Leer y viajar

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El pensador George Santayana escribe que “en algunos libros las notas marginales son más interesantes que el texto. El mundo es uno de estos libros”. Y que “para llevarnos a tierras lejanas no hay mejor fragata que un libro”, escribe la poeta Emily Dickinson. Pues bien, el filósofo Carlos Nieto Blanco se ha fijado en veinte supremas notas marginales a ese libro que es el mundo, y que, a su vez, son otros tantos libros, a los que ha reunido en esa “fragata”, que es su último libro publicado, “LLEGAR ALLÍ ES TU DESTINO. Un viaje alrededor de la literatura de viajes”, con la invitación a que subamos a bordo, lo leamos y, si es el caso, escribamos nuestras notas marginales que, mal que bien, es lo que yo voy hacer en las próximas líneas, a modo de comentario.

Hay viajeros y turistas. Que unos y otros viajen, no invalida la distinción, que unos y otros establecen, según su concepción y puesta en práctica del viaje. Turista es el que mira todo de a donde viaje, pero no lo ve, realmente, hasta que mira la fotografía o el, y valga esta simplificación caricaturesca; el viajero es el que, aparte de otras diferencias de mayor calado, el que piensa, siente, y tomas notas, escritas o no, en lo que mira, no sólo para conocer, sino para reconocerse en lo que ve, y valga la aparente magnificación del viajero, al que le mueve empresas de muy distintas índoles.

De viajeros trata el libro de Carlos Nieto, por mejor decir de textos, firmados por ellos mismos o por delegación, que dan testimonio fidedigno de su condición de viajeros, sean sus protagonistas personas reales o personajes de ficción, que en los textos adquieren cuerpo y alma. Viajeros que cruzan desiertos, que ascienden montañas, que surcan mares…que, en cualquier caso, llegan hasta “tierras lejanas”, impulsados por necesidades, curiosidades, emociones, creencias…, y a los que Carlos Nieto sigue de tan lejos en el tiempo y en el espacio, como de tan cerca adentrándose en los relatos que hacen, o les hacen, de sus viajes. Relatos de viajeros ilustres, algunos ilustrados, todos célebres, que figuran en la nómina de la literatura, en general, y, en particular, en la de literatura de viajes, como se consigna en el subtítulo del libro de Carlos Nieto.

El autor ha seleccionado vente libros de viajes, que ha repartido para su consideración, en diez capítulos -“Jornadas”-, dos en cada uno.

Toda selección supone un compromiso, que asume quien hace la elección y no es imposible que suscite discrepancias entre quienes habrían escogido, en este caso, otros autores, pues no faltan, y a los que Carlos Nieto nombra en un segundo plano.

Como sea, quien hace una selección, hace la mejor selección, porque es la que él hace. Si otro autor hiciera otra selección, también sería la mejor, y escribiría otro libro. Siempre será la mejor si responde a una intención y a unos criterios, previamente establecidos y comunicados, de los que Carlos Nieto deja constancia: el viaje como vía de conocimiento de ese libro, que es el mundo, en lo geográfico, en lo etnográfico, en filosófico, en lo mitológico, en lo religioso…y de reconocimiento del modo de estar en él, en distintos tiempos y espacios, motivaciones y objetivos aparte -curiosidad, negocios, aventura, conquista…-, pues la condición humana es siempre la misma, por más que se acomode a espacios y tiempos, o sea tratada como historia, o como fábula, o como drama…, que de todo hay en el “Llegar allí…”.

El autor aplica a cada obra al mismo tratamiento: proporciona una breve noticia biográfica del autor correspondiente, así como de la razón de ser del viaje, al tiempo que informa de la fuente, de la que parte; disecciona el texto en los aspectos, que considera más relevantes, siendo algunos solamente insinuados, acompañados de una glosa, en la que intercala fragmentos de los textos. Todo ello con el uso de un lenguaje literariamente sencillo, con escasas concesiones filosóficas, que facilita la fluidez en la lectura, si bien este lector encuentra una inflación del adjetivo “nuestro” -viajero/autor/héroe/poeta/aventurero/hombre…Menos de “nuestra”, pues son sólo dos las firmas femeninas, puestas a consideración.

Apelando a la condición viajera de tantos filósofos, que no figuran entre los viajeros seleccionados, y a modo de conclusión de índole filosófica, Carlos nieto, propone una nueva dimensión de la razón, la de la “razón viajera”, que como la “pura” y “práctica” kantianas o la “vital” orteguiana“, por señalar dos, también admite su “crítica”, sobre los supuestos de la “otredad”, la “alteridad” y el “extrañamiento”-
Carlos Nieto invita a leer, en un primer y segundo planos, entrando en la nave “Llegar allí…”, desde la cubierta hasta la bodega, desplegar, una a una, las veinte velas, y viajar leyendo. He aceptado la invitación y, después del primero, me daré algún que otro viaje. Con notas marginales, o no.

 

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