Héctor, desahuciado en noviembre en Gama, sigue sin poder recopilar toda la documentación personal que tenía en la vivienda
El desahucio de Héctor y su madre de su vivienda en Gama el pasado mes de noviembre, tras un tortuoso proceso en torno a un préstamo no bancario, sigue con flecos pendientes.
Y no sólo por la preocupación que suscitó entre los activistas antidesahucios al ser la segunda ocasión, después de la Jennifer en Santander, en que su movilización no pudo frente al dispositivo policial.
Otra de las cosas que sucedió ese día fue que, al contrario de lo que suele suceder en estos casos, no pudo recopilar todos sus enseres personales (archivos, objetos, recuerdos o documentación, suya o de la asociación que trata de fiscalizar todo lo relacionado con los prestamistas privados implicados en lo sucedido).
Todavía hay quien recuerda como ese día, ante la premura y problemas que se produjeron en torno al desalojo, tuvieron que meter en una bolsa de plástico los medicamentos de la madre. Después fue cuando se intentó acceder acompañado de las fuerzas de orden a por esos objetos, pero eso no se produjo como otras veces.
Y después de eso, según relata el propio Héctor a Gama, se han ido sucediendo contactos con los nuevos propietarios de la vivienda, que la adquirieron al prestamista, en algunos casos recurriendo o bien al contacto entre abogados o bien incluso por la mediación de una concejala .
El último fue el pasado viernes, cuando, cuenta Héctor, el comprador les escribió para decirles que les dejaba la documentación en la calle. Pero al ir a recogerlo comprobaron que sólo era una parte, sin haber conseguido, por ejemplo, más de la mitad de la parte documental, todo el archivo antiguo de la vivienda.
También siguen sin poder recuperar, enumera, objetos antiguos, libros, herramientas…, algo que no descartan llevar a la Justicia.
HÉCTOR Y JENNIFER
El desahucio de Héctor ha sido un proceso duro: lo tuvo que canalizar tras años de problemas económicos familiares. La reforma de la vivienda para adaptarla a la discapacidad del hermano llevó al padre, sin recursos en ese momento, a acudir a un prestamista, ante las dificultades para conseguir esos ingresos por la banca convencional. A raíz de ahí se sucedieron problemas derivados del préstamo o la situación de desempleo, que pillaron a Héctor en el paso de la adolescencia a la juventud, hasta desembocar en la consumación del desahucio suyo y de su madre, después de que fallecieran tanto el padre como el hermano.
Su desahucio fue más duro que otros de los que hemos contado en los últimos años, porque llegó a ser detenido por las fuerzas del orden (después, liberado y absuelto en el juicio rápido, pero estuvo una noche en el calabozo).
El desalojo se ejecutó pese a la convocatoria del Stop Desahucios, la acción que lanzan habitualmente los colectivos de apoyo a víctimas de la crisis de vivienda como la PAH , Stop Desahucios o Juntxs lo paramos todo, intentando frenar el desahucio.
Y fue la segunda vez que pasaba en cuestión de semanas, rompiendo una tónica de años además: previamente sucedió en Santander, con el de Jennifer, desalojada de una vivienda en la zona de Cuatro Caminos propiedad de un fondo ligado al Grupo SADISA (ASCAN), y en el que el dispositivo policial se adelantó frente a lo previsto bloqueando por ambos lados calle pequeña, de forma que se impidió el acceso a los activistas que se habían organizado para ayudar a Jennifer, madre de dos menores.
La suma de ambos desahucios, frustrados por el operativo policial pese a la movilización activista (y rompiendo tendencias previas e que esa movilización lograba impedirlo o posponerlo) despertó preocupación entre los movimientos de vivienda, al aunar tanto las dificultades de las personas vulnerables como la represión a la reivindicación, y ha sido el germen de una plataforma de coordinación, la Red Antidesahucios de Cantabria.
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