“Lo primero” que hay que hacer en el minizoo de La Magdalena es “cumplir la normativa”

Una plantilla “sobredimensionada” en la que la parte más especializada está externalizada
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El trabajo del grupo de expertos creado para abordar la situación del minizoo de La Magdalena ante la alarma creada por el trato a sus animales se encuentra a punto de finalizar.

Y entre la documentación que se maneja, se encuentra un informe de la asociación Zoological, al que ha tenido acceso EL FARADIO, que señala a que “hay bastante de aprovechable” en las instalaciones, aunque matiza que hay “bastante camino para andar” para que acabe funcionando como “un parque digno de los ciudadanos de Santander.

“LO PRIMERO”, CUMPLIR LA LEY

En el documento, se remarca que “lo primero que habría que hacer”, “ante todo”, es cumplir con la normativa vigente (citan La Ley de Conservación de la Fauna Silvestre en los Parques Zoológicos), y en este sentido constatan “alguna laguna”, entre las que mencionan cuestiones como los vertidos al mar sin sistema de filtración previa o los programas de investigación y conservación, más allá de la mera exhibición de los animales.

Los programas educativos, que marca la normativa legal y que persiguen la educación en la biodiversidad, se apoyan en el minizoo en una cartelería “totalmente obsoleta”, a la que hay que dar una “total vuelta de torca” que incluya información sobre el grado de amenaza de las especies. Bajo este concepto no se incluye sólo la cartelería, sino la formación del público y de los escolares.

UNA PLANTILLA “SOBREDIMENSIONADA” QUE EXTERNALIZA LA ATENCIÓN VETERINARIA

Asimismo, se refieren a la necesidad de una mayor especialización en la atención veterinaria, ahora derivada a un servicio externalizado. Hay que “actualizar” los planes de nutrición de los animales y elaborar protocolos, incidiendo, nuevamente, en la formación del personal del parque: el único personal técnico del centro es el veterinario, que además es un servicio externalizado.

Es un aspecto, el del personal –uno de los mayores gastos del minizoo—en el que más hincapié hacen: “no parece que el zoológico de La Magdalena mantenga ese personal especializado exigible, ni tan siquiera sea personal con unos mínimos de formación continua”, pese a ser una plantilla “realmente sobredimensionada” . Y si bien mencionan el “entusiasmo” de parte de la plantilla, también han “llegado a intuir” una “nula escasa o colaboración” por parte de algunos, por lo que recomiendan su recolocación en otra actividad.

SIN “INTERCONEXIÓN” ENTRE LAS NECESIDADES Y EL PRESUPUESTO

En cuanto a los medios materiales, reseñan que debería hacerse un estudio presupuestario de sus necesidades por “alguien que conozca la propia realidad” del minizoo, ya que perciben que “probablemente no haya habido una correcta interconexión entre las necesidades reales (…) y su traslado a una tabla presupuestaria”.

“Dicho de otro modo, en algunos casos, se puede traducir que no ha habido un correcto mantenimiento de las instalaciones, o bien por falta de presupuestos, o bien por su aplicación indebida”, inciden.

Las instalaciones deben tener, por ley, un registro de especies y ejemplares, algo que no han podido comprobar, aunque “asumimos” que será algo que realice el único personal técnco del centro, el servicio veterinario.

ALTERNATIVAS

Todos estos aspectos que menciona (instalaciones, registro, formación o presupuesto= son “para cumplir los mínimos” que marca la Ley.

De cara al presente y futuro del centro, plantean la necesidad de un plan zoológico a corto plazo, y un máster zoológico a medio y largo plazo, es decir, un estudio de las instalaciones y especies, comprobando la idoneidad de espacios y ejemplares.

El documento aporta algunas alternativas, como la posibilidad de que parte de las instalaciones puedan reutilizarse para su empleo en la recuperación de especies que lleguen a la costa y necesiten recuperarse antes de volver a su medio.

Es una posibilidad en contra de la que se han mostrado organizaciones como la Fundación Franz Webber alegando que deberían ceñirse a que realmente se esté produciendo esas situaciones.

Y a la que los propios Zoological añaden algunos matices, como que esa actividad de recuperación está, por Ley, “totalmente diferenciada”, incluso físicamente o a nivel de personal y materiales, de la actividad zoológica. Además, esas instalaciones de recuperación de especies no deben permitir la visita o interacción con el público visitante. El personal encargado debe tener una formación especial.

“Reacondicionar” el zoo puede ser “un proyecto ilusionante para los ciudadanos de Santander” y el propio personal del centro, concluyen.

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