«Ante las crisis es cuando más se unifica el movimiento de mujeres»

Sonia Sánchez y Mayra Bolaños son defensoras de derechos humanos y derechos de las mujeres en El Salvador. Han venido a Cantabria de la mano de Asamblea de Cooperación por la Paz para poder tener un encuentro con mujeres de Campoo y con estudiantes de un centro educativo de Ampuero
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Viven siempre pendientes de algo. Cuando están en su país, hay mucho que hacer. Si salen fuera, están siempre esperando noticias. Es el precio a pagar cuando se defiende que hay cosas que deben de cambiar.

En Cantabria se han juntado con mujeres de Campoo, gracias a la Asociación de Mujeres Teda (la antigua Arquia) y también han acudido a un centro educativo de Ampuero para hablar sobre sus vivencias en un país que no funciona exactamente igual que España. Esta experiencia ha sido posible gracias a Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP) y su proyecto ‘Ellas deciden transformar’, que cuenta con la financiación de la Dirección General de Juventud, Cooperación al Desarrollo y Voluntariado del Gobierno de Cantabria. Este mismo proyecto tendrá una nueva actividad, una biblioteca humana, el viernes 6 de junio en la Casona de Reinosa, en la Sala de las Chimeneas, a las 17:00. Las mujeres de Campoo contarás su propia experiencia y qué ha significado para ellas formar parte de una asociación de mujeres.

Sonia y Mayra notan la diferencia entre países en la interlocución con las instituciones. No están acostumbradas a un trato tan amable y cordial como el recibido en Cantabria, y les gustaría que se aprendiese, en todas partes, lo que tiene que significar ser un servidor público. «En El Salvador los funcionarios nos están cerrando la puerta en la nariz», dicen en una entrevista concedida a EL FARADIO. Y les ha gustado mucho poder compartir tiempo con esas mujeres del sur de Cantabria. Poner en común vivencias ayuda a observar las diferencias, pero, sobre todo, a compartir las similitudes.

Estas dos mujeres explican un contexto difícil, porque defender y dignificar la vida de las mujeres es ponerse a contracorriente. Por eso ensalzan la unión entre todas ellas como un punto fundamental. Ponen la vida y los cuerpos para defenderse, que es lo que llaman ‘acuerparse’.

Mayra recuerda que sí ha habido avances, pero le parece importante «no dar las cosas como que ya están dadas o ya están hechas». El contexto, en general, es cambiante, y eso les tiene que llevar a analizar la situación y ver si eso les ayuda a «construir nuevas narrativas».

Sonia refrenda el tejido fuerte que han logrado gracias al asociacionismo, sintiéndose seguras de lo que están haciendo. «Ante las crisis es cuando más se unifica el movimiento de mujeres, el movimiento feminista, el movimiento social», observa. Le parece importante que primero se solidifique la unión entre ellas, para después hacer partícipe a toda la sociedad de las necesidades de defender derechos.

Aunque se hagan patentes las diferencias entre dos países alejados, Mayra define con claridad las cosas en común entre las mujeres: «vivimos bajo un sistema que nos subordina, que nos controla, que nos ataca. Esas formas de vida que establece el sistema patriarcal, donde quiera que estés, están, quizás el énfasis puede cambiar, el contexto puede cambiar, pero sigue doliendo, sigue matando, sigue mutilando las emociones». De ahí la importancia de colectivos feministas para tener una conversación que ponga en común las dificultades, pero también las esperanzas, un punto de destaca especialmente.

Sonia describe lo que supone ser mujer a través de los cuidados: «desde que dicen que viene una niña (en un embarazo), ya te dicen para qué vienes, ya te dicen la que le va a ayudar a la mamá, la que va a hacer la comida, la que va a lavar, y te lo van marcando con los juguetitos que te dan de niña, te compran la muñequita, te están preparando para ser mamá, te dan la cocina, te están diciendo qué vas a hacer, entonces en el transcurso de nuestra niñez nos van formando, nos van construyendo para los cuidados». Y después eso no se reconoce. El trabajo que hacen las mujeres «prácticamente es la base que sostiene la sociedad», dice. Y Sonia habla de una doble o triple jornada: la de los cuidados, la del trabajo comunitario y la del empleo que tiene que ser el sustento para la familia. Una de las funciones de las asociaciones de mujeres es que valoren su tiempo y su trabajo, para adquirir esa crítica de que no paran de hacer cosas, pero muchas no se ponen en valor.

Por su parte, Mayra cree que hace falta profundizar en el diálogo intergeneracional, porque se está aplicando «una mirada más adultocentrista». Y ve necesario incorporar también a las niñas y las adolescentes, para escuchar lo que tienen que decir, y para que aprendan también las situaciones que describía Sonia.

Precisamente, Sonia se refiere a uno de los cambios que más está notando en las generaciones jóvenes, que es el de la maternidad. Ella es madre de cuatro hijas, pero sólo tiene un nieto. Sólo su hija menor, hasta ahora, ha querido ser madre. Y su forma de ser madre está siendo distinta, porque se comparte la crianza, y no recae solamente en la figura materna. Las dos tienen claro que los cambios, primero, tienen que ser individuales, y que después pasen a lo familiar y a lo colectivo. Y que las mujeres se hagan conscientes de su propia sexualidad y cómo quieren desarrollarla es un cambio muy importante. Mayra añade que es importante unificar voces entre las mujeres, pero también dice que los cambios que han logrado han sido posibles por «perder el miedo». Incluso a sus propias familias, que muchas veces son las primeras en juzgar.

Estas mujeres organizadas tienen muchos peligros. Sonia explica que «en El Salvador ser una defensora de derechos humanos es ser criminal, defensora de criminales» o enfrentarse a acoso sexual y amenazas. Peligros constantes que les obligan a analizar los riesgos que corren. Y el estar siempre cuidando de los demás. Muchas veces, a costa de sí mismas. Es un precio a pagar por el objetivo de mejorar. Porque siguen viendo muchas cosas por mejorar, desde lo que afecta a los derechos de las mujeres hasta lo más colectivo de todo, que es el territorio en el que viven y que también tratan de proteger.

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