Roberto Mazorra ha sido expulsado de su casa. La comitiva judicial llegaba a eso de las 9 de la mañana, como estaba previsto y con la intención de llevar a cabo el lanzamiento «sí o sí», según cuenta el propio afectado.

Además, Mazorra relata que, durante el desalojo, la Policía Nacional ha roto cristales de la puerta del portal, y también le han dado algunas patadas a las pertenencias del desahuciado, como sus libros. «Yo soy un desgraciado que todavía tiene un montón de libros», decía tirando de sarcasmo en una entrevista que ha tenido con EL FARADIO DE LA MAÑANA poco después de ser expulsado de su vivienda y mientras otros activistas le ayudaban a sacar todas sus pertenencias.

«La policía me ha dicho que había una orden del juez para entrar al portal costara lo que costara, han destrozado la puerta, rompiendo los cristales. Algo inaudito que no había pasado hasta ahora», decía Mazorra. Sin embargo, dice que esa orden no se la han enseñado, porque estima que «no hay orden por escrito de entrada al portal porque es ilegal».

Por tanto, la actuación que ha terminado en desahucio también tiene consecuencias para el resto de los vecinos. «¿Ahora cómo les explicas que han destrozado la puerta del portal?», se preguntaba.

Al desahucio propiamente dicho se añade que «nos han denunciado por resistencia grave, no sé si será atentado a la autoridad o algo de lo que hacen habitualmente», y se refiere a él y a varios de los activistas que trataban de frenar el desahucio. «Nos han puesto contra la pared, como en una película de gánsgters», relata.

Este activista tiene una larga trayectoria en los colectivos antidesahucios, y lo que ve contra él es «una persecución policial, persecución judicial y persecución política». Se basa en que, por la situación de huelga en diferentes colectivos de personal de la Administración de Justicia, había «cinco meses de lanzamientos y de procesos de ejecución pendientes y ahora ponen el primero el mío», y también en que se ha enviado «un dispositivo policial irracional», que ha llegado a las 5:20 de la madrugada, cuando la comitiva judicial tenía prevista su llegada a las 9 de la mañana.

«A partir de ahora tenemos que saber que nada va a servir para evitar los desahucios», expresa desconsolado Roberto. Lo que otras veces servía para reconsiderar una situación ahora está cambiando. Este desalojo sigue los pasos de los de Jennifer, también en Santander, y de Héctor, en Gama, cuando los dispositivos también llegaban mucho más temprano de lo normal y en un número abundante. Esos dos también se ejecutaron, uno con acordonamiento de la calle Isla de Cuba de la capital cántabra para que los activistas no pudiesen acceder al portal, y el otro con heridas en el rostro del desahuciado.

«El juez ha hecho una fechoría importante», se quejaba Roberto. Cree que hay magistrados que se están dedicando a «hacer política y saltarse las leyes a la torera», con lo que hay veces, en su opinión, que la suerte de una persona o de una familia depende del Juzgado que les toque. «Te puedes encontrar un juez que te desahucia aunque seas persona vulnerable, dependiente, con menores…».