La mitad de la población de Cantabria respiró aire contaminado, según un informe de Ecologistas en Acción

Aun así, por la caída de los niveles de ozono, los bosques y cultivos de la Comunidad Autónoma no sufrieron la contaminación
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310.000 habitantes de Cantabria siguieron respirando aire contaminado durante 2019. Así lo recoge el informe anual de calidad del aire de Ecologistas en Acción, que concluye que la mitad de la población de Cantabria estuvo expuesta a unos niveles de contaminación que superan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos en 805 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado español, 12 de las cuales están situadas en Cantabria.

En lo que respecta a Cantabria, entre sus principales conclusiones, destacan que durante 2019 la contaminación atmosférica se ha mantenido en conjunto estable, con una reducción general de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO 2) pero ascensos de los de partículas (PM 10 y PM 2,5) y dióxido de azufre (SO 2), mientras que la concentración de ozono troposférico ha descendido de forma notable.

Esto se traduce en que la contaminación emitida desde la Bahía de Santander y la zona industrial de Torrelavega se extienda por el territorio afectando a las zonas rurales del interior en la forma de ozono.

El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación establecido por la Unión Europea. De acuerdo a esos niveles, el aire contaminado afectó en 2019 a la mitad de la población de Cantabria, pero no a la vegetación.

Si se toman los estándares de la normativa, “más laxos que las recomendaciones de la OMS” según la asociación, no habría población que respiró aire contaminado por encima de los límites legales. No obstante, éstos se han superado en la estación del puerto de Santander, lo que puede conllevar una severa repercusión sobre la calidad del aire de las áreas residenciales cercanas.

Las bajas precipitaciones y la estabilidad atmosférica de los primeros meses del año han activado los episodios de contaminación, con especial relevancia en la segunda quincena de febrero. La primavera y el otoño en cambio han resultado inestables y húmedos, con predominio de tipos de tiempo ciclónicos que han favorecido la dispersión y deposición de los contaminantes típicamente invernales. El moderado calor estival ha reducido las concentraciones de ozono troposférico, por debajo de las registradas en los últimos años.

“La contaminación del aire debería abordarse como un problema de primer orden” exige Ecologistas en Acción, y destaca como cada año se registran alrededor de 30.000 muertes prematuras en España por afecciones derivadas de la contaminación atmosférica, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).

Para el Instituto de Salud Carlos III, 10.000 personas fallecen anualmente en episodios de alta contaminación como los registrados a finales de febrero y junio y a mediados de julio de 2019, 200 de ellas en Cantabria.

‘CONFINEMOS LOS COCHES, RECUPEREMOS NUESTRO ESPACIO’

Así mismo, consideran que “la información a la ciudadanía no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema”. Y es que el Eurobarómetro sobre la calidad del aire de septiembre de 2019 revela que el 60 % de los españoles encuestados se consideran mal informados, y el 74 % piensa que la calidad del aire se ha deteriorado en la última década.

Además, según otra reciente encuesta de Transport & Enviroment, el 82 % de españoles encuestados apoyaría la restricción de entrada de coches en las ciudades o un reparto del espacio público más favorable a viandantes, ciclistas y transporte público.

‘Confinemos los coches, recuperemos nuestro espacio’

Los costes sanitarios derivados de la contaminación atmosférica representan al menos 50.000 millones de dólares al año, un 3,5 % del PIB español, según el Banco Mundial, sin considerar el coste de los daños provocados sobre los cultivos y los ecosistemas naturales.

La única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es “disminuir el tráfico motorizado, potenciando el transporte público, la bicicleta y el tránsito peatonal” señalan, y añaden que “también es necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar la cogeneración con carbón, penalizar el diésel y reducir y cambiar los combustibles del transporte marítimo y disminuir el uso del avión”.

“La reciente crisis sanitaria de la Covid–19 ha corroborado de manera dramática que la reducción del tráfico en las ciudades tiene claros efectos en la disminución de la contaminación, algo que a su vez supone una importante mejora de la Salud Pública” indica la asociación.

Ante estos datos, Ecologistas en Acción ha desarrollado una campaña bajo el lema ‘Confinemos los coches, recuperemos nuestro espacio’ para reclamar a las Administraciones medidas en este sentido.

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