«Hay una resistencia por parte de los poderes financieros y económicos a que la clase trabajadora llegue a desarrollar un pensamiento crítico y una calidad de vida digna»

Aida dos Santos presenta este martes en La Vorágine 'Hijas del hormigón', que da voz a e mujeres atravesadas por la precariedad, la desigualdad y la violencia
Tiempo de lectura: 4 min

Estaba fluyendo un río que conectaba a las mujeres trabajadoras que “hacían portales” y ni siquiera eran consideradas trabajadoras con las primeras mujeres sindicalistas, acostumbradas a escuchar que sus reivindicaciones específicas llegarían después porque no eran lo que tocaba, con corrientes tan cercanas entre sí como las familias que llegaron de los pueblos a las ciudades –ni siquiera, ese es un viaje que acaba en el extrarradio, en la periferia, en los lugares que ni siquiera se definen por sí mismos, sino por dónde está el centro—como las mujeres que comenzaron a llegar con otros acentos para acabar un poco en lo mismo, los cuidados, o las precariedades y las violencias, valga la redundancia.

Sonaba en él el eterno arrullo de poder “salir” de ahí gracias a los estudios y la constante zozobra de una nueva crisis que siempre golpea a los mismos barcos, la otra cara de los espejismos (los fastos de los 90, la burbuja, la turistificación).

Hemos leído que algo pasa en las ciudades con Jorge Dioni o nuestra paisana Inés Gutiérrez Cueli –empotrada en una urbanización en el mismo distrito que nuestra autora-.

El reto de defender la ciudad “desde abajo” frente al uso extractivo “insostenible”

Y hemos percibido que hay al menos un ambiente nuevo para la memoria de todo lo que pasó –en lo obrero, en la dictadura, con consecuencias más vinculadas de lo que es cómodo pensar- que se ha sumado a que las más jóvenes perdieron el miedo a hablar de sus problemas, también laborales –a poner en común-. Hay cierto orgullo y nostalgia en cuentas de Instagram como las que recuperan la historia de la Ciudad 70 en Coslada, y rabia que enlazan con nuestra autora como el de ‘Yeguas exhaustas’ o el de otra paisana –y, nuevamente, teniendo que trabajar fuera- como Esther L.Calderón y las ‘Pipas’ comidas en un banco en el que acabaron amontonados todos los sueños del bienestar de los 80 de la adolescencia del extrarradio –en ese libro, Maliaño-.

“La vivienda es un problema que se ha ido gestando en los últimos treinta años decisión a decisión”

‘Pipas’, la generación a la que le incumplieron el contrato

Al final, ese río desembocaba en un inmenso bosque sobre el que se habían plantado miles de bloques grises, marrones, con balcones y tendales.

Parece hasta de mala educación salir con una referencia ochentera, pero podemos decir que todo ese caudal de historias viejas, nuevas y repetidas, estaba a la espera de que, como a la Emperatriz Infantil de La Historia Interminable lo bautizaran para que no lo olvidáramos, y Aida dos Santos llegó con uno de esos que enseguida deja claro de lo que se habla: ‘Hijas del hormigón’, su recopilación de historias de desigualdad de clase, género y origen que la ha convertido en una referencia de esas a las que acuden los medios cuando necesitan voces expertas.

Viene a ese Santander en el que el autor de las características viviendas llamadas ‘el ruedo’ en las que ella creció levantó el Palacio de Festivales y en la que también ha localizado historias de precariedad, de idas y vueltas. Estará el martes 23 a las 19.30 horas en La Vorágine, para mostrar la voz que le ha puesto a muchas, para reivindicar la incorporación del discurso de género al obrerista, matizando que “la clase obrera nunca se ha olvidado de las mujeres”, sino que “lo que falló fueron los discursos y las políticas, incapaces de tender vasos comunicantes”, tal y como plantea en la entrevista con EL FARADIO, que podéis escuchar íntegra en este vídeo.

 

 

Periferias laborales, vitales y urbanísticas

El libro dedica un capítulo amplio al urbanismo. Dos Santos subraya: “Es imposible mirar a la periferia sin encontrarte a las minorías”, ya que “el precio del suelo expulsa a las rentas bajas a los bordes de la ciudad” .

En Cantabria encontró, en su trabajo como operadora para gigantes inmobiliarios ligados a la SAREB: “Era curioso cómo nunca nos encontrábamos con desahucios en El Sardinero. Había dramas económicos, pero se resolvían sin llegar a subasta”.

La autora insiste en que “hay una resistencia por parte de los poderes financieros, económicos e incluso culturales a que la mayoría de la población llegue a tener una calidad de vida digna”. Y añade: “Ese bienestar pasa por vivienda, trabajo y sanidad pública en tu barrio”.

🔊 Lucha contra el odio: si te interesa el feminismo, la clase trabajadora y el urbanismo, comparte esta noticia en tus redes o por mensajería.
🤝 Súmate a la comunidad: este periodismo existe gracias a ti. Hazte socia o socio por 8 euros/mes en elfaradio.com/hazte-socio.

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.