La psicooncóloga Noelia Palacio ha cambiado su rutina de trabajo. No sólo por tener que teletrabajar con pacientes, sino por meterse en un proyecto de colaboración con el Colegio de Psicólogos de Cantabria para acercarse a una realidad muy cruel de la situación actual, que es la de que los allegados de alguien que fallece en estas semanas no se pueden despedir de esa persona.

Esto es algo que también es nuevo, dentro de todos los cambios que estamos viendo desde que el Coronavirus se convirtió en una epidemia en España. El hecho de que no se acuda a un tanatorio ni tampoco se pueda asistir a un funeral o al propio entierro hace que muchas personas vivan esa importante pérdida de una manera más difícil. Por eso, Palacio aconseja que cada uno pueda tener un ritual privado, simbólico, y que más adelante se pueda tener de una manera un poco más convencional.

En una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, nos cuenta que se ha encontrado distintos casos. Hay personas que prescinden de la ayuda psicológica para afrontar esta situación, pero otras sí que agradecen que una profesional se acerque a su situación para servir de apoyo.

«El apoyo social es importantísimo, y el autocuidado» para quienes tienen que pasar este trago en un momento como este, dice Palacio. No tenemos la posibilidad de proximidad, más que con quienes viven en la misma vivienda, pero de forma telemática, o incluso a través de las redes, se puede encontrar un cierto alivio emocional.

Hace ya algunas semanas, la propia Palacio publicó en EL FARADIO una columna sobre este tema del duelo, en el que también hablaba de lo impersonal que resulta hablar de cifras de fallecidos y enfermos, pero restándole el factor humano, las historias que hay detrás de esas frías cifras.

La esperanza que expresa Palacio es que un momento como el actual ayude a que seamos «más empáticos», sobre todo una vez que podamos volver a actuar como una sociedad con contacto entre sus componentes, que cuidemos más los unos de los otros y que se avance en la capacidad de estar más próximos y preocuparnos un poco menos de nuestros anhelos individuales.