La Mala Hierba recupera la historia de la pintora María Blanchard
Tiene nombre de calle, de colegio, de instituto, pero es una de esas historias que hay que rescatar constantemente para que se sepa que aquí, hace más de un siglo, tuvimos una artista que marcó tendencias y se codeaba con los referentes de su época.
Es a ella a quien dedican nuevo vídeo y canción en La Mala Hierba, el proyecto musical de Gema Martínez (Spanish Peasant, Joe Ventisca & The Huckleberries) y Nicolás Rodríguez (Spanish Peasant, Pánico, Airweaves ), con el que trata de recuperar la memoria de las mujeres que abrieron camino y tejer «maleza» y resistencias.
MARÍA BLANCHARD
La pintora nació el 6 de marzo de 1881 en el seno de una familia adinerada de Santander y siendo la cuarta de cinco hermanos.
Su padre, Enrique Gutiérrez Cueto, era un escritor considerado y fue el fundador del periódico ‘El Atlántico’, en el que Concha Espina publicó sus primeros versos y también colaboraron José Mª de Pereda y Enrique Menéndez Pelayo entre otros.
Por ello, los dos apellidos de su padre eran de gran prestigio en Santander y María los adoptó durante una época de su vida, sin embargo, más tarde se despojó de ellos y pasó a la historia del arte conocida como María Blanchard, con su apellido materno.
En los primeros años de su vida, pasó los inviernos en Santander y los veranos en Comillas y Cabezón de la Sal con su familia. Por aquel entonces la mayoría de mujeres españolas no sabían ni leer o escribir y el acceso a los estudios superiores no estaba prohibido pero era reprobado tácita o explícitamente. No obstante, su padre fue quien le dio a María una buena educación y se cernió sobre ella al ver el temprano interés que tuvo por plasmar lo que la rodeaba en un lienzo.
Con su madre, en cambio, siempre mantuvo una relación fría. Su amiga, Isabelle Rivière se sorprendía por el “rencor feroz que no había dejado de alimentar contra aquella madre, amante pero plácida y satisfecha, que jamás había intentado cuidarla”. Tanto es así que el distanciamiento se percibe en algunas de sus obras: Maternidad, Madre y niño o La refugiada.
Hay muy pocas fotografías que se conservan de la artista y no aparece en las de su familia debido al doloroso peso que suponía para ella su imagen.
Ramón González de la Serna describe “con su mirada de niña, mirada susurrante de pájaro con triste alegría”. Ella misma decía “cambiaría toda mi obra por un poco de belleza”
El reconocimiento de Maria Blanchard, como se ha mencionado anteriormente, ha sido tardío y en gran parte es debido a la dificultad para recuperar o reconocer su obra porque muchos de sus cuadros se perdieron, fueron reutilizados en épocas de penuria económica, algunos de ellos circularon con el nombre de otros artistas o simplemente siguen sin identificar.
Su propia familia, tras su muerte, retiró del mercado toda su producción cuando estaba en plena pujanza las galerías francesas y belgas más importantes.
Además, varios historiadores o museos, durante los años siguientes, ocultaron la presencia de las artistas simplemente por su condición de mujeres.
Actualmente, María Blanchard es considerada a pintora que estuvo en el conjunto de artistas de las vanguardias artísticas que se gestaron en el siglo XX y sin crear escuela, contribuyó al desarrollo del cubismo demostrando un gran valor en su arte, llegando en ocasiones a superar a sus coetáneos.
Diego Rivera dijo “en este cuerpo enfermo, de esta alma sin reposo, del fondo de esta vida aplastada sin compasión, nació de esta multitud de criaturas luminosas, llenas de ternura y de piedad”.
De hecho, la calidad de su trabajo queda recogida por los muchos escritores y críticos que hablaron sobre ella y su obra y, entre los cuales están Federico García Lorca, Ramón González de la Serna, Gerardo Diego, Diego Rivera, Concha Espina, Matilde de la Torre, Juan Gris.
María Blanchard murio el 5 de abril de 1932 en París por tuberculosis.
Sus últimas palabras fueron, «si vivo voy a pintar muchas flores».