«En Albania no hay jóvenes, se han ido todos en busca de un futuro mejor»

El país del que proceden los migrantes que tratan de embarcar a Reino Unido llega a tener cotas de pobreza o paro juvenil que se extienden a una tercera parte de la población
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«En Albania no hay jóvenes, se han ido todos», así de rotundo es Dardan cuando le pido que me explique cómo es la vida en su país. No resulta fácil comprender por qué un joven  se decide a despedirse de su familia, de sus amigos y de su país para emprender un viaje incierto en busca de un futuro mejor.

Dardan lo hizo en 2018. Su padre enfermó y tuvo que dejar de trabajar. La familia fue entonces a Grecia en busca de una oportunidad laboral y finalmente él llegó hasta Santander con la intención de culminar en Gran Bretaña su viaje.

«En Albania, un camarero puede cobrar 200 euros al mes, en la construcción, cuando yo salí del país, pagaban entre 7 y 10 euros por día, no más y los precios no son mucho más bajos que aquí. Es prácticamente imposible encontrar un trabajo bien pagado. Sobreviven aquellos que tienen su propio negocio en el que toda la familia colabora, pero si no,  no hay mucho que hacer. Todos mis amigos han abandonado el país en busca de una oportunidad para labrarse un futuro», relata,

ALBANIA EN DATOS

Con una población que no alcanza los 3 millones de habitantes, Albania es uno de los  países más pequeños de Europa, no más grande que Galicia, y, si tenemos en cuenta su PIB per cápita (4.610 euros en 2020) su nivel de vida puede considerarse muy bajo en comparación con los países cercanos.

En el año 2019 registró una deuda pública cercana al 68% de su PIB  (9.255 millones de euros) y, según el Índice de Percepción de la Corrupción del sector público en Albania, sus habitantes están convencidos de que existe «mucha» corrupción en el  sector público.

El desempleo se sitúa en un 12%, que, en el caso de los jóvenes, alcanza el  28% . En cuanto al ratio de pobreza, el Banco Mundial lo estima en un 31%.  y, según estima el Banco Mundial, la ratio de pobreza alcanza el 31%.  Todavía muchas de las regiones del país no tienen servicios básicos, lo que significa en muchos casos ausencia de servicios sociales y carencia de ayudas para ancianos y personas discapacitadas.

El país lleva 30 años intentando culminar la transición a una democracia liberal. A falta de unas estadísticas fiables, se calcula que más del 40% de los albaneses vive fuera del país. La tasa de natalidad es baja, las oportunidades brillan por su ausencia y la migración es la salida que encuentran los jóvenes.

Según datos de Eurostat, 286.677 albaneses obtuvieron la nacionalidad de un Estado miembro de la UE entre 2012 y 2017. La tendencia no se ha frenado. Los jóvenes siguen abandonando el país en busca de mejores oportunidades.

HISTORIA DE UN VIAJE

Dardan llegó a Cantabria en 2019. Su plan consistía en terminar su viaje en Gran Bretaña, donde las oportunidades de trabajo parecen mayores. Y eso intentó durante un año mientras malvivía junto a otros compatriotas en lugares inhabitables.

Para conseguirlo, había que colarse en un barco de los que unen Santander con el sur de la isla británica y para eso había que introducirse en el recinto portuario, totalmente vallado perimetralmente.

¿Cuántas veces lo intentó? Ni siquiera él lo sabe. «Todos los días, uno tras otro, pero siempre me descubría el personal de seguridad y ya ves que nunca lo conseguí».

La pandemia obligó a cambiar los planes y Dardan fue una de las 30 personas albanesas que gracias a organizaciones como Pasaje Seguro. o Cáritas, fueron alojadas en la Residencia del Santuario de Nuestra Serñora del Soto, en Iruz (Santiurde de Toranzo), donde pasaron el confinamiento durante el Estado de Alarma.

Después, Dardan, que en realidad no se llama así, pero prefiere no identificarse con su verdadero nombre, cambió sus planes y decidió buscarse la vida aquí. En ningún momento se planteó regresar a Albania. Durante un mes fue a clases para aprender el idioma y luego lo ha ido aprendiendo por su cuenta. Ha trabajado en el sector de la construcción, aunque una lesión en una mano le tiene ahora recuperándose. No se queja de su situación. Confiesa que echa de menos a su familia y a sus amigos. En Grecia está toda su familia. Su madre trabaja en la recogida de fruta y verdura para mantener a sus dos hermanos y a su padre y él confía en arreglar sus papeles para que puedan venir a visitarle.

«Si, estamos bien, mejor que en Albania, eso por supuesto. Allí no hay nada que hacer. Yo, cuando puedo, mando algo de dinero a mi familia. En Albania tenemos nuestra casa, pero no se puede vivir sin ingresos. Yo lo que quiero es trabajar, arreglar mis papeles y tener un futuro», concluye antes de despedirse.

 

 

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