La llama del feminismo está muy viva

Miles de personas se manifiestan en Santander en el Día Internacional de la Mujer, con gritos contra el machismo y la violencia de género; por la libertad de las mujeres, el reparto de las tareas y de los cuidados o en reivindicación de un empleo digno, pero también contra el sistema económico capitalista y las políticas de fronteras de la Unión Europea || Foto: Agustín Arriola
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El 8M ha vuelto a dejar cientos de imágenes históricas en la manifestación de este domingo por las calles de Santander, sin tregua en proclamas, gritos y consignas, en una nueva exhibición de fuerza del movimiento feminista, otra demostración de que la llama de la reivindicación de igualdad entre hombres y mujeres sigue muy viva. Mediada la marcha, una antorcha morada encendida por las estudiantes elevaba los ánimos, al igual que otra, desde un ático del Cabildo de Arriba frente al Ayuntamiento, volvía a caldear el ambiente al final.

Convocada por las organizaciones feministas y con las más jóvenes al frente, la manifestación se ha nutrido de organizaciones políticas, sindicales y sociales, para teñir todo el Paseo Pereda del color morado del movimiento de las mujeres. La marcha partía a mediodía, puntual, de la plaza de Puertochico – hoy sin bandera de España, a pesar de la ausencia de viento y lluvia.

La clase política ha estado representada en pleno. Se han dejado ver los regionalistas, con el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, a la cabeza; socialistas, desde el vicepresidente Pablo Zuloaga al diputado Pedro Casares; populares como la presidenta del PP, María José Sáenz de Buruaga y la alcaldesa de Santander, Gema Igual; el portavoz de Ciudadanos en el Parlamento de Cantabria, Félix Álvarez; la coordinadora de Izquierda Unida, Leticia Martínez e integrantes de Podemos.

En el inicio, la marcha coleaba por la calle Casimiro Sainz hasta el túnel de Tetuán, aunque la consigna era arrancar desde Castelar;  las periodistas cántabras, unidas de nuevo tras la pancarta de las últimas huelgas – aunque este año no había cobertura estatal y, a diferencia de los anteriores 8M, ha habido mujeres informando-, quedaban en la cafetería Valor («feminismo y chocolate», reivindicaban en el grupo).

Con cientos de pancartas y mensajes reivindicativos, contra la violencia de género y el machismo, miles de mujeres y hombres han hecho el recorrido hasta la plaza del Ayuntamiento, donde se han leído los manifiestos de las Asambleas Feministas Abiertas de Cantabria y la Comisión 8 de marzo, a los que se ha unido Pasaje Seguro para denunciar la política de fronteras de la Unión Europea, en la semana de una nueva crisis de refugiados.

Antes, en la manifestación, habían sonado cánticos contra las políticas de la Unión Europea («ningún ser humano es ilegal» o «Europa, canalla, abre las murallas»), y en los discursos finales se ha pedido la derogación de la Ley de Extranjería en España. De hecho, el lema de la pancarta de cabecera ya rezaba ‘Con derechos, sin barreras, feministas sin fronteras’. Una mujer con delantal y una inscripción: «Aunque no tengas papeles, tienes derechos».

Los cánticos, bailes y performances (‘Un violador en tu camino’) no han cesado durante las más de dos horas que ha durado la movilización. En recuerdo de las asesinadas, «disculpen las molestias pero nos están asesinados», «que no tenemos miedo; que sí tememos rabia» o «no estamos todas, faltan las asesinadas», en contraste con la fuerza del movimiento: «luego diréis, que somos cinco o seis».

Ha sonado con fuerza, más incluso que las muchas veces que había sonado años atrás, el grito cuestionado por las derechas al hilo de la tramitación de la Ley de Libertad Sexual, «sola, borracha, quiero llegar a casa» o «la calle y la noche también son nuestras».

Desde la acera, lejos de ir a la carretera como animan siempre las manifestaciones desde dentro, ha habido algún insulto machista aislado. Una mujer, frente al Banco Santander, replicaba a las feministas con el dedo de la mano que «no, el patriarcado no». Ya en voz baja y en su corrillo se reafirmaba: «menos mal que no somos todas así».

«Quien ama no mata, ni humilla ni maltrata» o «yo sí te creo», además de «también son culpables los jueces y fiscales», rugía la calle, y al paso por el banco un grito: «patriarcado y capital, alianza criminal», seguido de nuevas consignas sobre cuidados y reparto de la carga de trabajo doméstico, o sobre la brecha salarial y la precariedad laboral: «El reparto de tareas que se estudie en la escuela», » mi tiempo es mío, los cuidados compartidos» o «queremos empleo, trabajo tememos», han gritado.

No ha habido un respiro ni un silencio durante el recorrido. Las proclamas han sido constantes. «Con pene o con vagina, mujeres combativas» y «pin parental, violencia patriarcal», frente a la medida propuesta por VOX.

Entre familias enteras con hijos y bebés, niñas pequeñas con carteles y coreando los eslóganes, arropadas de cerca por sus padres, no era fácil llamar la atención con los mensajes, pero un grupo con mascarillas sostiene una pancarta de buen tamaño: «El machismo mata más que el coronavirus y no os veo preocupados», lo mismo que nos decían esta semana del Mediterráneo, frente a la última alarma social.

A la altura de Regma, aproximadamente, nos subimos a una escalerilla que ha cedido amistosamente un Kiosko al fotógrafo y activista santanderino, Agustín Arriola. Justo en ese momento se atisban las luces policiales en la cola de la manifestación, todavía en Puertochico.

A la espera de cifras oficiales, un cálculo en Google Maps de esa superficie, a un manifestante por metro cuadrado, nos lleva a una cifra sobre los 8.000 este domingo en Santander.

LOS MANIFIESTOS: DEL CAPITALISMO EXTRACTIVO A LOS CUIDADOS Y LA VIDA EN EL CENTRO

Sobre el templete de la Plaza del Ayuntamiento, con media manifestación todavía en Calvo Sotelo y muchas miradas que se desviaban hacia las Almazuelas 8M, el telar colaborativo extendido en la fachada del Consistorio, en cuya puerta se han colgado algunos tendales reivindicativos, las Asambleas Feministas Abiertas de Cantabria han empezado con los manifiestos.

Con el recuerdo de las 22 asesinadas en lo que va de año, recordaban que «los cuidados son imprescindibles para la vida», así como el «derecho a parar de cuidar», con la advertencia de que «si nosotras paramos se para el mundo».

Un recuerdo que hacían extensivo a las «explotadas y esclavizadas» y las que trabajan en domingo, con una crítica a los grandes sindicatos por «abandonar» a las trabajadoras del hogar, de las residencias residencias y la limpieza; o del campo, con mención especial para las temporeras de la fresa.

En este sentido, instaban al Gobierno de España a aprobar el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que aborda los cuidados «compartidos, valorados y remunerados».

«Hartas», de que la pobreza «tenga rostro de mujer», por la precariedad, la brecha salarial, los recortes en sanidad, educación y en bienestar social, y del «abandono» también de los hogares monoparentales y con diversidad familiar, reclamaban asimismo «pensiones dignas para todas».

En una jornada de reivindicación del espacio público, porque «la calle y la noche también son nuestras», y de la tierra («es nuestra»), subrayaban la emergencia ecológica por el modelo capitalista «de la ganancia» a través de la «extracción».

Por el contrario, alentaban un «consumo responsable y anticapitalista», que ponga «en el centro» el «bienestar», la «justicia social» y la «justicia climática».

«Basta de Justicia patriarcal, no queremos medidas punitivistas y sí vivir libres de violencias», proclamaban, unido a un mensaje rotundo dirigido «a la derecha y la extrema derecha», un «no a la censura parental».

Porque «los derechos no se tocan», han defendido, al tiempo que apostaban por una educación «laica, pública y gratuita», con incidencia en una educación sexual que profundice en unas relaciones afectivas y sexuales «elegidas, respetuosas y placenteras».

De nuevo con un recuerdo a «las presas»,»las ahogadas en las fronteras», «las desaparecidas» y «las asesinadas», han puesto en valor «una marejada que ahogue este sistema patriarcal que nos humilla y nos asesina», para dar paso a «una sociedad distinta, cuidadora», para «priorizar el bienestar de todo el mundo y lo común», en todo el mundo.

JUNTAS SOMOS MÁS FUERTES

Panorámica de la lectura de manifiestos en el Ayuntamiento || Foto: Agustín Arriola

Desde la Comisión 8 de marzo han empezado recordando la «larga genealogía» de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas que precedieron el movimiento actual, «las que trajeron la Segunda República, las que lucharon en la Guerra Civil, las que combatieron al colonialismo y las que fueron parte de las luchas anti-imperialistas».

Sin embargo, han advertido de que «queda mucho por hacer», por lo que han animado a seguir luchando desde la «sororidad», sabiendo que no están solas pero reivindicando la vida y la dignidad de «otras que no pueden hacerlo», como «mujeres y niñas a las que la cultura machista y patriarcal les privará de derechos desde la cuna hasta la muerte, en la mayoría de las ocasiones con el apoyo de las diferentes iglesias».

«Nos sobran los motivos», ha gritado la histórica activista Ana Bolado, que ha enumerado las «causas para rebelarse», que «son múltiples»: la precariedad laboral, la brecha salarial «que en Cantabria vuelve a ser de las más altas del país», la desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, la «feminización de la pobreza», la «sobrecarga e invisibilidad» de los cuidados, la violencia machista y la cultura patriarcal.

«La solución a la desigualdad entre mujeres y hombres se llama feminismo», ha zanjado, antes de dar paso a una nueva generación de feministas que han gritado «basta», «de agresiones, humillaciones, marginaciones o exclusiones», «de violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas» y de «opresión por nuestras orientaciones e identidades sexuales».

Han denunciado que «ser mujer es la principal causa de pobreza», por lo que han reivindicado una situación laboral que «permita desarrollar un proyecto vital con dignidad y autonomía», así como que el empleo se adapte a las necesidades de la vida: «el embarazo o los cuidados no pueden ser objeto de despido ni de marginación laboral, ni deben menoscabar nuestras expectativas personales ni profesionales», han recalcado.

Antorcha morada desde un ático recibe a la manifestación frente al Ayuntamiento || Foto: Agustín Arriola

Una defensa de las vidas que se funde con la defensa del planeta, que quieren situar «en el centro de la economía y de la política», a través de «la soberanía alimentaria de los pueblos».

También han pedido una educación «pública, laica y feminista», así como avanzar en la coeducación y que no se relegue a las mujeres de la historia a «los márgenes de los libros de texto».

Y han denunciado las guerras, como «producto y extensión del patriarcado y del capitalismo para el control de los territorios y de las personas», con «millones de mujeres refugiadas, victimizadas, olvidadas y violentadas» como «consecuencia directa», por lo que han exigido la acogida de todas las personas migradas «sea por el motivo que sea».

LAS FRONTERAS DE LA MUERTE

Tanto Asambleas Feministas, como Comisión 8 de marzo y Pasaje Seguro han dedicado duras críticas a las autoridades españolas y europeas por la gestión de las migraciones y las fronteras, que son «producto de políticas orientadas a la gestión de la muerta», con «vías inseguras» en las que las mujeres están «expuestas a la violencia».

Con la situación de esta semana en la isla de Lesbos (Grecia), las feministas recuerdan que «no es excepción» sino «la política de muerte decidida por la UE y los estados miembros», y han exigido al Gobierno de España la «derogación de la ley de extranjería», al tiempo que defendían «migrar» como derecho humano. «Con derechos, sin barreras, feministas sin fronteras», gritaban el lema de la manifestación.

Milagros Gárate, de Pasaje Seguro, ha cerrado las intervenciones.

Un 8M de feminismo frente al negacionismo

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