Luis González Reyes: «necesitamos que nuestra economía no esté en guerra con el Planeta, sino que funcione de manera armónica con él»

Reyes apuesta por la revitalización de espacios rurales, porque "es ahí donde podemos tener esos metabolismos agrarios con una mirada agroecológica u otro tipo de relaciones más cercanas y locales"
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«Debemos decrecer porque nos encontramos en una crisis ecosistémica, climática, energética, material… En realidad, una crisis de sobrepasar los límites planetarios». Ese es el paradigma global al que nos enfrentamos a día de hoy según Luis González Reyes, autor del libro ‘Decrecimiento, del qué al cómo: una propuesta para el Estado Español’, escrito junto a Adrián Almazán. Por ello, la solución que plantean es «colocarnos de nuevo dentro de los márgenes de lo físicamente y ecosistémicamente disponible, lo que requiere reducir nuestro consumo material».

Por si el concepto de decrecimiento pudiera suscitar aún alguna duda, Reyes explica en declaraciones a la sección ‘La energía del cambio’ (Solabria) en el Faradio que se basa en tres pilares: «el primero, reducir nuestro consumo material y energético hasta meternos dentro de los márgenes de seguridad y que permita satisfacer las necesidades humanas; el segundo es una relocalización de la economía de manera que tengamos circuitos cortos de producción y consumo para consumir local; y el tercero es que necesitamos que nuestra economía no esté en guerra con el planeta, sino que funcione de manera armónica con él, y no que el planeta adapte sus normas y funcionamiento al del capitalismo global. Más bien que adaptemos el funcionamiento de la economía a cómo funciona la naturaleza».

Pero la crisis a la que nos enfrentamos no es únicamente medioambiental sino también social, por lo que estas ideas «deben ir acompañadas de medidas de redistribución de la riqueza, tanto dentro de los territorios como a nivel internacional, también reparto de los trabajos, las desigualdades de género, etc», explica Reyes, y añade la necesidad de recuperar «la autonomía sobre nuestras vidas y ser capaces de satisfacer nuestras necesidades, así como poder atravesar esa triada de desafíos».

Portada del libro sobre decrecimiento

Que el capitalismo industrial global está colisionando contra los límites ecológicos es un hecho ante el que estos escritores plantean una “transformación económica y social” basada mucho más en el cómo lo hacemos que en el qué hacer. «Hay que pensar en cómo se aplican estos principios a nivel de la energía, la gestión de materiales, la alimentación, la industria, la construcción, las finanzas o el turismo», indica Reyes, que destaca como han intentado abarcar cada uno de esos sectores desde la perspectiva decrecentista.

Reyes tampoco cree que exista una mano negra maléfica detrás del capitalismo que quiera cargarse el planeta y perpetuar las desigualdades sociales, pero sí muestra que «el sistema funciona de manera automática con una alta competitividad por mantener nuestros empleos, empresas que compiten entre sí para no quebrar, Estados que compiten para que sus empresas puedan tener mayor tasa de mercado, todo el mundo compite con todo el mundo». Entonces, ¿qué es lo que permite que unas empresas tengan éxito y otras no? El escritor considera que «es la capacidad de maximizar su beneficio mediante una actividad económica mayor, consumiendo más materia, energía, y con ello mayor nivel de degradación ambiental y aumentar la explotación social».

Para salir de este bucle Reyes aboga por «organizar nuestra vida de otra forma con una economía al margen del mercado en la que yo me junte con otras personas, por ejemplo, para conseguir nuestra alimentación a partir de huertos productivos. Otro ejemplo, redes de crianza que nos permitan cuidar a partir de mecanismos de auto-organización entre familiares». Esta organización se traduce en una transición hacia escenarios post-capitalistas de «sociedades y economías en las que podamos vivir dignamente pero no en guerra, sino en paz con el Planeta», añade el autor.

Por otro lado, la aplicación de este sistema decreciente ha de ser muy diferenciada en función de la clase social, el lugar o el nivel de desigualdad de las personas debido a que «vivimos en sociedades atravesadas por grandes privilegios de clase, de género, de orientación sexual, etc, y no podemos tratar a todas las personas por igual», defiende Reyes. «Quienes tenemos más privilegios, por ejemplo, por ser un hombre blanco con estudios universitarios, los tenemos que aprovechar en esos procesos de transformación y son responsabilidades hacia el común», añade el escritor.

Asimismo, las transformaciones sociales tampoco pueden ser para Reyes iguales en el mundo rural que en las ciudades. «En el mundo rural necesitamos un proceso de revivicación, revitalización de espacios, porque es claramente ahí donde podemos tener esos metabolismos agrarios con una mirada agroecológica u otro tipos de relaciones más cercanas y locales», muestra.

Finalmente aprovecha para contrarrestas algunas de las críticas que apuntan al decrecimiento como algo utópico y recalca que «las propuestas decrecentistas se meten dentro de los marcos de carencias actuales, como el problema del consumo o de la energía basada en el petróleo, para potenciar las capacidades ecosistémicas».

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