«Los españoles de Mauthausen se sienten satisfechos de contar su historia, es como un trabajo cumplido»

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Los ya fallecidos Lázaro Nates y Ramiro Santiesteban, vecinos de Laredo, son los cántabros que aparecen en el documental ‘Los últimos españoles en Mauthausen y el resto de campos de concentración’.

El autor del documental, Carlos Hernández, nos ha contado en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA que este trabajo tiene la intención de que se divulgue lo más posible. Estos son capítulos de la historia que en España son bastante desconocidos, y eso no ayuda a evitar que se repita la historia, que es uno de los objetivos de los protagonistas

Más de 9.000 españoles pasaron por esos campos, y unos dos tercios perdieron allí la vida, de maneras realmente crueles. Por eso, el autor también se guarda un tramo del documental para señalar a los responsables de que se produjeran estos episodios tan espantosos en la historia de la humanidad. Y que miles de españoles pasaran por eso tiene todo que ver con Francisco Franco, que alcanzó un acuerdo con Adolf Hitler par que eso sucediera.

Aunque recordar la experiencia supone volver a pasar por el trance del dolor que sufrieron, el periodista reconoce que terminaban «satisfechos» después de contar lo vivido. Y es que, al liberarse, prometieron que no debían dejar que se olvidara lo sucedido, por sus compañeros fallecidos, que nunca podrían contarlo, y para que la humanidad no tenga que volver a pasar por algo así.

Darle luz a estas historias es precisamente con ese objetivo. La extrema derecha está tomando auge en varios países, pero en España ve que tenemos un déficit, porque no hemos estudiado la historia reciente como en otros lugares. «Se puede apoyar una ideología racista y xenófoba, pero, al menos, que se sepa lo que se está defendiendo», afirma.

Hernández, que en los últimos años viene documentando la represión de los campos de concentración nazis y franquistas, acaba de estrenar este documental 1 de mayo, de forma previa al 75 aniversario de la liberación de Mauthausen, que será el próximo martes.

LÁZARO Y RAMIRO

Ramiro Santiesteban (Foto: archivo Deportados.es)

Lázaro Nates, a quien Carlos Hernández entrevistó para la Web Deportados, falleció el pasado mes de enero en París, a los 96 años de edad.

Tuvo que abandonar su Laredo natal por la militancia en UGT de su padre, de quien fue separado.

Llegó al campo en el denominado convoy de los 927. Lázaro, gran aficionado a pintar cuadros marcados por su luminosidad, relataba como su actitud y carácter le ayudó a sobrevivir y evitar caer en la desesperación.

Por su parte, Ramiro Santiesteban, fallecido el año pasado, pasó también por los campos de concentración francesa y luego fue deportado a Mauthausen (de hecho trabajo en su propia construcción) y donde estuvo cinco años junto a más miembros de su familia. Ramiro fue uno de los que promovió, la querella contra cuatro miembros de las SS.

Ambos fundaron la asociación Deportados, y recibieron homenaje en su Laredo natal, con un monumento inaugurado en 2010.

La historia de los dos fue rescatada en el documental ‘Cántabros en Mauthausen. El viento bajo la niebla’, dirigido por Vicente Vega Cobo.

LA INDUSTRIALIZACIÓN DEL ODIO

Según detalla el Memorial Mauthausen, los primeros presos llegaron a este campo, situado en Austria, el 8 de agosto de 1938, cinco meses después del “Anschluss” de Austria al III Reich.

Los presos fueron empleados en los primeros momentos en la construcción del campo y trabajaron para empresa propiedad de la SS “Deutsche Erd- und Steinwerke GmbH.” en la producción de materiales para las obras monumentales y de prestigio de la Alemania nacionalsocialista.

La función política del campo, la persecución permanente y la detención de los opositores políticos e ideológicos –reales o supuestos– es la que predominó hasta 1943.

Mauthausen/Gusen fue clasificado en su momento como el único campo de la “Categoría III”. Esto conllevaba las condiciones de detención más severas entre los campos de concentración nacionalsocialistas. En ese tiempo, la mortalidad fue una de las más altas entre los campos de concentración del III Reich.

A partir de 1942/43, como en todos los campos de concentración, los presos fueron empleados de forma creciente en el trabajo para los fines de la industria bélica. Como resultado se crearon numerosos subcampos y creció fuertemente el número de presos. A finales de 1942 Mauthausen, Gusen y un pequeño número de subcampos contaban con 14.000 presos; en marzo de 1945 había en Mauthausen y en sus subcampos más de 84.000.

Homenaje en Laredo a Lázaro tras su fallecimiento el pasado mes de enero

En la primavera de 1945 se cerraron los subcampos situados al este de Mauthausen, así como los campos de trabajo forzoso existentes para los judíos húngaros y los presos fueron conducidos hacia Mauthausen en auténticas marchas de la muerte. Esto llevó en Mauthausen y Gusen, así como en los subcampos todavía existentes de Ebensee, Steyr y Gunskirchen a una absoluta superpoblación. El hambre y las enfermedades trajeron una vertiginosa alza de la mortalidad.

En conjunto, entre la apertura del campo en agosto de 1938 y la liberación en mayo de 1945, unas 190.000 personas fueron deportadas a Mauthausen.

Ramiro y Lázaro en el homenaje que se les hizo en Laredo en vida

Miles de presos fueron muertos a golpes, abatidos a tiros, asesinados mediante inyecciones o llevados a perecer por congelación. Al menos 10.200 presos del campo de concentración fueron asesinados mediante gas letal.

La mayoría de los presos murió como consecuencia de su explotación como mano de obra, llevada a cabo sin ningún escrúpulo y acompañada de malos tratos, así como unas raciones alimentarias insuficientes, una vestimenta deficiente y la carencia de atención médica.

En total perdieron la vida al menos 90.000 presos en Mauthausen, Gusen y sus subcampos, cerca de la mitad de ellos en los últimos cuatro meses que precedieron a la liberación.

CARLOS HERNÁNDEZ

Periodista desde hace 30 años, Carlos Hernández de Miguel desarrolló el grueso de su carrera profesional en Antena 3 TV, donde fue cronista parlamentario y corresponsal de guerra en zonas de conflicto como Palestina, Kosovo, Afganistán e Irak.

Tras trabajar después como asesor de comunicación política y empresarial y en medios de comunicación como La Clave o Viajar, publicó en 2015 ‘Los últimos españoles de Mauthausen’, una obra sobre los españoles deportados a los campos de concentración nazis que obtuvo un gran éxito de crítica y que acaba de alcanzar la décima edición, con más de 20.000 ejemplares vendidos.

En 2017, junto al ilustrador Ioannes Ensis publicó el libro-cómic Deportado 4443.

Su último libro aborda los campos de concentración que también hubo en España bajo el régimen de Franco, con referencias a Cantabria, la comunidad que más campos tuvo en base a su tamaño, incluyendo hitos como el que hubo en el recinto de La Magdalena.

 

 

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