El saxofonista que rompió las barreras del confinamiento tras pasar el coronavirus

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Se ha convertido en una rutina de la que no te das cuenta, pero que recuerdas en cuanto pasa. Es sábado y toca concierto de Nazim Zárate. Nunca pensaste que el saxo sonara tan bien. Nunca imaginaste que te tomarías la cerveza asomado a la ventana mirando a otra terraza. Desde luego, te hubieras reído de cualquiera que te dijera que Casimiro Sáinz, Santa Lucía y Bonifaz, incluyendo su mundo de calles interiores, hubieran roto a aplaudir. Pero es que ya no sabemos nada de nada. Sólo que estamos juntos en esto.

Es la historia de Nazim Zárate, un músico chileno que lleva años rompiendo barreras con su saxo, y que estos días consigue colarse en las casas de vecinos confinados.

Lo hace, ojo, después de su propia cuarentena, porque hace semanas él mismo pasó por el coronavirus. Tuvo los síntomas (entre ellos, tres días de mucha fiebre nocturna y debilidad) y llamó al teléfono específico para el COVID-19 (900 612 112, donde “me sentí acogido y te transmiten humanidad”).

A partir de ahí, comenzó su cuarentena en su propia casa, aislado de su familia, en una habitación aparte. Durante su cuarentena pasó por de todo: preocupación por sus hijas,momentos de pena y tristeza, o también de comprobar en redes sociales un crecimiento del “odio” y la “rabia contenida”, traducida a mensajes como los que llegaron plantear excluir a los migrantes de la asistencia sanitaria gratuita.

HABRÁ QUE “ESCRIBIR OTRAS RUTAS”

Para él, el confinamiento tuvo una parte de crisis “interna” y también “colectiva”, y de esa experiencia extrajo las principales lecciones para el trato de la epidemia: Nazim apela a la “responsabilidad personal” y a ser “muy respetuoso con el código de no contagiar” como mejor de protegerse tanto a uno mismo como a su familia y sus entornos.

La palabra “cuidarse”, en sentido amplio, a uno mismo y a los demás, se repite varias veces en la conversación telefónica con EL FARADIO. Lo facilita la combinación de ciudad pequeña en la que todos somos primos con medio grado de separación y las redes sociales/mensajería, que tanto ayudará en la reconstrucción, que espera que sirva para “abrir un nuevo camino” y “escribir otras rutas”, porque “las que estaban no servían”, buscando “construir espacios saludables”, en muchos sentidos.

Tras terminar la cuarentena, se lanzó a tocar desde su terraza para los demás. “Es lo que sé hacer, lo que se me da bien. No era ningún mensaje, era un sentir vibrando en la atmósfera”, nos describe Nazim.

Para él, esta experiencia le ha permitido contribuir a, de alguna forma, “romper la burbuja personal” de los hogares en los que nos confinamos y, de alguna forma, “separar barreras”.

Durante sus actuaciones, a Nazim le ”emociona” la interacción que se produce con el público, que en este caso son sus vecinos: hay “miradas”, “holas” o preguntas de cómo te encuentras arrojadas de balcón a balcón.

EL SAXO, COMO LA VOZ AL TRANSMITIR EMOCIONES

Claro que para él no es la primera vez que se lanza a una iniciativa singular con la que contribuye a tejer lazos con sus vecinos.

Afincado en Santander desde 2008, habitual en conciertos, escenarios y giras…, una vez quiso hacer la experiencia del concierto en su terraza. Ante la duda de poder molestar a quienes vivían al lado, puso un cartel invitando a todo aquel que quisiera a acudir. La experiencia se saldó sin ningún problema ni denuncia. Y a partir de ahí, los días siguientes, cuando paseaba por el barrio con su hija, entonces un bebé (ahora la vemos bailar por la terraza cuando toca función), la gente le preguntaba si era “el de la terraza”.

Incluso nos ha dado un respiro del Sobreviviré y nos ha brindado como alternativa el ‘I’ll survive’ de Gloria Gaynor, que, mezclado en la alquitara del saxo, pasa de convertirse en una canción de boda a ser un himno firme y sereno.

A Nazim el saxo fue un instrumento que le “enamoró” porque “transmite muy bien las emociones”: “se parece mucho a la voz humana”.

Y, además, es “muy invasivo: te invade a ti como interprete, suenan tus fibras, tus huesos, yo no soy parte de la realidad, empiezo a tocar, y es otra vibración diferente”.

LA SANIDAD PÚBLICA ES UN “MILAGRO”

Desde su terraza también mira a su Chile: su familia está bien confinados a pesar de que no había orden gubernamental de hacerlo. Allá está teniendo que ser la sociedad civil la que pida la cuarentena, entre otros motivos porque su Gobierno, en manos de un exministro de Pinochet “sin ningún apego a los derechos humanos”, tiene tal “descrédito” que “todo lo que dice está sujeto a burla”.

También desde la comparativa entre Chile y España, comprueba como allí la sanidad pública “ya estaba colapsada de base”. “La gente muere en urgencias, en los triajes. Eso va a ser una carnicería”, lamenta, mientras cuenta cómo son los propios profesionales sanitarios los que se están organizando elaborando un plan “paralelo” ante la “terrible inacción” de su Gobierno.

Por eso cree que “es super importante reconocer la sanidad pública como una maravilla, un milagro”, y cita expresamente a la español por su “calidad”. El último sábado los aplausos de su concierto se encadenaron con los de las ocho.

 

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