también en algunos de los relatos, a través de valores como la ecología, el comportamiento humano con lo que tiene alrededor. Y tratando de ser optimista. Aunque las noticias que vemos en el día a día a veces conducen hacia una cierta desesperación, él ve que las nuevas generaciones cada vez hablan más de cuestiones como el cambio climático, y eso, además de la escritura, le devuelve un poco la esperanza.