El 2025 en Cantabria: de la mirada global a las luchas por barrios
En el resumen de 2025 se ha evidenciado que la ciudadanía se ha echado a la calle sin diferenciar entre lo local y lo global: inevitablemente, por lo excepcional del genocidio, se echaron a la calle muchas personas preocupadas por Gaza, en un movimiento canalizado desde Acción Palestina y que, tras mucho tiempo de trabajo, estalló y se incrementó con las protestas de la Vuelta Ciclista –ahora empiezan a llegar sanciones– o la retención de la Flotilla, con la que pudimos contactar mientras navegaba.
Pero eso no llegó a tapar en el relato la otra ola movilizadora que recorre todas partes, desde el conjunto de la comunidad (de la planta de biogas a Oyambre) a un inédito en los últimos años movimiento vecinal santanderino, contra el aparcamiento de caravanas en Mataleñas, el McDonalds en el mercado de Puertochico –caso único en España, donde los mercados que incorporan hostelería lo hacen con productos de calidad- o el amplio movimiento contra el ruido y contra la contaminación al hilo de la tantas veces aplazada y muy menguada Zona de Bajas Emisiones.
Hasta en El Sardinero, la tradicional joya de la corona, los vecinos empezaron a organizarse contra el abandono –e incluso el Racing puso en evidencia los incomprensibles problemas de comunicación que tiene con el Ayuntamiento–, mientras la Fiscalía tenía que recordar a la alcaldesa que su obligación, le guste más o menos un franquismo que cada vez que lo tocan le hace revolverse, es cumplir la Ley y, por fin, quitar las calles que ensalzaban a militares varios responsables de matanzas de vecinos de Santander y de su internamiento en campos de concentración. Quedan más calles que se puso el franquismo a sí mismo en vida para autohonrarse, a costa de la historia de verdad, en cualquier caso.
POR UNA CIUDAD A ESCALA HUMANA Y NO UN RECURSO EXTRACTIVO
De fondo muchas cosas, la defensa de la calidad de vida y de ciudades a escala del vecino, y, por supuesto el hartazgo generalizado por el turismo (en toda Cantabria, con cabañas pasiegas convertidas en BNB), ese «maravillosamente desbordados» del que se jactó el Ayuntamiento y que ha llegado a extenderse a la propia navidad, con la capital entregada a una extraña disputa interciudades con Bilbao en la que la familia y lo religioso parecen ser simple mercancía en manos de quienes lo que buscan es que todo y todos seamos un recurso que explotar. Entre las muchas consecuencias, una crisis de vivienda que no cesa, que a los desahucios suma la burbuja del alquiler y las segundas residencias, y que el Gobierno quiere capear a base de construcción y agitando a la parroquia con los estertores del discurso de la «okupación» (sic). Habrá en quien cuele.
IGUAL INTENTA PONER ORDEN DE CARA A LAS ELECCIONES
Si algo demostró la fallida alianza con Ciudadanos, es que el PP santanderino siempre tiene las elecciones en mente.
Así que la alcaldesa sabe que después de 2025 viene 2026 y ya 2027 en un suspiro, por lo que parece haberse decidido a poner orden en algunos de los temas que venía teniendo atascados, como el contrato de las basuras, ya definitivamente adjudicado para que haya margen para que nos vayamos olvidando de los contenedores desbordados y las ratas en las calles, o los primeros pasos para el nuevo PGOU.
De camino, mientras el Banco Santander y el Gobierno le dan más sensación de movimiento a Santander gracias a las obras del Proyecto Faro y el MUPAC (sin olvidar que el otro gran proyecto cultural, el Reina Sofía-Archivo Lafuente, sería directamente imposible sin que el Estado hubiera cedido el edificio y comprado los fondos, dejando al Ayuntamiento con aquello a lo que se entrega vorazmente: licitación –COPSESA– y promoción.
Con menos foco, hemos vuelto a ver contratos con un único aspirante que se comporta como si lo supiera, con mínima baja y ahorro en lo técnico: el último caso, aún caliente, el alumbrado navideño, en una ciudad que ha tenido cerrados espacios públicos como la duna de Zaera o los jardines de Piquío, parte de Las Llamas y que no sabe qué hacer para que un fenómeno natural conocido en la ciudad, la lluvia, inunde el Sardinero, mientras todo el funcionariado, del personal de la casa a la Policía, ha acabado estallando e Igual ha evidenciado incluso problemas de relación con una entidad tan amable y querida como el Racing.
Preocupación por los servicios públicos
Uno de los hilos más constantes del año ha sido la movilización permanente de la comunidad educativa, sin solución tras el encierro del año pasado (y con el cierre del colegio público El Pedregal, en Castro Urdiales, también con varias movilizaciones para tratar de evitarlo), mientras crece la preocupación por el asalto privado a la sanidad, objeto de las apetencias de Mutua Montañesa o Quirón, ya consumado con el convenio con Santa Clotilde y con los fondos de capital riesgo moviéndose ya como si fueran de toda la vida: comprando y vendiendo en Valdecilla, esperando su turno en Santa Clotilde.
El consejero de Salud, César Pascual, entregado a negociaciones corporativistas fuera de los focos establecidos, ha encontrado en la huelga estatal de médicos una excusa para curarse en salud y justificar próximos aumentos de listas de espera e hipotéticos nuevos convenios singulares con entes privados. Tendrá mucho trabajo la creada este año Plataforma por la Sanidad Pública.
Violencias machistas y LGTBIfobia

E eda
Cada semana, invariablemente, los juzgados cántabros han tenido uno o varios juicios por agresiones sexuales que desmontan con su mera existencia las campañitas contra la violencia de género y las agresiones sexuales: son constantes, los agresores se mueven en el entorno de las víctimas –parejas, familia, profesores, entrenadores, amigos, compañeros de piso–, se ceban con situaciones de mayor vulnerabilidad –discapacidad, menores de edad– y acaban, semana a semana, con conformidad, es decir, con el acusado admitiendo los hechos.
La condena, revelada por EL FARADIO, por violencia de género de un policía local de Santander, asesor municipal y muy cercano al PP local y la alcaldesa o la concejala de Barrios, evidenció la abrumadora distancia entre las campañas de sensibilización locales –que llaman a no tolerar ni un episodio– y la realidad –el mantenimiento en el cargo de su amigo, intentando llevar el debate a su condición de funcionario incesable, a que se trata de una primera sentencia que no impide pedir dimisiones a nivel nacional y, lo último, a aferrarse a los casos de acoso que afloran el PSOE, pero, en ningún caso, siquiera una mínima crítica verbal pública a quien en redes se mostraba entusiasta del PP.
Nueva Vida impulsó un viralísimo vídeo sobre la prostitución, las fiestas de Santander vivieron una agresión LGTBI, la presidenta de ACCAS Carmen Martín fue nombrada presidenta estatal de CESIDA, el Puerto de Santander protagonizó descensos de tráfico mientras mantiene el tramo que quedaba de cuchillas y el feminismo y el Orgullo mantuvieron el pulso vivo.
Un presupuesto atascado y cambios en partidos
Ya sabéis que no es nuestra agenda porque optamos por especializarnos en lo que otros dejan más al margen, pero anotamos en el repaso de 2025 un mínimo resumen de la actualidad política más convencional, con un PP en el Gobierno con los presupuestos atascados al no haber logrado retener al PRC –al que en el Ejecutivo pintan como de izquierdas ahora– ni seducir a Vox, optando por tratar de atraer a unos alcaldes regionalistas entre quienes no han dudado en apoyar el chantaje –el temor a perder inversiones– en lugar de denunciarlo. El PRC tendrá por primera vez un candidato electoral que no es Revilla y que es candidata, Paula Fernández, y tras un convulso Congreso –cuándo no es fiesta– Pedro Casares se alzó con el liderazgo en el PSOE cántabro y sumó, en el plano institucional, la Delegación de Gobierno. La sede del PSOE fue atacada –entre los atacantes, el hijo de la alcaldesa de Bezana–, mientras una conocida del socialismo cántabro, Leire Díez, se aupaba a los medios nacionales como la «fontanera» e incluso llegó a ir a prisión.
En lo estrictamente de gestión, se sembraron dudas sobre la capacidad de Cantabria de disponer de energía suficiente para sus grandes proyectos (de La Pasiega a la cosa de datos Altamira), mientras el trazado elegido para el AVE a Bilbao desató rechazo en distintos ayuntamientos y volvió a la máquina de mapas.
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