La participación de Cantabria en anteriores Flotillas rumbo a Gaza
La Flotilla de la Libertad (Freedom Flotilla Coalition, FFC) es una coalición internacional de sociedad civil que desde 2010 organiza travesías marítimas para denunciar y desafiar el bloqueo de Gaza y abrir un corredor humanitario dirigido por civiles. Sus campañas han incluido misiones en 2010, 2011, 2015, la Women’s Boat to Gaza (2016), Just Future for Palestine Flotilla (2018) y, más recientemente, convoyes en 2024 y 2025, culminando en la Global Sumud Flotilla. La FFC ha documentado, desde el principio, abordajes e interceptaciones por parte de Israel en aguas internacionales, incluyendo la más reciente, comunicada este miércoles y que continúa en la mañana del jueves. De hecho, a la hora de redactar este artículo, parece que aún hay unas pocas embarcaciones que no han sido interceptadas por el ejército israelí.
En Cantabria, la relación con la Flotilla es directa por doble vía: participación de activistas cántabras y escala de uno de sus barcos en la bahía de Santander en 2024, con agenda institucional y movilización social. Son al menos tres las personas que han participado en este tipo de movilizaciones: María Ángeles Cabria, Lucía Mazarrasa y Sergio Tamayo.
Ángeles Cabria, enfermera y activista, se incorporó a la campaña del barco Handala cuando la Flotilla recaló en España. También Sergio Tamayo, histórico activista, miembro de Interpueblos y militante de Izquierda Unida en Cantabria. Ambos se embarcaron en el Handala en 2024, cuando el barco hizo escala en Santander en junio de 2024. Esa fue la primera parada en España, la siguiente fue en A Coruña, que es donde Tamayo concluyó su periplo con este movimiento solidario con la población civil gazatí. Después, el Handala tuvo que detener su viaje por problemas que necesitaban reparación, y fue Sicilia en punto donde terminó la singladura.
El Handala recaló en Santander en junio de 2024, con actos públicos, despedida popular desde el muelle y agenda institucional (reuniones con ayuntamientos y Delegación del Gobierno). También hubo compromisos simbólicos, como el del Ayuntamiento de Marina de Cudeyo de plantar un olivo en apoyo a la causa.
Lucía Mazarrasa, enfermera y referente feminista en salud pública, viajó en 2018 en el Al Awda (El Retorno). El 29 de julio de 2018, Israel interceptó el Al Awda en aguas internacionales y detuvo a 22 personas a bordo; los pasajeros, incluida Mazarrasa, fueron trasladados a Ashdod y posteriormente deportados.
Ahora no hay nadie de Cantabria a bordo de la Global Sumud Flotilla, pero el activismo de Cantabria en la cuestión de Palestina y Gaza sigue pendiente de lo que está sucediendo, y promoviendo cada vez más acciones para clamar contra el genocidio que comete Israel. Acciones que van desde las concentraciones, como la de esta tarde en Delegación de Gobierno en Santander por el asalto sufrido por los barcos de la Flotilla actual, pero también otras recurrentes en Santander, Torrelavega y Castro Urdiales, se han hecho festivales de música, certámenes de poesía, marchas por diferentes municipios, vigilias en Cabezón de la Sal, lectura de los nombres de menores asesinados por Israel en estos dos últimos años, hoy mismo hay huelga de estudiantes para protestar por lo mismo, y este sábado se ha propuesto un abrazo a Valdecilla. Se trata de involucrar al mundo de la cultura y el arte, a la comunidad educativa, el sector sanitario y que la sociedad civil pueda participar para pedir una actuación decidida de la comunidad internacional que detenga la masacre que se ha llevado por delante la vida de decenas de miles de personas.
En El Faradio hemos tenido la oportunidad de entrevistar a estos tres activistas cántabros en diversas ocasiones. La última de ellas fue el pasado mes de junio, cuando pudimos juntar en una conversación a Cabria y Mazarrasa para pulsar sus opiniones y su estado de ánimo por una situación de genocidio que ya se alargaba por más de un año y medio. Estaba reciente un ataque a otra de las Flotillas que se dirigían hacia Gaza, y ambas quisieron denunciar una situación que dura ya demasiadas décadas y que sigue sin tener una solución mínimamente aceptable.
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