La Barbie feminista

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(…) “Es decir, la heteronormatividad es el régimen social y cultural que impone que la heterosexualidad sea la única sexualidad ‘normal’, natural y aceptada, y también su correlato: la persecución y la marginación de las personas no heterosexuales.”

En esta definición que Beatriz Gimeno hace para el glosario de la revista Píkara Magacine la autora también nos recuerda que heteronormatividad y Patriarcado no van necesariamente unidas. Como nos explica la autora, bajo este paradigma, nacemos biológicamente hombre o mujeres, y como tales nuestra condición sexual define nuestra identidad de género, masculino o femenino y por extensión asumimos los roles que van asociados, ya sean sociales, culturales, sexuales; incluso los vasos comunicantes que entre ambas categorías se puedan dar quedarían marcados en última instancia por esta categorización. Y es aquí donde el término “otredad” se vuelve operativo en el análisis y comprensión del mundo que nos rodea desde la perspectiva feminista. En esa “heterosexualidad obligatoria” y que nos recuerda la autora. Bajo esa mirada del mundo, toda lucha feminista queda definida y delimitada.

Si has visto la película “Barbie” verás como el papel de Alan queda relegado a ese mundo de las “otredades” de todes aquelles que no encajan en el molde y por lo tanto están condenados a la periferia, a la marginalización como nos recuerda la autora en su artículo. O a acompañar en la lucha a la Barbie o al Ken de turno, mas o menos estereotipados según las necesidades del mercado y de incorporar nuevos votantes a la urna de la caja registradora.

Si naces biológicamente chica, no hace demasiado, no te quedaba la opción de aceptar el “pack princesa”. El color rosa era el tuyo, igual que el mío el azul, asociado a lo que un príncipe debe ser y se espera de él, mallas incluidas junto con los privilegios derivados que, más allá de ser elegidos o negados, te colocan en un determinado escalafón de la sociedad a la que te incorporas. Si formas parte del WASP (White-blanco, anglosajón y protestante) partes de una posición de ventaja, más allá de que luego te rebeles contra dicha condición. Formas parte del grupo privilegiado para el que inicialmente estaba hecha la “barbie estereotipada”. Un juguete sólo al alcance de unas pocas, quienes tienen dinero para comprarla y convertida en modelo de superación, en referente social, en cánon hegemónico. Un modelo, por otro lado, inalcanzable que sólo genera frustración, negación, auto mutilación y exclusión.

Todo nacimiento que vaya perdiendo en el parto una de las iniciales de las que hablamos marcará la posición de salida del bebé; la raza, la clase social, etc…Todas son variables a tener en cuenta. Y cada ser humano está marcado, cruzado por todas esas realidades que ya estaban antes de que naciera y que se le adjudica como si de su primer «body» se tratara. Es lo que se conoce como “interseccionalidad”. El concepto lo acuñó en 1989 la teórica Kimberlé Williams Crenshaw definiendo este término como “el fenómeno por el cual cada individuo sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales”. Es decir, independientemente de lo que suceda a lo largo de tu vida, tu posición de partida no es neutra y variables como la raza, la clase social, el lugar donde naces etc…te ponen en un lugar determinado en la carrera de la vida, con mas o menos ventajas, privilegios u opresiones en función de cuanto encajes en ese canon preestablecido.

Sin embargo, la heteronormatividad es transversal, es decir, para los niños el azul, para las niñas rosa. A los niños les deben de gustar las niñas y al revés, los niños deben de ser príncipes con lo que eso se supone que se espera de ellos y las niñas princesa con lo que eso se supone a la hora de construirse unos y otras. En el mundo de “Barbie” como alegoría del mundo en el que vivimos la deshumanización, cosificación y discriminación por el mero hecho de ser mujer es también transversal, independientemente de la raza, la clase, el origen, o las “medidas”. Y al serlo genera también múltiples combinaciones que necesitan ser visibilizadas también.

Barbie parece rebelarse contra el Patriarcado desde esa heteronormatividad de la que forma parte con unos privilegios de partida que no parecen llevarle a cuestionar el resto de desigualdades y opresiones provocadas por el sistema en el que vive. Solo aquellas que le incumbe directamente. Quizás en su proceso ponga la mirada en el resto de barbies creadas a la sombra de su “estereotipo”; orientales, latinas, negras, las barbies lesbianas, trans, binarias, de género fluido, etc… incluso las No Barbies. Y tal vez así Alan y les posibles otres que parecen quedar relegados a la “otredad” de la “otredad”, en los términos que hablábamos, pueda tener su propia peli y convertirse en fenómeno de masas con su propia cuenta de tic toc y un muñeco o videojuego que se convierta en éxito de ventas para la empresa que lo fabrique (en talleres clandestinos de Nueva Delhi, por ejemplo). Quizás todxs seamos un poco Barbie (Y Ken más que nadie)

Nota: Echols, op, cita pág 292: WASP (White, anglosaxon y protestant) denominación tradicional en Estados Unidos pare referirse a la clase alta de raza blanca y de origen anglosajón)

Canción ¿Para qué fui creada? de Billie Eilish

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