ENTREVISTA

«No somos conscientes de la dimensión real que tiene este rearme y el papel que tiene España»

Juan Carlos Rois llega este viernes a la Librería La Libre para hablar sobre el rearme y todo lo que mueve en España y en otros países. Apela a la movilización social para poder cambiar la agenda y frenar las intenciones de quienes están detrás de estos movimientos
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Aunque muchos ojos están puestos en Gaza y en si realmente puede haber un alto el fuego que termine con el genocidio que sufre el pueblo palestino, Juan Carlos Rois pone su vista en muchas más cuestiones que tienen que ver con las inversiones de los Estados en armamento y en el empuje de los lobbies militares para que haya un volumen de inversión más alto. Lleva ya mucho años en investigar lo que realmente pasa y desmontando los relatos que se ponen ante la sociedad civil.

Cuenta que él fue objetor de conciencia y fue abogado de muchas personas acusadas de insumisión por negarse a hacer el servicio militar. Y el movimiento antimilitarista se hizo consciente de que lo que se estaba moviendo iba más allá de hacer la mili o no, sino que «ya había un proceso de reconstrucción, digamos, de un militarismo agresivo y promotor de la guerra», dice en una entrevista concedida a EL FARADIO.

Al empezar a indagar, vio que se ocultaba mucho de lo que es gasto militar, pero que se incluye en partidas presupuestarias menos visibles y que afecta también a Ministerios que no son el de Defensa. Ahora que se habla abiertamente de rearme, está empezando a difundir todo lo posible lo que encuentra en sus investigaciones. «No somos conscientes de la dimensión real que tiene este rearme y el papel real que tiene España», advierte.

Según Rois, «la guerra es una lógica propia del sistema capitalista y siempre está, es como un ciclo, siempre está en guerra. Hay un antes que se prepara, un durante que se ejecuta y un después donde todo lo que se ha devastado se tiene que reconstruir y volvemos a empezar con el antes. Esto es siempre así». Y añade que el actual proceso de rearme ya estaba proyectado desde 2014 a nivel europeo.

Ahora es cuando se ha encontrado una ventana de oportunidad para poder ‘vender’ socialmente que el rearme es algo necesario. Y entran en juego las dialécticas sobre qué es lo que debe gastar cada país en Defensa en relación con su Producto Interior Bruto. Rois asegura que España está cerca del 5% que le exige la OTAN, aunque el Gobierno central sólo admite gastar un 2,1%, poco más de 32.000 millones de euros. La cifra alcanza los 78.000 millones si se suman todas las partidas que tienen que ver con los conceptos militares, armamentísticos, de Defensa y seguridad, más el pago de la deuda en que España incurre por la compra de armas. Y a esto añade también el detalle de que los créditos que el Ministerio de Industria concede a empresas militares son con interés cero. «En España y en el resto de Europa, decir a la gente la barbaridad que supone el militarismo europeo no es popular», por lo que es habitual que los Gobiernos no cuenten todo lo que hay.

Hace ya tiempo que se habla del Ejército como un cuerpo más de paz y de misiones humanitarias que otra cosa. Sin embargo, Rois contradice este relato. «Tenemos tropas en 19 conflictos. Desde Felipe González hemos estado en 124 conflictos. Hemos mandado más de 140.000 soldados a guerras y hemos gastado casi 24.000 millones de euros en llevar la paz al mundo», afirma. Pero, en realidad, «llevamos guerra». Y España, según los datos que ha podido ir encontrando, es el octavo país del mundo en venta de armas.

Sin embargo, la imagen de nuestro ejército es otra, tanto por lo que hace fuera de nuestras fronteras, como por lo que hace dentro. La Unidad Militar de Emergencias pasa por ser un cuerpo de élite al que se recurre en cada circunstancia extraordinaria, como en los tiempos de pandemia o cuando hay una catástrofe natural, como la dana de hace casi un año. Rois se pregunta cómo es posible que todo el material que se necesite para una catástrofe lo tenga el Ejército y no lo tenga la sociedad civil con una política pública para resolver esos problemas. Y responde que «la UME lo que necesita es tener ese material para cuando hay un desastre de guerra y tenerlo en estado de preparación».

Ante esto, Rois cree que el único remedio es la movilización ciudadana. Se acaba de ver ante el genocidio que sucede en Gaza. Cuando se ha roto el discurso de que no se puede hacer nada, aparecen opciones de alto el fuego, planes para encontrar, supuestamente, la paz y detener la violencia. «Esta es una lección que tenemos que tener en cuenta, pero no solamente por una cuestión de un pacifismo, digamos, desiderativo, de tener el deseo de que no haya guerra, no, por un pacifismo más agresivo, que quiera poner pie en pared a lo que está pasando», argumenta.

Reconoce que estas movilizaciones requieren de un gran esfuerzo por parte de la clase trabajadora y de la sociedad en general. Porque la paz a la que estamos acostumbrados es a una «paz negativa», basada en si los Estados llegan a acuerdos para desarmarse. Si no hay acuerdo, no hay desarme. Rois insta a que la sociedad se movilice hasta el punto de imponer que la violencia militar y la violencia estructural no son opciones plausibles. Por ejemplo, con trabajadores negándose a hacer trabajos que tengan que ver con la fabricación o el uso de armamento. Entendiendo que la voluntad de los gobiernos, más si reciben presiones de lobbies armamentísticos, y la de la sociedad civil no es la misma. «Tenemos que hacer alianzas estratégicas, el mundo obrero, el mundo cultural, todos los mundos, para decir, no queremos construir ese mundo, no queremos que nuestras armas exploten a otros pueblos, que vayan contra los trabajadores de otros pueblos», dice.

Respecto al ejemplo que poníamos al comienzo, el de Gaza, la posibilidad que se acaba de abrir de un alto el fuego no le inspira mucha confianza. «Da más la impresión de que responde a la pretensión y a la ansiedad de Donald Trump por obtener el Nobel». Y después del Nobel, ¿qué? Y después de que entreguen a los rehenes, si toda la excusa era los rehenes, después de que entreguen los rehenes, ¿qué?» La impresión que tiene es que Israel y Estados Unidos necesitan que este deje de ser un genocidio televisado. «La próxima guerra la harán sin publicidad, porque les está costando mucho». En cualquier caso, piensa que este conflicto se seguirá cronificando. «El problema es que la gente sigue queriendo ser un pueblo, sigue queriendo estar allí, sigue queriendo estar unidos, sigue reconstruyendo sus vidas rotas, y lo están haciendo todos los días. A estos les destruyen, pero ellos cooperan entre sí, se ayudan y eso es contra lo que no puede ningún ejército», describe.

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