Las pensiones son un derecho, no una carga, señor ministro

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Más allá del acuerdo que sobre pensiones han firmado el Gobierno con los sindicatos y la Patronal, el tema de las pensiones sigue y seguirá estando en las principales páginas de los medios de comunicación y en el centro de los debates de los tertulianos radiofónicos y televisivos. A estos debates -en muchos casos falsos debates- contribuye el ministro del ramo, señor Escrivá, con sus controvertidas declaraciones.

En todo caso, las declaraciones del señor ministro van siempre en la misma dirección: reducir los gastos que genera el pago de las pensiones. Desde esta perspectiva sus últimas declaraciones hacen referencia a que en estos próximos años van a llegar a la edad de jubilación la generación nacida en los años 60, los años del desarrollismo, en los que después de una durísima y larga postguerra, subió el nivel de vida y con ello aumentó la natalidad y, por tanto, habrá más personas que lleguen a la edad de jubilación. Esto, con ser cierto desde el punto de vista estadístico, no conlleva, como afirma el ministro, la necesidad de que las personas de esta generación tengan que realizar un esfuerzo añadido: o trabajar más tiempo o cobrar menos pensión.

Si aplicamos el mismo argumento del señor ministro a otros servicios públicos como la educación o la sanidad, tendríamos que, en el caso de la educación, dado que llevamos años con tasas de natalidad muy bajas, el alumnado está descendiendo considerablemente, por tanto, podemos hacer que los maestros y profesores trabajen menos o cobren más. En el caso de la sanidad, cuando hay un aumento de enfermos, como ha sucedido con la pandemia, deberíamos pedirles que se sacrifiquen y aguanten un poco más sin ir al médico o al hospital. Esta es la teoría que siguieron en la Comunidad de Madrid con los enfermos de las Residencias de Mayores con los trágicos resultados que todos conocemos.

El ministro, y todo el poder financiero que tiene detrás, solo ve el tema de las pensiones en términos de gasto. Intentemos verlo desde la perspectiva de los ingresos. El sistema público de pensiones en España es un sistema de reparto, solidario e intergeneracional porque las pensiones actuales se pagan con las cotizaciones de los trabajadores de hoy y estos recibirán sus pensiones de las cotizaciones de los futuros trabajadores. Si lo que preocupa a los tecnócratas, como el ministro, es equilibrar los gastos con los ingresos, en lugar de preocuparse de si va a haber más pensionistas y con ello más gasto, podía ocuparse de que haya más empleo y así aumentar los ingresos.

Si la economía española consigue, no digo dar empleo a los casi cuatro millones de parados actuales, sino a la mitad para situarnos en la media de desempleo de la Unión Europea, el problema de las pensiones de los llamados baby boomers estaría resuelto. El problema de este país no es de falta de trabajadores, sino de falta de empleo. Pero es más si, aún con el paro estructural tan enorme que tiene este país, se consiguiera que los empleos fuesen de calidad, es decir, salarios dignos y sin tanta precariedad y temporalidad, aumentarían considerablemente los ingresos vía cotizaciones y no habría ningún problema con el aumento durante unos años del número de pensionistas.

Además, cuando se hacen estas argumentaciones tan simples, no se tiene en cuenta un aspecto que, como economistas y expertos tanto el ministro como los tertulianos conocen: el aumento de la productividad. La argumentación simple es que habrá menos trabajadores con relación a los pensionistas. Aunque así sea, no tienen en cuenta que cada trabajador, gracias a los avances tecnológicos, produce cada vez más. Hoy se produce mucho más que antes con menos trabajadores. Lo que importa no es el número de trabajadores sino la riqueza que producen.

Las pensiones siempre se utilizan como arma arrojadiza por los poderes económicos, siempre aparecen como una gran carga social. Por el contrario, las pensiones deben considerarse como lo que son: un derecho, como lo son la educación o la sanidad. Nunca he oído a nadie hablar del déficit financiero de la educación o de la sanidad, pero sí preocupa que las pensiones sean deficitarias. Todo el mundo entiende que la educación o la sanidad son servicios públicos necesarios, independientemente de que el gasto que supongan sea alto e independientemente del número de beneficiarios que tengan. Las pensiones deberían tener el mismo tratamiento.

El problema con las pensiones es que nos han hecho considerar que deben ser sufragadas exclusivamente por los trabajadores a través de las cotizaciones cuando deberían pagarse, como cualquier otro servicio público, a través de los Presupuestos Generales del Estado. Que las pensiones tengan que ser pagadas por los trabajadores es como si los gastos de la educación les hiciéramos recaer exclusivamente en aquellas familias que tengan menores en edad escolar o que la sanidad la paguen las personas enfermas. Este sería el paraíso del liberalismo, lo que pretenden determinados intereses económicos.

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