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“La Marbella de Gil funcionaba al margen del Estado de Derecho, como una mafia”

Tres miembros de la Asociación de Periodistas de Investigación recuerdan en EL FARADIO DE LA MAÑANA la polémica figura populista
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Jesús Gil ha vuelto. Lo ha hecho, a través de un documental de HBO, ‘El pionero’, en el que se hace un repaso de su figura y de la gestión que él, junto a su partido, el Grupo Independiente Liberal (GIL), hicieron de Marbella.

Así, con el paso de los años, se analiza al que fue el pionero en España en protagonizar el populismo elitista, en convertir una ciudad en su cortijo particular y en utilizar todos los medios, los mediáticos especialmente, para acabar con las disidencias.

Jesús Gil.

Fueron años difíciles para los pocos que se le resistieron y plantaron cara a sus desmanes urbanísticos que, actualmente, tiene aún en Marbella más de 38.400 viviendas edificadas con licencia ilegal.

“Hubo gente que se la jugó, literalmente, porque la Marbella de Gil funcionaba al margen del Estado de Derecho, como una mafia”, cuenta Ana Tudela, periodista en Datadista y coautora del libro ‘Playa Burbuja’, que es un relato de excesos de la construcción del Mediterráneo y que tiene un capítulo especial sobre Marbella.

Entre otras medidas, Gil impulsó un periódico municipal, ‘La Tribuna’, en el que se señalaba a todo aquel periodista, abogado, político o jurista que se opusiera a su arrase total de la costa. Lo hacía inventándose campañas de conspiración y alentando el desprestigio, agitando un odio contra ellos hasta el punto de que esos pocos disidentes tuvieron que llevar escolta.

“Hay que tener en cuenta que la sociedad, en su mayoría, admitía lo que estaba ocurriendo y seguían dándole mayoría absoluta”, recuerda Tudela, ya que Gil reeditó la Alcaldía en varias ocasiones con el voto de más de 20.000 personas, “por lo que los que se plantaron fueron héroes y demostraron un gran coraje”.

Entre ellos, se encontraba el juez Santiago Torres, a quien la magistrada Pilar Ramírez le quitaba sistemáticamente todos los casos que él echaba abajo y que le valió para ser recusada al comprobarse que su familia estaba vinculada al negocio urbanístico -aunque la inhabilitación duró poco y, hoy en día, se encuentra ejerciendo en la Audiencia de Málaga-. También hay que destacar la labor de la abogada Inmaculada Gálvez, “que se ha dejado la vida en esta lucha” o el funcionario Pedro Moreno Brenes.

“A Pedro Moreno, hay que recordar que Gil le daba vacaciones forzosas, después de haberle hecho la vida imposible y recordarle que tenía familia. Eran tácticas completamente mafiosas, que era el estilo de Gil y de los que le rodeaban”, enfatiza el periodista José Carlos Villanueva, director de Marbella Confidencial y que entonces trabajaba para El Mundo.

“Gil tenía también los llamados grupos de apoyo en Marbella, de pseudo espionaje, que eran fanáticos encargados de comunicarle al jefe, como le llamaban, toda actitud discrepante y cualquier crítica hasta en las juntas vecinales”, relata.

Villanueva también estuvo en el punto de mira esos años y, de hecho, tuvo que llevar escolta. Cuando se la retiraron, sufrió una agresión por parte de cuatro hombres cercanos a Gil que, posteriormente, fueron condenados a seis meses de prisión e indemnización por lesiones.

“Son cosas del periodismo local”, lamenta el director de Marbella Confidencial, que no aparece en el documental pero a quien sí se nombra por su papel como periodista de investigación. Él está observando su emisión con mucha cautela y miedo a que acabe siendo otro blanqueamiento más de la figura de Gil. “De momento, he percibido que hay un 70% de los testimonios a favor de Jesús Gil y un 30% más beligerantes y me preocupa el excesivo protagonismo de su familia, que qué van a decir, están en su derecho de defender a su padre”, reconoce, aunque después deja abierto todo “a ver cómo evoluciona la serie”.

“LA CORRUPCIÓN ERA TAN GRANDE QUE LA MAYORÍA DE LAS ADMINISTRACIONES ESTABAN INVOLUCRADAS”

“Gil era un delincuente”, sentencia Villanueva, recordando que ya en los años 60 fue condenado –e indultado por el franquismo-, por homicidio culposo en el derrumbe de San Rafael, donde murieron 58 personas y donde se comprobó que los materiales de construcción no cumplían los mínimos requeridos.

Gil continuó actuando impunemente como constructor, siendo también condenado e indultado por el PSOE de Felipe González y llegando en 1991 a la alcaldía de Marbella tras arrasar en las elecciones. Desde ese momento, hubo muy poca resistencia a que convirtiera el pleno del Ayuntamiento en su empresa particular.

“Era muy difícil hacer un periodismo de denuncia como el que yo hice porque Gil tenía las risas de todo el periodismo deportivo, de radio y televisión, con su propio programa. Cualquiera que osara criticarle era poco menos que un apestado en Marbella”, recuerda.

Antonio Rubio, presidente de la Asociación de Periodistas de Investigación (API), quien sí aparece en la serie de HBO para dar su testimonio en el documental, recuerda que el caso ‘Saqueo 1’ de Marbella, que destapó El Mundo en 1999, implicó “a tres empresas que facturaron más de 6.000 millones de pesetas por obras que nunca se llegaron a realizar. Todo eso, durante la primera legislatura que algunos dicen que es la que se salva”.

“Yo tuve que testificar en el juicio y nosotros aportamos documentación de toda la corrupción de Gil y su grupo”, recuerda Rubio que, aunque admite que muchas veces la investigación judicial y periodística “han ido a caballo”, en muchas otras ocasiones la segunda ha estado por delante.

“Allí, el nivel de corrupción era tan alto que la mayoría de las administraciones están involucradas, desde lo local a la estatal”, revela Rubio. “El PGOU de Marbella fue aprobado por la Junta de Andalucía, que era el mismo Gobierno que ha estado hasta hace muy poco –el PSOE-. Es que es un empezar y no acabar. Marbella, durante muchos años, era la postal de la corrupción en España”.

También revela Villanueva la actitud de los equipos de Gobierno que siguieron a Gil, en este caso del Partido Popular. “Quieren hacer ver que esa época nunca existió, parece que la memoria de esos años molesta”, lamenta. Lo mismo sucede con la ciudadanía: “Hoy en día, hablas con la gente y parece que nadie ha votado a Gil. Y ganaba con mayoría absoluta”.

Ahora, los periodistas se preguntan si algo como este caso, en estos niveles, podría repetirse en España. “Creo que sería más complicado un caso similar”, augura Rubio, que pone en valor la labor del periodismo local que “hoy día es un elemento básico y fundamental para levantar todo el tema de las corrupciones porque es el que está en el día a día”. “De antes, los medios locales podían estar beneficiados por determinados sectores y empresas pero hoy en día hay unos medios libres e independientes. Es más complicado, lo cual no significa que no se pueda hacer. Solo que de otro modo y de otra manera”, advierte.

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