“La pornografía y la prostitución se han vuelto dos caras de la misma moneda”
La agenda reivindicativa contra las violencias que sufren las mujeres continúa más allá de la manifestación del 25 de Noviembre, Día Internacional para la eliminación de la violencia de género (y de los numerosos actos que se han ido organizando en los días previos en ayuntamientos por toda Cantabria, tanto a nivel institucional como asociativo, o en otras organizaciones ).
Así, este jueves 28 a las 18.00 horas en el CASYC se proyectará ‘No estás sola: la lucha contra la manada’ , documental de Almudena Carracedo y Robert Bahar que parte de la agresión sexual múltiple en Pamplona para analizar la violencia sexual,con posterior coloquio con los autores, organizado por Amnistía Internacional y la Comisión 8 de Marzo.
Y el viernes 29 a las 19.00 horas en Librería Gil, en la Plaza Pombo, organizado también desde la Comisión 8 de Marzo, está la presentación de ‘Misoginia neoliberal’, de Ana Pollán, filósofa, investigadora y divulgadora sobre violencia sexual, prostitución o explotación reproductiva, situaciones que entrelaza en este libro con la propia deriva del sistema económico, tal y como desarrolla entrevistada por EL FARADIO.
-El propio título del libro conecta la misoginia con el neoliberalismo. ¿Es la mercantilización del propio cuerpo de las mujeres algo intrínseco al sistema económico?
-El patriarcado y el neoliberalismo son dos sistemas diferentes, pero se retroalimentan. El patriarcado opera desde mucho antes de que existiera el capitalismo, pero se ve claramente reforzado por este, especialmente en su actual fase neoliberal. El neoliberalismo no es sólo un sistema económico, sino también un sistema ético, político y antropológico muy definido. Como fase más radical del capitalismo, expande el espacio de lo que puede ser objeto de compraventa, porque incluye a las personas. En ese sentido, podríamos considerarlo una apuesta por el esclavismo, eso sí, en nombre de la libertad y la autodeterminación de los individuos.
De hecho, concibe a los individuos como libres para decidir autoexplotarse y libres de decidir ejercer cualquier actividad por dinero, incluyendo recibir violencia física, psicológica y sexual, que maquilla como “trabajo sexual”, en el caso de la prostitución y la pornografía, o como supuesta “subrogación de la capacidad reproductiva”, en el caso del alquiler de mujeres para gestar. Puro cinismo.
Sin patriarcado no habría una voluntad específica de explotar, oprimir y mercantilizar a las mujeres en base a su sexo. El neoliberalismo aprovecha esta sumisión de las mujeres para usarla a su favor e integrarla en su concepción del mundo y del mercado. No sólo la aprovecha: también contribuye a perpetuarla. En términos generales, la parte más precaria de la clase trabajadora está constituida mayoritariamente por mujeres. Las mujeres, de hecho, tienen un mayor nivel de empobrecimiento que los hombres. Por eso, el neoliberalismo, al generar mujeres empobrecidas, las dispone a la explotación sexual y reproductiva que reproduce el patriarcado. Ambos sistemas se retroalimentan.
-El cuerpo como objeto de consumo conecta realidades como la prostitución, la pornografía o la explotación reproductiva. ¿Cómo se puede luchar contra ello si la mercantilización está en todas partes, si parece consustancial a la sociedad?
No es fácil. Entre otros motivos, porque no hay ningún partido feminista ni marxista con representación parlamentaria. Por eso no se abole la prostitución, liberando a sus víctimas y encarcelando a sus promotores y usuarios ni se penaliza la ejecución de explotación reproductiva. De hecho, es legal inscribir a menores resultado de vientre de alquiler en el extranjero.
Por si fuese poco, el movimiento obrero se encuentra desmovilizado y sin sindicatos dispuestos a defender sus intereses de clase. El movimiento feminista resiste, pero con embates serios. Ha perdido la poca influencia institucional que un día tuvo, al haber abjurado de él todos los partidos con presencia parlamentaria. Como movimiento autónomo resiste en las calles y en el tejido asociativo muy dignamente, con muy significativa presencia para el chaparrón que aguanta, pero, siento decirlo, sin músculo suficiente para que un partido exclusivamente feminista alcance, siquiera, algunos escaños que pudieran hacerlo decisivo. Desde la calle y las asociaciones se hace mucho y bueno, pero las buenas razones sin poder tienen una capacidad transformadora limitada.
Suena pesimista, y lo es, pero visto en una perspectiva más amplia, también hay motivos para confiar que vendrán tiempos mejores. Precisamente porque tiene una base teórica y militante muy sólida, bastante resistencia al desaliento, bastantes éxitos en su haber, arrancados, además, en tiempos más oscuros, y ningún motivo por el que merezca la pena abandonar los objetivos feministas.
LA ADAPTACIÓN DE LA PROSTITUCIÓN Y LA OPACIDAD A LA HORA DE COMBATIRLA
-Esta concepción encuentra siempre formas de evolucionar y hacerse más dura: la pornografía adaptándose a Only fans o llegando a edades más tempranas de consumo, la presión por la explotación reproductiva o la prostitución tras la pandemia, saliendo de los locales para meterse en los pisos (es la tendencia que se está dando en Cantabria en los últimos años, aunque persisten locales).
-Confieso una inconfesable admiración por la inteligencia del patriarcado. Tiene una capacidad adaptativa asombrosa.
Si utilizamos como ejemplo la prostitución, cuando fue necesario presentarla como un mal menor en boca de un santo y como desagüe puntual para preservar la moral en términos generales, así se hizo. Y cuando convino señalarla como transgresión, sexualidad alejada del puritanismo y una cosa progre, tampoco se dudó en hacerlo así. Del mismo modo que se adaptan los argumentos para su legitimación, se adapta su propia articulación en la sociedad.
En la era tecnológica e hiperconectada, la pornografía y la prostitución se han vuelto dos caras de la misma moneda, sin que sea fácil ya determinar dónde empieza y acaba cada una con plataformas como la de Only Fans.
La prostitución cambia igualmente. Cuando el mercado criminal exporta demasiada materia prima, se pasó de pequeños prostíbulos a “macroburdeles” y cuando la pandemia dificultó su consumo en espacios macro, o algunas nos empeñamos en documentar su existencia y dimensión, se disemina en centenas o miles de pisos de difícil registro y localización, aumentando así la opacidad con la que actúan puteros y proxenetas e incrementando también la vulnerabilidad de las mujeres prostituidas, difícilmente localizables para asociaciones y servicios sociales.
Pero, a decir verdad, la mayor opacidad la aporta el cinismo social en el que estamos instalados. Se sabe lo que pasa, incluido el propio Estado, pero se prefiere mantener en una suerte de sombra alegal para que nadie se moleste demasiado. En esa sombra se ejecuta torturas físicas, psicológicas y sexuales cada día a cada hora a cientos de miles de mujeres y niñas en España, pero nuestra vida sigue. Algún día, se dirá: “basta”.
ANA POLLÁN
Es graduada en Filosofía por la Universidad de Valladolid, obteniendo el Premio Extraordinario de Fin de Grado. Es Máster en Filosofía Teórica y Práctica por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Es doctora cum laude también por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Ha trabajado en dos proyectos de investigación de la Universidad de la Rioja sobre prostitución y violencia sexual, dirigidos por Andrea Gutiérrez y financiados por el Gobierno de La Rioja. Colabora en algunos medios como Tribuna Feminista o El Común.
Ha intervenido en distintos cursos y congresos para mostrar el resultado de sus investigaciones sobre maternidad, explotación reproductiva o prostitución.
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