A pesar de que tanto focas como pingüinos son animales anfibios, es decir, que se manejan en tierra y mar, en La Magdalena las focas no salen del agua y los pingüinos no quieren entrar.

Es un constante estar en tierra de nadie al que no ha ayudado el diseño del minizoo: un espacio concebido, recordemos, para los leones, cuyos fosos se rellenaron, junto a otros espacios que acabaron siendo ocupados por animales marinos.

Es algo que va contra la esencia de los zoos, que deben tratar de reproducir las condiciones de los animales. En lugar de eso, se encuentran sin espacios de sombra, sin vida en grupo y con agua estancada.

El resultado son enfermedades, tanto respiratorias como oculares, y cambios en su comportamiento, desde la apatía que lleva a las focas a dormir en el agua –algo impropio de ellas-, hasta la agresividad por la escasez de espacios o incluso las consecuencias de pasar la vida en pareja –cuando son especies grupales– , que llevan a sufrir por quedarse solos cuando el otro fallece.

Son algunos de los aspectos que enumera el informe de la Fundación Franz Weber, especializada en protección animal, y que deja al zoo en la misma tierra de nadie que focas o pingüinos: no cumple la Ley ni las funciones educativas, no favorece el bienestar de los animales, y las alternativas no pueden pasar por los centros de recuperación –¿qué especies hay que recuperar?, se preguntan–, que además no pueden recibir visitantes, sino por el cierre, pedido por PSOE, Unidas por Santander y PRC, y al que se resisten PP y, en menor intensidad, Ciudadanos.

El informe, consultado por EL FARADIO, se ha elaborado en base a una visita del veterinario de la Fundación, pero también de informes oficiales emitidos por el Ayuntamiento de Santander, la información que se ha difundido en los plenos municipales en que se ha abordado el asunto o las fotografías e informes de personas y asociaciones que han visitado el espacio.

PROBLEMAS MÉDICOS DE LOS ANIMALES

El informe refiere problemas de respiración en uno de los pingüinos, achacable a una infección fúngica crónica, con pronóstico grave.

En una foca gris se observan varios patologías, como problemas oculares y sobrecrecimiento de algas.

Según se describe en el informe, los problemas oculares son frecuentes en estos animales, y se suelen deber al agua dulce, el excesivo uso de desinfectantes en el agua, la contaminación del agua con otras sustancias, la mala calidad del agua y la excesiva exposición a la luz.

En el caso del minizoo, se considera que la calidad del agua no es la adecuada: se estanca y va deteriorando, además de no detectarse zonas de sombra.

El redactor del informe subraya que de toda la información que ha afloradO, incluyendo la proporcionada por el Ayuntamiento, no se desprende que los animales estén recibiendo tratamiento.

Esto, advierte, supone el incumplimiento de la Ley 31/2003 de Conservación de la fauna silvestre en los parques zoológicos, concretamente el punto c2 del artículo 4 (capítulo II), donde se especifica que los zoos deben asegurar “la asistencia clínica de los animales del parque zoológico que estén enfermos, por medio de tratamientos veterinarios o quirúrgicos adecuados, así como la revisión veterinaria periódica de los animales sanos”.

SOBRECRECIMIENTO DE ALGAS

En general, el sobrecrecimiento de algas se ha observado en casi todos los animales, aunque a distintos niveles.

“Parece lógico pensar que la mala calidad del agua (con aumentos importantes de nitrógeno tal como el ayuntamiento ha informado) produce una eutrofización del agua con el consiguiente sobrecrecimiento de organismos vegetales (y posiblemente también de algunos organismos animales a nivel microscópico)·, señala el informe.

Que, por otra parte, también constata que el mal diseño de las instalaciones hace que las focas salgan poco del agua y se vean sometidas a un contacto con el medio acuático superior al que se produce en la naturaleza. Esta falta de períodos fuera del agua para secarse el pelaje también favorece el sobrecrecimiento de algas en los animales.

PROBLEMAS DE COMPORTAMIENTO

Las condiciones “inadecuadas” de mantenimiento degeneran en problemas de comportamiento: ninguna de las visitas realizadas por Anima Naturalis, por ejemplo, ni de los vídeos en Internet, muestra a los pingüinos nadando, cuando debería ser lo normal en ellos.

En las focas grises se observan problemas de agresividad, falta de movimiento, falta de comportamiento terrestre y separación de una cría de su madre y grupo familiar durante un periodo elevado de tiempo.

Desde el propio zoológico se ha apuntado que existe agresividad entre las focas, algo que no “típico” en la naturaleza, y que se atribuye también al diseño de las instalaciones, que pueden generar competencia por los mejores espacios en un recinto pequeño. La forma de alimentarlas, arrojando los peces al agua, puede favorecerlo, y no es algo habitual en otros zoológicos.

La falta de movimiento de algunos ejemplares se achaca a enfermedades varias, dolores crónicos e incluso obesidad, además de a falta de estímulos.

Esto, apuntan, incumple el artículo 3a (capítulo II) de la Ley de Zoos 31/2003, por el que los zoológicos están obligados a “proporcionar a cada una de las especies un enriquecimiento ambiental de sus instalaciones y recintos, al objeto de diversificar las pautas de comportamiento que utilizan los animales para interaccionar con su entorno, mejorar su bienestar y, con ello, su capacidad de supervivencia”.

La falta de comportamiento terrestre es “bastante evidente”: “resulta muy evidente que hay algo en la parte terrestre de la instalación que no es del agrado de las focas, o bien que tienen dificultad para salir a lugares adecuados”, hasta el punto de que hay focas que prefieren dormir y descansar en el agua, cuando lo normal en la naturaleza sería salir fuera del agua para descansar.

El hecho de que las focas no puedan salir a descansar y secarse al sol podría incumplir el artículo 3b (capítulo II) de la ley 31/2003, por el que un zoo debe “alojar a los animales en condiciones que permitan la satisfacción de sus necesidades biológicas y de conservación”.

UN DISEÑO NO ADAPTADO

Tal y como relatan, el zoológico de La Magdalena fue diseñado inicialmente y principalmente para acoger carnívoros terrestres, como leones, aunque luego acogió también un oso polar.

Entonces se previó la posibilidad de inundar los fosos y convertirlos en instalaciones acuáticas, aunque no es un diseño que sea apropiado para animales marinos.

En el minizoo de La Magdalena hay especies anfibias únicamente, que usan tanto el medio terrestre como el acuático. Pero en la práctica no hay transición entre ambos medios: los pingüinos no quieren el agua y las focas no quieren la tierra.

El uso deriva en problemas para la calidad del agua, ya que las instalaciones “probablemente nunca se diseñaron para ser inundadas con agua de mar o nunca se diseñaron para que esa agua de mar fuese utilizada por animales”. También esto incumple la Ley.

La alimentación a mano de los pingüinos en tierra contribuye a que no se echen al agua, en lugar de alimentarles allí. Es incoherente con la especie, por lo que se considera que no encaja en un plan educativo para mostrar al público.

En general, en las instalaciones se constata una ausencia generalizada de sombra, que se vincula con los problemas oculares reseñados.

El ciclo del agua en las instalaciones es “un motivo importante de preocupación”, sin renovación o filtración de un agua que puede llevar tiempo estancada, con microorganismos o incluso las defecaciones de los propios animales. Esto apunta a posibles problemas de salud, y también está prohibido por Ley.

EDUCACIÓN: INCUMPLE LO MÁS BÁSICO

“Exhibir animales en un ambiente y en unos grupos tan artificiales no permite mostrar el comportamiento natural de las especies, ni permite transmitir una educación constructiva a los visitantes”, alerta el informe, que asevera que ni siquiera los paneles informativos cumplen una ley “de mínimos” como es la de Zoos, al no ser capaces “siquiera” de informar de cuestiones básicas como el grado de amenaza que sufre la especie.

De hecho, critican que el zoológico de La Magdalena “desinforma sobre aspectos claves y actuales del funcionamiento de los procesos naturales: “es una utopía pretender concienciar del cambio climático colocando animales de climas fríos (focas ahora, osos polares hace unos años) en climas mucho más cálidos y dando una imagen de que eso es adecuado”, ya que “la enseñanza que recibe el visitante es que el cambio climático no tiene ningún efecto sobre estos animales”.

POSIBILIDADES DE FUTURO

Posibilidades como un centro de recuperación o rescate –incluso un santuario–, esbozadas por el equipo de Gobierno, tendrían que basarse en un examen previo de su necesidad, y además estos modelos no pueden recibir visitas –y suponen importantes gastos–.

Al redactor del informe le chirría el concepto de “santuario” en un parque que ni siquiera proporciona bienestar a sus habitantes en la actualidad.

“Ni un zoo de esas características parece poder continuar existiendo en los tiempos en los que vivimos, ni ninguna de las otras alternativas (que a día de hoy no parecen factibles) puede implicar que haya visitantes como hasta ahora se ha habido”, sentencia.

En general, se define al zoo como una “instalación arcaica con recintos poco adecuados para los animales que allí se alojan” que además incumple la Ley de Zoos y ofrece un “pésimo” mensaje educativo, por lo que se concluye que la única opción posible es su cierre.