Valentina

«He experimentado un paso más, que es que me pongan la mano encima, y el siguiente paso no sé cuál va a ser»

Una mujer trans de Santander fue agredida este martes en Bruselas. Hace poco dio el paso definitivo y desde entonces, es habitual recibir insultos por la calle
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Valentina Vidal es cántabra, pero ahora está en Bruselas, como becaria de Turespaña. El pasado martes por la noche disfrutaba en la capital belga de un rato divertido, de risas con un amigo, en un ambiente festivo y futbolero, por aquello de que ya estamos en plena Eurocopa.

En un momento en que se agachó para ajustarse el calzado, un grupo de chicos se dirigió hacia ella. Recuerda que «uno me insultó y me escupió, y otro me dio en toda la cara».  Pero recuerda otra cosa que, seguramente, le duela aún más. «Veía mucha gente parada y no les dijeron absolutamente nada».

Es como describir los senderos por los que debemos transitar, pero todavía no lo hemos hecho como sociedad.  Un grupo de personas exhibe una posición de fuerza contra alguien por ser distinta, y los de alrededor toleramos ese comportamiento en vez de señalar a quienes no tienen incorporado el respeto a la diversidad social y abusan de una situación puntual de superioridad numérica para emplear la violencia. En plena calle, además.

Valentina se ha decidido a contar lo sucedido en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.

Ella reconoce que «lo veía venir. He llegado a un punto de no retorno, decidí no volver atrás y quiero salir a la calle como yo soy», pero encauzar su vida según cómo se siente y cómo desea expresarse le ha costado un cambio en la actitud de otras personas hacia ella. Recibe insultos por la calle a menudo, y por eso tuvo la sensación de que podía ser agredida también.

«He experimentado un paso más, que es que me pongan la mano encima, y el siguiente paso no sé cuál va a ser», expresa. Pero no ha elegido la opción de esconderse. Se ha apoyado en sus amistades, en su círculo LGTBI para reafirmarse en vivir la vida como ella ha elegido vivirla, y contar su desagradable experiencia para visibilizar situaciones que se siguen produciendo habitualmente.

«Su odio a mí no me va a tocar», dice, aunque lo haya hecho físicamente, pero asegura sentirse menos sola compartiendo este episodio donde ha sufrido la discriminación por ser como es. Por supuesto, señala que «la educación es clave» si queremos abandonar este tipo de comportamientos. No dirigir mentes hacia el odio, sino hacia la inclusión y el respeto por los demás, que suele ser también respeto hacia uno mismo.

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