Derecho de autor

"La maté porque era mía"
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«La maté porque la amaba», «la maté porque era mía» sé oía no hace demasiado. Aunque el tiempo tiene a veces la relatividad de la mirada que lo transita.

No hace demasiado es hace un momento para quien siente que el tiempo ha pasado demasiado deprisa. Esa sensación se va acumulando con los años como los granos de arena de la playa, como las arrugas en la cara, como el sedimento sobre el lecho del río, como la tierra sobre la tierra donde cada capa data el tiempo transcurrido.

No hace demasiado tiempo puede ser hace toda una vida o hace solo un momento. Para una mosca que vive solo un día, no hace demasiado tiempo es el microsegundo de su penúltimo aleteo antes de acabar atrapada en la tira de pegamento. Para una estrella, que murió hace millones de años y de la que ahora solo vez su reflejo en el cielo, como un testamento que se abre para mostrar sus últimos deseos, hace un momento sería algo así como la eternidad para una mosca.

No hace demasiado, para un anciano sentado en el banco del parque viendo a la gente pasar: No hace demasiado yo pisaba por ese mismo lugar, caminaba esos mismos pasos, piensa mientras ve a una joven abrazada a quien parece ser su pareja, cada beso que la da, cada mechón de pelo que la aparte de su frente, lo demuestra. No hace demasiado era yo quien estaba ahí, piensa el anciano antes de perder su vista en la bahía.

Para un joven que no aparta la vista de su teléfono móvil, ese hace un momento es simplemente el último vistazo ansioso a las aspas del WhatsApp para comprobar que su novia ha leído su mensaje. Y ese hace sólo un momento se convierte en cárcel, en un disparo de ansiedad porque tarda demasiado en contestarle. Cuando lo hace, ha pasado una media hora y él ya la ha llamado unas veinte veces y la ha enviado otros tantos mensajes. Hace sólo un momento que me has escrito le dice ella, como intentando justificarse, hace un momento será para ti, contesta él enfadado, he visto como las aspas del WhatsApp cambiaban a azul nada más enviártelo, ¿por qué no me has contestado entonces?, ¿con quién estabas?, ¿qué estabas haciendo?, ¿acaso era tan importante que no podías contestarme o ponerme simplemente un beso, o un te quiero?

Y, de repente el tiempo ya no le pertenece a ella, se lo expropia un te quiero con derechos de autor, de propiedad, de pernada. Y ella no sabe por qué, pero se siente culpable, y le dice una y otra vez, lo siento, lo siento. Vale, te perdono por esta vez, pero tienes que entender que te quiero tanto, que lo hago por eso. Y ella se siente confusa, abrumada, porque hace sólo un momento su tiempo le pertenecía.

No hace demasiado tiempo la misma escena donde la aspas del WhatsApp tenían forma de quédate al otro lado de la puerta donde te pueda ver, en la cocina, como debe ser.

Hace sólo un momento una lágrima cruzó su cara y aún lo sigue haciendo, porque tras la primera bofetada vinieron otras y todas acompañadas de ese porque importas, de porqué me obligas a hacerte esto, de lo hago porque te quiero.

Hace sólo un momento los gritos y las palizas, las violaciones y los desprecios, se escondían tras las paredes, bajo ese disfraz, convertido en mortaja, de la ropa sucia se lava en casa, un hogar perfecto.

Mientras, ella mira la bahía sentada y recuerda que hace no demasiado tiempo la decían eso es lo normal, tienes que apechugar, si te meten mano sin avisar no le des tanta importancia, no seas tan exagerada anda, es una tontería.

Y te sentías un poco rara a la vez que asentías resignada con el sabor a culpa de la minifalda que te habías comprado.

Teléfono de asistencia a víctimas de violencia de género. No deja rastro en la factura aunque hay que borrarlo de las las llamadas realizadas

¿Demasiado corta quizás? ¿Demasiado descarada? La verdad, tal vez tengan un poco de razón y era yo quien provocaba. Y en esa duda se colaba la primera justificación, el primer espacio para la impunidad, el primer gesto que normalizaba aquello que te hacía sentir tan mal. Lo hombres son así ya se sabe le decía su madre, y en esa frase…maldita frase.

Hace sólo un momento el hecho de que varios jóvenes violaran a una joven ni siquiera salía a la luz, no porque no pasara, sino porque se le echaban encima todas esas capaz de mierda, de convenciones, de moral que banalizaban la violencia en forma de violación, de agresión, de aspas de wasap, de la mate porque la amaba, de la maté porque era mía.

Uno sólo ama aquello que no posee por completo, parece decirle Marcel Proust al tiempo cuando habla de Albertine, uno de los principales personajes que, junto al tiempo, protagonizan su obra. Hace sólo un momento de una estrella, de una mosca, de una joven pareja, de Albertine, del anciano, de la anciana, de las aspas de WhatsApp.

Hace demasiado tiempo que esto pasa y no podemos dejarlo pasar #NiUnaMás….

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