El cántabro Elías Leon Siminiani evoca los antiguos cines de Santander al recoger el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción

Hay producción cántabra en 'Cinco lobitos' y en 'Cerdita'
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Hay una parte de las ciudades, de los territorios, que es de todos porque la compartimos; y hay otra que es tuya porque pertenece a tus recuerdos. Y hay un intervalo en que tu recuerdo se cruza con el de más gente, es compartido y así se teje la memoria colectivo

Hubo un  tiempo en el que en el casco urbano de Santander había cines (hoy no es que no haya cines, pero están vinculados a los centros comerciales en la periferia, y en el entorno urbano quedan los Groucho, centrado en cine de autor; la Filmoteca, pública; y, como único vestigio de esa era, el cine Los Ángeles).

Esa parte es la historia de todos: las salas fueron cerrando, el cine se desplazó a la periferia como un complemento dentro de una oferta de consumo y los espacios de las salas se fueron realquilando (supermercados, garajes) de forma que costará encontrar espacios similares en un futuro .

Entre ellos estaban el cine Kostka, que estaba en la calle Guevara, ligado al colegio y que consiguió trascender la actividad del centro; o el cine Capitol, que estaba en la calle San Fernando; y el cine Santander.

A esa época en la que identificabas la película que habías visto con el cine en que la habías visto y a esos dos cines en concreto se ha referido este sábado el director Elías Leon Siminiani, nacido en Santander, al recoger en Sevilla el Premio Goya al Mejor Cortometraje de Ficción (en una gala en la que el recuerdo al que el corto es cine fue uno de los lemas constantes).

La referencia era coherente no sólo con las vivencias, sino con lo que quiere contar en el trabajo galardonado, ‘Arquitectura emocional 1959’, que es la historia de lo que significan los edificios y el espacio público, como recordaba el propio Elías, autor de la reconocida y premiada ‘Mapa’ o ‘Apuntes para una película de atracos’, entre otros trabajos de este realizador, colaborador en proyectos de su amigo Daniel Sánchez Arévalo.


Fue el rastro directo más cántabro en la Gala, pero había más:

-sin olvidar que el protagonista de la noche, el director Carlos Saura, fallecido apenas un día antes, Goya de Honor de esta edición (pudo tener la estatua en casa pero no estar en la gala ya) hizo entre sus últimos trabajos un documental sobre el Centro Botín, o a ver a Miriam Díaz Aroca en el reencuentro histórico de las cuatro protagonistas de ‘Belle epoque’.

-tenemos a una cántabra, Maria Fernández Armenteros, fundadora de la productora Buena Pinta Media, dentro del complejo equipo que siempre hay en torno a una película, en este caso, una de las revelaciones de crítica y taquilla del año,’Cinco lobitos’. Una cinta en la que si directora Alauda Ruiz de Azúa consigue dignificar como objeto de historia ‘peliculeable’ el complejo mundo que se le abre a una madre primeriza cuando se va a pasar unos meses con sus padres para que le ayuden en la primera fase de la crianza. Ser madre, ser hija, ser esposa, ser una misma, tan sencillo –y tan difícil- como eso, un argumento que pocos hubieran visto material para rodar pese a que es pura emoción, y que ha gustado en taquilla, además de lograr tres goyas: a la mejor dirección, a la mejor protagonista (Laia Costa( y a la mejor actriz de reparto (Susi Sánchez).

Que Morena Films tenga trabajos pendientes de los Goya es relativamente frecuente: la productora del cántabro Alvaro Longoria y Lucreia Botín,organizadores del Festival de Cine de Santander (ligado al Centro Botín) es muy activa en cuanto a producciónde títulos con recorrido. En este caso, estaban detrás de ‘Cerdita’, cuya protagonista, Laura Galán, fue la actriz revelación por su papel de una víctima de bullying que revela su altura ética, no exenta de complejidades, frente a quienes, por momentos, dan más miedo que muchos villanos de terror, sus acosadoras diarias en persona y redes, en este slasher rural con sabor a matadero, sudor de verano y piscina de pueblo.

Finalmente, fue desde Cantabria donde se ha puesto en marcha la iniciativa –reflejada en un vídeo emitido durante la gala—con la que el cine quiere compensar la huella ambiental que generan los rodajes, plantando árboles que compensen ese impacto. Es el Bosque del Cine, que implica la plantación de 34.000 árboles autóctonos sobre una superficie de 40 hectáreas de la llamada Faja Mancomunada, que discurre entre Alfoz de Lloredo, Comillas, Ruiloba y Udías incluyendo el Monte Corona, impulsada desde el Festival de Cine de Santander ligado al Centro Botín.

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