«Poner un muro ya es inhumano. La concertina es un nivel más»
Bilbao se convirtió en lugar de paso de la naviera saudí Bahri para cargar armas fabricadas en España con destino Arabia Saudí, para después ser usadas en la guerra contra Yemen. Ina Robles, llegado el momento, se negó a participar en ello. Las protestas en la capital vizcaína lograron disuadir a la empresa naval, que empezó a hacer escala en Santander para lo mismo. Robles ya era más que un bombero.
Después publicó un libro titulado ‘Faros en las tinieblas’. En él se proponía hablar de activismo y poniendo ejemplos. En eso se había convertido, tanto como para inspirarle y ponerse a escribir páginas en las que defender lo importante y útil que es que haya grupos de personas que se planten ante situaciones injustas.
Ahora, nuestra llamada a Robles es para hablar de concertinas. Concretamente, de las que ya hay instaladas en el Puerto de Santander. Están en parte del vallado, pero la pretensión es colocarlas por todo el perímetro del recinto. Este bombero recuerda que «tuvimos enfrentamiento con la Autoridad Portuaria por el tema de las bombas, y este es el segundo» en la entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.
«Hablé con el presidente de la Autoridad Portuaria y me di cuenta de que no es alguien que destaque por su interés en la defensa de los derechos humanos», revela Robles. Ahora se ha llegado hasta esta decisión, insólita en un lugar donde no hay una gran tensión migratoria.
El foco de Robles va directamente a la raíz: «lo realmente importante es que las concertinas son un método cruel, pero no eficaz». Esa es la clave para ver que en Ceuta y Melilla, puertas de entrada en Europa, ya no existen las cuchillas sobre la valla.
A partir de aquí, le parece básico entender que las personas que quieren saltar la valla no se van a detener. «Quien quiere llegar al Reino Unido, tiene la idea de conseguirlo o morir en el intento». Es decir, que ni las vallas más altas ni las cuchillas más afiladas podrán ser suficiente disuasión para no seguir intentándolo.
«La finalidad no es impedir el acceso de personas al Puerto, sino que sufran daños en los intentos», dice. Falta reflexión sobre las consecuencias que eso realmente tiene. «Soy bombero, y no me quiero imaginar cómo tiene que ser el rescate de una persona que sufre daños de una concertina».
En el Puerto de Bilbao no se ha tomado la misma decisión para defender el acceso a la zona portuaria. Señala la diferencia entre ambas ciudades, puesto que en Santander el Puerto está mucho más integrado en el espacio urbano. En la capital vizcaína han decidido colocar muros de gran altura. «Poner un muro ya es inhumano. La concertina es un nivel más», afirma.
Cree que con esta decisión tomada por la Autoridad Portuaria de Santander «no se ve el factor humano de lo que está pasando» y que, dentro de las posibles soluciones, «se opta por la más lesiva». Aunque se acuda siempre al argumento de las mafias que operan en el entorno de las personas migrantes que quieren abandonar nuestro territorio, Robles piensa que eso «no cambia nada, porque siguen siendo personas vulnerables».
Tampoco deja de señalar que este asunto es de un carácter muy distinto al de las migraciones que se ven en otros lugares de Europa, puesto que aquí hay personas que no intentan entrar en la Unión Europea, sino salir de ella, e incluso son migrantes que «están legales en España, con visados turísticos».
Su vaticinio es que van a empezar a ocurrir cosas graves en Santander. «Cuando se empiece a ver la sangre en los medios de Cantabria, la Autoridad Portuaria verá que estaba pensando en solucionar un problema y lo que ha hecho es agravar la situación», concluye.
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