Despedida al bar Peña Bolística, medio siglo de historia torrelaveguense

El pasado 30 de junio abría sus puertas por última vez el Bar Peña Bolística, un emblemático punto de encuentro en Torrelavega. Situado en la plaza Baldomero Iglesias, ha sido el escenario natural de la vida social de varias generaciones de torrelaveguenses que crecieron entre sus mesas, sus blancos y sus rabas
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En 1972, una familia originaria de Valderredible adquirió el local, que ya había pasado por manos de dos propietarios anteriores, aunque no se conoce con exactitud desde cuándo funcionaba como bar. Fueron los padres de los actuales hermanos al frente quienes iniciaron su regencia. Con la vivienda familiar en el piso superior, el establecimiento destacó en sus primeros años por su oferta de marisco, especialmente por una pecera en la que se exhibían caracolillos y cámbaros, una imagen que muchos de los clientes más veteranos recuerdan con nostalgia.

Los antiguos responsables del bar, Lorenzo y Benedicta, junto a sus ocho hijos.

Imagen de la fachada cuando el edificio aún albergaba el parque de bomberos, trasladado a la plaza Baldomero Iglesias tras el incendio del anterior parque en la calle Alonso Astulez en los años 40. Permaneció allí hasta los años 80.

Con el tiempo, el marisco encareció y fue desapareciendo de la carta, mientras las rabas se consolidaron como el plato estrella del local. Tras el anuncio del cierre, varios usuarios en redes sociales bromeaban preguntando si en el futuro museo del hojaldre también se venderán rabas —en alusión a uno de los posibles usos más comentados para el edificio una vez concluidas las obras de consolidación—.

 

Clientes ironizando en redes sociales sobre el futuro del local tras su cierre.

 

La comunidad que se formó en el bar Peña Bolística fue tan numerosa como diversa, pero todo arrancó con los bolos. La historia del bar no se entiende sin la Peña Bolística que le da nombre: durante sus primeros años, el propio bar funcionaba como acceso a la bolera. «La mayoría de los socios de la peña paraban allí, y cada vez que se jugaba a los bolos, el bar era el punto de reunión: salías de la bolera y entrabas directo a ‘La Bolis’. Todo se celebraba allí —los títulos, los convites…– La unión entre la peña y el bar era total. No se entendía una sin la otra», explica un socio de la peña.

De aquellos años, Basi, que lleva 38 regentando el bar junto a sus hermanas, recuerda la presencia habitual en el local de figuras como Miguel Ángel Revilla, antes de iniciar su carrera política, o Severino Prieto, destacado jugador de bolo palma y figura clave en la historia de este deporte. La bolera municipal de Torrelavega, inaugurada en 1980 como ‘El Malecón’, fue rebautizada como ‘Severino Prieto’ en homenaje a este deportista. «Era un hombre muy entrañable con nosotras. Cuando éramos pequeñas, nos dejaba entrar a la bolera y jugar», rememora la hostelera.

Basi Díaz, en sus primeros años tras la barra del Bar Peña Bolística. Empezó con 25 y hoy, con 63, se despide del local.

Con el paso del tiempo, el bar Peña Bolística fue ampliando su clientela más allá del mundo de los bolos. Vecinos del barrio, integrantes de la Sociedad Coral de Torrelavega, representantes de la canción cántabra como el Coro Ronda Garcilaso, e incluso miembros de la Real Sociedad Gimnástica, comenzaron a frecuentar el local, convirtiéndolo en un espacio de encuentro diverso y representativo de la vida social de Torrelavega. «Era un ambiente 100 % torrelaveguense», resume un cliente veterano.

Década tras década, la ciudad fue transformándose, y con ella la ‘Plaza Roja’ y el bar Peña Bolística. De igual forma, también fueron cambiando sus clientes. La Peña Bolística siempre ha contado con una clientela fiel, pero dinámica. «Ha ido cambiando, claro, pero siempre ha sido un bar familiar, de cuadrillas, de gente joven… de todo lo que hay en la calle. El bar se ha ido transformando con la gente», explica Basi. Además, destaca el componente intergeneracional del local. «A veces los bares quedan encasillados en una generación, pero aquí ha ido entrando gente nueva. Yo ya decía: ‘estos jóvenes van a acabar conmigo’», bromea. El cliente que frecuentó el bar durante décadas subraya esta continuidad: “Ha sido una tradición que ha pasado de padres a hijos durante los últimos 50 años, como una auténtica herencia”.

Los mismos clientes que se preparan para vivir las próximas fiestas de «La Virgen Grande» ya sienten la ausencia de la Peña Bolística, uno de los puntos clave durante estas celebraciones. Durante esos días, el bar se convertía en un verdadero epicentro de ‘La Patrona’: cuando el aforo ya no daba para más, los bancos junto a la terraza se transformaban en prolongaciones improvisadas del local. «Durante las fiestas de la Patrona siempre se comentaba ‘quedamos en la Bolis’. La Peña Bolística era el punto de partida para empezar a salir», recuerda un cliente asiduo.

Clientes en el bar Peña Bolística (imagen de archivo).

El cierre del bar se produce tras una orden de desalojo por parte del Ayuntamiento, que llevará a cabo una obra de rehabilitación en el edificio que alberga el local. La decisión pone fin a décadas de dedicación por parte de toda una familia. «Este bar ha sido mi vida», resume Basi, que aprovecha para expresar su agradecimiento a sus clientes, sin olvidarse de los que ya no están. «Muchos de mis clientes han fallecido, y cada vez que miro fotos me acuerdo mucho de ellos”. Mientras el futuro del edificio aún no está claro, uno de los clientes expresa el sentimiento generalizado: “Nos lleva a estar un poco perdidos cuando llegamos a la ‘Plaza Roja’. La Peña Bolística funcionaba como un centro, y con su cierre  la gente se ha dispersado a otros lugares. Es un desenfoque en la vida de muchos”.

Los ocho hermanos —Cari, Loren, Silvia, Miguel Ángel, Basi, Carmen, Clemen y Anabel—. A lo largo de los años, todos ellos pasaron, en algún momento, por la barra del bar Peña Bolística.

Este arraigo por parte de los clientes se hizo especialmente visible en la última noche de la ‘Bolis’. «Sin anunciar nada, aparecieron decenas y decenas de clientes a despedirse”, comenta la responsable del bar. No hubo convocatorias públicas: el boca a boca bastó para llenar el bar por última vez. De esa noche quedará también la que será la última anécdota del bar Peña Bolística: tras los abrazos y brindis finales, los clientes comenzaron a llevarse recuerdos del local. «Se llevaron cuadros, un taburete, hasta los espejos del baño. Nos hicieron firmar la lista de precios», relata entre risas.

Clientes y personal del Bar Peña Bolística, durante la despedida del lunes 30 de junio, en el último día de apertura del local.

De las historias de centollos robados de la pecera en los años 70 a esta despedida convertida en saqueo sentimental, todo responde a lo mismo: el deseo de conservar un pedazo de la ‘Bolis’, como los aficionados que guardan una butaca del estadio que será derribado. Y es que, para muchos, así funcionó el bar Peña Bolística: como una de las sedes habituales de sus vidas.

Basi, Carmen, Cari, Miguel Ángel y el resto del personal cierran así su último partido, arropados por una afición que les ha aplaudido hasta el final.

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