Valdecilla apuesta por la integración de nuevas herramientas para el tratamiento integral de la depresión

Clínicos, gestores, pacientes, economistas y artistas aúnan sus conocimientos para avanzar en el abordaje de este problema de salud
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El Hospital Universitario Marqués de Valdecilla apuesta por avanzar en la integración de nuevas herramientas para el tratamiento integral de la depresión, combinando las nuevas terapias farmacológicas, la psicoterapia, la activación social, la creación artística, etcétera. El objetivo es abordar de manera más eficaz este importante problema de salud, que se ha agravado “en tiempos tan duros como la pandemia”.

Así lo afirmaron durante la jornada especializada ‘La Depresión vista desde diferentes perspectivas’ el director gerente del Hospital, Rafael Tejido, y el jefe del servicio de Psiquiatría, Jesús Artal, que analizaron la depresión, y especialmente la depresión resistente, de la mano de clínicos, gestores, pacientes, investigadores, economistas y artistas que contribuyeron con sus conocimientos a trazar un mapa con el que poder visibilizar este problema en toda su magnitud y acercar nuevas posibles soluciones.

Tal y como explicó el jefe del Servicio de Psiquiatría de Valdecilla, “la situación mundial que estamos viviendo con la pandemia, con esa ola de problemas de salud mental que ya son evidentes en nuestros hijos, pero también en todos los grupos de población, con incremento de las conductas suicidas y de la demanda de atención especializada, representa un momento de la verdad para los sistemas sanitarios de todos los países, y también para Cantabria”.

Ante este gran reto, ha señalado, “nuestra respuesta ha de ser eficaz y eficiente, potenciando los proyectos asistenciales de calidad”, como el programa de intervención temprana en psicosis, el programa de asistencia a los trastornos de la conducta alimentaria o el programa CARS de prevención y asistencia de la conducta suicida de Valdecilla, que son considerados referentes en el ámbito nacional.

Del mismo modo, ha indicado, el próximo plan de salud mental que está en elaboración impulsará un mejor manejo de la depresión, que aún hoy “constituye un área de gestión clínica pendiente de afrontar en el contexto nacional, y también en nuestro medio” y del que no hay que perder de vista “su elevada prevalencia, sus repercusiones para el paciente y su entorno, su afectación funcional y el riesgo de suicidio y sus implicaciones sociales y económicas”.

En este sentido, los asistentes a la jornada pudieron asistir al testimonio en primera persona compartido por varias usuarias de la red de salud mental de Cantabria y una trabajadora social de la Asociación Cántabra de Salud Mental (ASCASAM), que también trasladaron sus expectativas y las necesidades que han detectado desde su experiencia con los dispositivos de la red de salud del sistema público.

Por otro lado, el subdirector General de Ordenación, Farmacia e Inspección de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Cantabria, Miguel Mateo Soler, y el psiquiatra y coordinador de salud mental del Servicio Cántabro de Salud, Oscar Fernández Torre, anticiparon la perspectiva de los gestores y avanzaron las líneas de trabajo más destacadas del nuevo plan de salud mental de Cantabria.

Este nuevo plan, que sustituye al previo vigente en el período 2015-2019 afronta el reto de dar respuesta a las necesidades sobrevenidas en la época posCOVID. Para ello se ha decidido adoptar una metodología orientada a la práctica, con propuestas concretas de acciones de mejora de la red de salud mental y de transformación de la actividad asistencial.

Desde la perspectiva clínica, Marcos Gómez Revuelta, médico especialista en Psiquiatría y responsable del programa de depresión resistente del Hospital Valdecilla, ha recordado que la depresión se ha convertido en uno de los grandes retos para la sociedad en el siglo XXI, ya que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2030 representará la primera causa de discapacidad a nivel mundial.

“Es, de acuerdo a lo que percibimos en nuestras consultas, la pandemia postpandémica y, lamentablemente, su abordaje, su reconocimiento social, político y económico, se encuentran aún muy alejadas de la magnitud del reto al que nos enfrentamos. Se trata de una enfermedad dramática, con costes y secuelas terribles en lo psíquico y mucho más allá de lo psíquico, puesto que representa un factor de riesgo añadido para el desarrollo de múltiples dolencias físicas, afecta a las relaciones familiares, condiciona el desarrollo existencial de la persona, su ajuste laboral, social y funcional. Hay mucho trabajo por delante; sin embargo, también mucha esperanza”, ha asegurado.

Al respecto, la doctora Ana de Santiago Díaz, responsable del Hospital de Día Psiquiátrico y del programa CARS para el Manejo de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio, ha celebrado que en los 5 años de funcionamiento en el área sanitaria de Santander se ha disminuido a la cuarta parte la necesidad de ingreso hospitalario para atender a las personas con conducta suicida, así como la recurrencia y la necesidad de hospitalización en el año posterior.

“La atención rápida e intensiva, en los primeros días y semanas tras la atención urgente de la conducta suicida, que proporciona el Programa CARS, constituye una pieza fundamental para prevenir la muerte por suicidio”, ha subrayado.

El profesor de la Universidad de Cantabria David Cantarero abordó las implicaciones económicas de la depresión, señalando como factores a incluir en la ecuación, no sólo los costes sanitarios de los propios pacientes, sino todos los que tienen que ver con otras dimensiones vitales, como la laboral, y también de los familiares de afectados directamente por este problema de salud. Un iceberg, que, analizado más allá de lo que se ve en la superficie, evidencia que sus costes son mucho mayores que el presupuesto asignado para prevenir o tratar el problema.

En relación a este punto, el jefe de Psiquiatría de Valdecilla ha defendido que “la evidencia actual confirma que la mayoría de enfermedades mentales responden adecuadamente a los tratamientos de modo eficaz y eficiente si se invierte firmemente en ellos” y que “es preciso tomar medidas pues la reciente pandemia ha empeorado el escenario y ha incrementado la demanda y necesidades en atención mental”.

Activación social

La última mesa de la jornada, que ha contado con la colaboración de Janssen, ha sido impartida por Marcos Castán, profesor de Coro en el Conservatorio Profesional de Música de Salamanca y director musical del Proyecto ‘La Voz del Paciente’, que ha subrayado la importancia de fomentar la activación social, que consiste básicamente, en “no dejar de hacer aquello que habitualmente nos recompensa y nos motiva, las pequeñas cosas, rompiendo ese círculo vicioso entre la tristeza y la inacción” y ha explicado que las intervenciones basadas en la música son herramientas útiles en el tratamiento de algunos trastornos psiquiátricos y han demostrado eficacia en la depresión.

Cantar, ha añadido, estimula las vías auditivas, sensoriales y motoras en el cerebro, potencia la respiración diafragmática, mucho más profunda y lenta, y beneficiosa para el sistema cardiovascular y el sistema nervioso autónomo, eleva el ánimo, y aumenta la sensación de placer y recompensa.

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